JORNADA PRIMERA |
ESCENA QVINTA |
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(EL ATRIO DE LIMONEROS EN EL PAZO LE LANTAÑÓN. Doña Jeromita aparece sobre un borriquillo con jamugas, saltante al trote titiritero, bien repartido por los bastes el vuelo de su falda y el manto con alfileres. Blas de Miguez, el sacristán, que viene como espolique, azota el anca del borriquillo con una vara de verde avellano. Entran por el gran arco feudal con escudos y cadenas. La dueña pilonga descabalga en un poyo, tapándose las canillas, y el sacristán, con los brazos abiertos, está atento, sin tocarla, respetando aquella honesta pulcritud de abadesa.) |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! |
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EL SACRISTÁN.- ¡Solamente falta que nos echen los perros! |
DOÑA JEROMITA.- ¡No me sobresaltes! |
EL SACRISTÁN.- Pues otra cosa no sacamos, Doña Jeromita. |
DOÑA JEROMITA.- Eso ha de verse. |
EL SACRISTÁN.- Hay que considerar que venimos dos ovejas contra un lobo. ¡Dos cativas ovejas! |
DOÑA JEROMITA.- No me quites ánimo, con esos romances. |
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EL SACRISTÁN.- Este era pleito para el Señor Abad. |
DOÑA JEROMITA.- Son genios iguales mi hermano y el Mayorazgo. |
EL SACRISTÁN.- ¡Pues mismamente! A un fiero, otro fiero. |
DOÑA JEROMITA.- De un acaloro entre hombres, hasta puede sobrevenir un patíbulo. |
EL SACRISTÁN.- ¡Si así se considera!… |
DOÑA JEROMITA.- Yo creo que me oirá el viejo Montenegro. |
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EL SACRISTÁN.- Para mi cuenta era mejor no haber venido, y esperar una virazón. |
DOÑA JEROMITA.- Pero en el ínterin no puedo dejar a mi sobrina bajo estas tejas. |
EL SACRISTÁN.- Ni por malas ni por buenas entrega a la paloma el Mayorazgo. ¡Como a hija la tiene! |
DOÑA JEROMITA.- La ley me ampara. |
EL SACRISTÁN.- Se ríe de leyes el Vinculero. |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús mil veces! |
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(SABELITA aparece por la sombra de los limoneros: Canta la nota popular y dramática del hábito morado, en la penumbra verde: Tiene la niña esa expresión triste que tienen las dalias en los floreros. Viendo a la dueña pilonga, corre a ella.) |
SABELITA.- ¿Ocurre algo, mi tía? |
DOÑA JEROMITA.- ¿Nada sabes? |
SABELITA.- ¡Nada! |
DOÑA JEROMITA.- Te mandé un aviso. |
SABELITA.- Pues no ha llegado. |
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DOÑA JEROMITA.- Vengo para llevarte. Disponte. |
SABELITA.- ¿Qué sucede? |
DOÑA JEROMITA.- A tu tío, cuando iba a encomendar un alma, se le opuso como un ángel rebelde el malvado Carita de Plata. |
SABELITA.- ¡Santísimo Señor! |
DOÑA JEROMITA.- Y vengo para llevarte. |
SABELITA.- ¿Mi padrino lo sabe? |
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DOÑA JEROMITA.- Si lo sabe y lo consiente, vamos a ponerlo de manifiesto. |
SABELITA.- ¿El tío cómo queda? |
DOÑA JEROMITA.- Hubo precisión de sangrarlo. |
SABELITA.- ¡Ay, Dios! ¿Y me llevan para siempre? |
DOÑA JEROMITA.- Para siempre será, si tu padrino no contralleva la mala acción de ese Barrabás. |
SABELITA.- ¡Cara de Plata!… ¡Vena de loco! ¡Alma de trueno! |
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DOÑA JEROMITA.- ¡Un condenado! |
SABELITA.- No es malo, aunque lo parece. |
DOÑA JEROMITA.- ¡Un réprobo! |
SABELITA.- Escuche mi tía: No se entreviste con el padrino. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Qué recelas? |
SABELITA.- Vuélvase a la Rectoral. |
DOÑA JEROMITA.- Y tú conmigo. |
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SABELITA.- Tenga espera, mi tía. ¡No me lleve! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Ya estás llorando! ¡Guardas a los tuyos menos ley que a estos Judas! |
