
Eduardo Montagut
Pablo Iglesias publicó en El Socialista un artículo en marzo de 1924 donde defendía el interés de los trabajadores por formarse y capacitarse frente a la opinión generalizada de la burguesía acerca de que solamente perseguían mejorar materialmente sus condiciones, no prestando atención alguna a su educación. Además, las mejoras salariales y en la reducción de la jornada laboral estaban siendo malgastadas en vicios.
El viejo líder socialista era rotundo al afirmar que no eran verdad estas acusaciones. Las profesiones que más habían sufrido eran las que más horas exigían de trabajo, las más esclavizadas, es decir, donde se había sentido con más dureza la codicia de los patronos. Pues bien, desde el momento en que los obreros de esos oficios habían conseguido mejorar sus condiciones de trabajo, desde que ganaban más y habían conseguido reducir la jornada laboral sus costumbres habían mejorado también. La jornada laboral de ocho horas había provocado un descenso del número de “obreros viciosos”, y prometía que descendería aún más con el paso del tiempo. Debemos recordar que uno de los argumentos más empleados contra la jornada de las ocho horas era que los trabajadores, al contar con más tiempo de ocio, terminaban en la taberna o en el juego.
En relación con la instrucción, aunque los burgueses tuvieran razón en su acusación, Pablo Iglesias decía que debían callar porque eran los responsables de la ignorancia del pueblo español, del alto porcentaje de analfabetismo existente en algunas provincias donde no se cumplía lo establecido por la Ley Moyano en relación con la enseñanza primaria.
Pero, así como la clase trabajadora no era culpable de la ignorancia que sufría, tampoco era cierto que los obreros organizados no hicieran nada por disminuirla. Los propios trabajadores eran conscientes de lo perjudicial que era para su objetivo emancipador, por lo que se afanaban en aprender.
Y eso se probaba con las escuelas se abrían en los Centros Obreros, en las conferencias que se organizaban en las Casas del Pueblo donde los más significados del movimiento obrero, trabajadores intelectuales, y hombres de la Universidad discurrían sobre temas diversos de gran interés y asequibles a los trabajadores. Pablo Iglesias resaltaba, como ejemplos, las conferencias impartidas en la madrileña Casa del Pueblo con sabios de la talla de Marvá, Ovejero, Jiménez de Asúa, los médicos del a Mutualidad Obrera y los arquitectos que enseñaban a los trabajadores manuales en cuestiones científicas y artísticas. Y eran conferencias donde la concurrencia era muy alta y seguía creciendo.
Muchos trabajadores se estaban preocupando por cultivar su espíritu con el fin de capacitarse para poder desempeñar funciones de relativa importancia, tanto en el movimiento obrero como en otros cometidos.
Si no hubiera obreros capaces no funcionarían la Mutualidad Obrera de Madrid ni otras cooperativas de importancia, no se hubiera desarrollado tanto la UGT y las organizaciones que la integraban, no se organizarían campañas, no habría prensa obrera, ni habría tanto en lo sindical como en lo político propagandistas de las ideas si no hubiera hombres de taller, de fábrica, de la mina, que con estudio y tenacidad hubieran adquirido condiciones necesarias para dirigir la palabra a multitudes.
Y había otra prueba contundente, el papel que jugaban los representantes obreros en el Instituto de Reformas Sociales, en el Instituto Nacional de Previsión, en el Consejo Superior de Ferrocarriles, en las Juntas de Reformas Sociales, en los Tribunales Industriales y, sobre todo, en las Corporaciones municipales como concejales. En todo caso, Pablo Iglesias quería más, juzgaba que marchaba con lentitud la instrucción de los obreros, pero insistía en que era injusto culparles a ellos de su ignorancia, como era muy injusto afirmar que no hacían nada por instruirse y capacitarse.
Hemos trabajado con el número del 29 de marzo de 1924 de El Socialista. Por otro lado, es imprescindible, para estas cuestiones, trabajar con la monografía de Francisco de Luis Martín, La cultura socialista en España. 1923-1930. Propósitos y realidad de un proyecto educativo, Universidad de Salamanca, 1993.