SABELITA.- ¡Me criaron! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Rebélate contra tu sangre! ¡Quédate! |
SABELITA.- ¡No me rebelo! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! ¡Seca esas lágrimas, no quiero verlas! |
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SABELITA.- Acaso… No sé… Cara de Plata, si yo le hablase… Porque él no es malo. |
DOÑA JEROMITA.- ¡Perverso! |
SABELITA.- ¿Pero cómo le hablo? |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! ¿Responde, niña, qué media entre vosotros? |
SABELITA.- ¡Nada! |
DOÑA JEROMITA.- ¿No es tu cortejo? |
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SABELITA.- ¡Inventos! |
DOÑA JEROMITA.- ¿Lo jurarías? |
SABELITA.- ¿Para qué me pregunta, si luego no me cree? |
DOÑA JEROMITA.- ¿Y el propósito de mediar con ese descomulgado, qué representa? |
SABELITA.- Una idea que me acudió. |
DOÑA JEROMITA.- Tendrá algún fundamento. |
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SABELITA.- Que desagraviase al tío. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Esa esperanza tienes? |
SABELITA.- No sé. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Tanto es tu influjo sobre ese Satanás? |
SABELITA.- ¡Pobre de mí! Me acudió esa idea. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Sin fundamento? |
SABELITA.- Sin fundamento. |
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DOÑA JEROMITA.- ¡Hazle la cruz, niña! ¡Hazle para siempre la cruz a ese malvado, y lo que tengas en el corazón sepúltalo bajo siete estados de tierra! Disponte a seguirme. |
SABELITA.- Ay, mi tía, tenga espera. |
DOÑA JEROMITA.- ¡Y tu miramiento! |
SABELITA.- Todo puede arreglarse. |
DOÑA JEROMITA.- A eso vengo. ¿Dónde mora tu padrino? |
SABELITA.- ¡Ay, mi tía, no le hable, no le vea! |
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DOÑA JEROMITA.- ¿Qué temes? |
SABELITA.- ¡Su genio altivo! |
DOÑA JEROMITA.- ¡No me sobresaltes! |
SABELITA.- ¡Mi padrino es un rey! |
DOÑA JEROMITA.- Pues yo seré una reina. Me veré con ese lobo cano, para saber si ampara la mala acción de su lobezno. |
SABELITA.- ¡Ay, mi tía, si está por llevarme, lléveme sin que me vea! ¡Sin que lo sepa! |
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DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! ¡Pronto mudaste! ¡Declara tu recelo! |
SABELITA.- ¡Pudiera oponerse! |
DOÑA JEROMITA.- ¡La ley me ampara! Me veré con tu padrino, y a sus palabras corresponderán mis procederes. |
SABELITA.- ¡El padrino! |
DOÑA JEROMITA.- Déjale llegar. |
SABELITA.- No cuestione, mi tía. |
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DOÑA JEROMITA.- Ponte a mi vera. |
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(EL MAYORAZGO, al salir por la puerta de su torre, se ha detenido en la gran sombra de piedra. Blas de Miguez, el sacristán, salta y gime al flanco del linajudo, que le prende de una oreja con mofa feudal, cercado de perdigueros y galgos.) |
EL CABALLERO.- Este chupa cirios me ha traído una embajada. |
EL SACRISTÁN.- ¡Por tu santo servicio lo hice, Jesús Crucificado! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Entrometimientos, Blas! |
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EL SACRISTÁN.- ¡Ay, que me rachan la ropa los canes! |
DOÑA JEROMITA.- Por tener el pico largo. |
EL SACRISTÁN.- ¡Quise evitar una guerra civil! ¡Ay, que la ropa los canes me rachan! |
SABELITA.- ¡Suéltele, padrino, que está espantado! |
EL SACRISTÁN.- ¡Ay, mi ropa rachada! |
EL CABALLERO.- ¡Calla, maldito, que aún no te llegan a las carnes! |
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DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! |
EL SACRISTÁN.- ¡Más me duele la ropa que las carnes! |
EL CABALLERO.- Eres un filósofo. |
EL SACRISTÁN.- ¡Un pobre desamparado! |
EL CABALLERO.- Entra en la cocina, y ampárate con un jarro de vino. |
EL SACRISTÁN.- ¡Ay, mi ropa rachada! |
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(EL SACRISTAN, renqueando, éntrase por el enlosado zaguán, y en la sombra sonora del arco, ríe con su ruda risa feudal, el viejo Montenegro.) |
DOÑA JEROMITA.- ¡Qué genio fanático! |
EL CABALLERO.- ¿Cómo queda mi amigo el clérigo? |
DOÑA JEROMITA.- Con arrebato de sangre, pienso que lo sabe. |
EL CABALLERO.- Siempre ha sido en la mesa un templario. |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! Otra causa motiva su achaque, y es el oprobio que le hizo un vástago de esta casa. |
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EL CABALLERO.- Ya conozco ese pleito. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Y cómo lo sentencia? |
EL CABALLERO.- ¡No puedo romper la vara de juez que me ha puesto en la mano el Diablo! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! |
EL CABALLERO.- No puedo dar ese mal ejemplo en mi casa. |
DOÑA JEROMITA.- Y da otros peores. |
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EL CABALLERO.- ¡Conforme! Pero este no puedo darlo. |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! ¿Quiere decirse que sostiene la heregía *herejía* de su rapaz? |
EL CABALLERO.- Estoy obligado. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Sabe bien lo que hizo? |
EL CABALLERO.- Y lo lamento. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Entonces, por qué lo sostiene, y rompe así las amistades? |
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EL CABALLERO.- ¡Yo no las rompo! Pero tengo que llevar recta mi vara. |
DOÑA JEROMITA.- Tarde o temprano habrá de doblarla. |
EL CABALLERO.- No lo esperes. Conozco el propósito que traes. Sé a lo que vienes. |
DOÑA JEROMITA.- ¿Y qué dice? |
EL CABALLERO.- ¡Nada! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Algo dirá! |
[91] |
EL CABALLERO.- ¡Nada! |
DOÑA JEROMITA.- ¡No extrañará que le reclame la oveja de mi corte! |
EL CABALLERO.- No lo extraño. |
DOÑA JEROMITA.- ¿No se opondrá a entregármela? |
EL CABALLERO.- ¡No me opongo! |
DOÑA JEROMITA.- Puestas en discordia las familias, hasta por miramiento me cumple reclamar la sobrina. ¿No lo estima de esa conformidad? |
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EL CABALLERO.- ¡Un rayo te parta! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Jesús, mil veces! |
SABELITA.- ¡Adiós, piedras de Lantañón! |
DOÑA JEROMITA.- ¡Seca prontamente esas lágrimas! |
EL CABALLERO.- No llores, niña. Tú volverás, que el tiempo es mudanza. |
DOÑA JEROMITA.- Y muerte también. |
EL CABALLERO.- También. |
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DOÑA JEROMITA.- Y castigo. |
EL CABALLERO.- ¡Acaso! Acércate, ahijada. |
DOÑA JEROMITA.- Bésale la mano a tu padrino, y vamos caminando. |
EL CABALLERO.- ¡No llores, niña! Comprende que no puedo torcer mi vara. |
SABELITA.- No la tuerza. ¡Adiós para siempre, padrino! |
EL CABALLERO.- Para siempre, no. Tú volverás. |
SABELITA.- ¡Quién sabe! |
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EL CABALLERO.- ¡Si Dios no lo quiere, lo querrá el Diablo! |
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(BLAS DE MIGUEZ sale por la puerta de la torre con un jarro de vino, borracho y bailando. La vieja pilonga se espanta en el ruedo de su falda, y renueva la risa el viejo linajudo, mientras halaga blandamente la cabeza de la niña, que se arrodilla para besarle la mano. En la penumbra verde de los limoneros, la nota morada es un grito dramático.) |
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