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Félix Recio Psicoanalista y Profesor
El presente capitulo es una aproximación, desde el psicoanálisis, a la novela “Fortunata y Jacinta”, a partir de los conceptos de amor, deseo y goce, teorizados tanto por Freud como por Lacan, trabajaremos la relación que los cuatro personajes principales tienen entre ellos: Juan Santa Cruz, Jacinta, Maxi Rubín y Fortunata.
Hay otros personajes secundarios que podrían merecer nuestra atención en un trabajo de mayor amplitud. Por ejemplo, la modalidad de goce en Doña Justa la de los Pavos o en Guillermina “la rata eclesiástica” y el amor de Moreno.
Los cuatro personajes escogidos son dos matrimonios y dos tríos. En la novela, se casarán, por un lado, Juan Santa Cruz con Jacinta y por otro, Fortunata con Rubín. Un trio, estará formado por Juan Santa Cruz, Fortunata y Jacinta y el otro por, Santa Cruz, Fortunata y Maxi Rubín.
Fortunata, mujer del pueblo, conocerá a Juan Santa Cruz, de familia acomodada, antes del matrimonio de este con Jacinta, convirtiéndose en su amante. La historia de ese encuentro amoroso hace referencia a los sucesivos abandonos e incumplimientos de las promesas de Santa Cruz a Fortunata. Santa Cruz se caracteriza por su inconstancia, va de Fortunata a Jacinta y viceversa, cuando no hay una tercera. Podrá volver, una y otra vez con Fortunata, su objeto amoroso anteriormente abandonado, sin sentir culpa o arrepentimiento, Fortunata, al contrario, es la fidelidad a su objeto de amor, a pesar, del abandono y de las promesas incumplidas, su elección acabara siendo dañina para ella misma. Pues abandonada y sin recursos económicos se casará con Rubín que le facilita una posición económica desahogada, ese logro se expondrá a perderlo, al atender, estando recién casada, a los requerimientos de su antiguo amante, que la volverá a abandonar. Esta sería a grandes rasgos la sinopsis de la novela, para el objeto que nos hemos dado. El tema de la maternidad y del hijo se superpone a las historias de amor, la maternidad de Fortunata y su imposibilidad en Jacinta, apareciendo diferentes hijos. El hijo muerto, el hijo falso, el hijo como don y el hijo dado.
Antes de comenzar el análisis, conviene hacer algunas precisiones, breves, sobre las categorías que vamos a emplear, pues se verá mejor en el tratamiento concreto. El psicoanálisis, diferencia amor, deseo y goce.
El deseo lo tomaremos desde dos ángulos. Por un lado, el deseo como deseo de deseo. Es decir, se desea el deseo del otro, ser deseado por el Otro, y en un plano más imaginario, más en la rivalidad, desear el objeto del otro. Esto lo veremos con Freud a través del tema del tercero excluido, cuando pensemos en la elección de Santa Cruz y de Rubín. Por otro lado, el deseo es un deseo causado, a través de aquellos objetos pulsionales que orientan al sujeto para asegurarse un goce, es decir, una satisfacción pulsional. Esto nos ayudara a ver la elección de Rubín y sus celos.
Sobre el goce, señalar que es satisfacción de la pulsión y que esa satisfacción se puede dar tanto de forma placentera como displacentera. Además, el goce no hace lazo con el otro, no se comparte. Un orgasmo es de cada uno, aunque sea obtenido junto al otro y de forma simultánea. El orgasmo no se comparte como no se comparte un dolor de muelas.
El amor, dice Lacan, es dar lo que no se tiene, pues lo que se pone en juego en la relación amorosa es la falta, dar la falta, “tú me haces falta”. El amante es el que no tiene, el que puede dar su falta a un objeto amado. Ese objeto amado es el que tendría aquello que al amante le falta. El amado es un objeto idealizado, pues nadie tiene aquello que puede completar a un sujeto. El amor a diferencia del goce puede hacer lazo con el otro, para ello tiene que darse la metáfora del amor. Metáfora que no se da, como veremos, entre Santa Cruz y Fortunata.
Son solo unas pinceladas sobre el amor, el deseo y el goce.
Sobre la elección del objeto
Freud, en los textos: “Sobre la elección del objeto en el hombre” y “Sobre la degradación de la vida amorosa”, nos va a permitir entender mejor las elecciones de estos personajes. Una de las condiciones que puede darse en la elección de objeto, tiene que ver con “el tercero excluido”.
Santa Cruz, abandona a Fortunata para casarse con Jacinta. Tiempo después le dirán, que la han visto con otros hombres y que vestía de forma elegante, eso es suficiente para que se active el deseo de Santa Cruz. Más adelante, cuando Fortunata se case con Rubín, Santa Cruz alquilará el piso de al lado, queriendo a toda costa volver con Fortunata, aunque se vaya al traste el matrimonio de esta. El tercero excluido hace resonar lo fantasmático, quitarle la mujer al otro. Santa Cruz “El Delfín”, por su pertinencia de clase está acostumbrado a la ganancia y no a la perdida. Desear lo que el otro tiene y no perder. Por eso no elije, ora Fortunata, ora Jacinta. La mujer del pueblo y la mujer de su clase, con una y con otra de forma sucesiva.
El tercero excluido, está también presente en Rubín, pero de forma diferente pues el excluido será él. Fortunata no tiene buena fama, por eso antes de casarse tiene que pasar por la reeducación de las “Micaelas”. Curiosa elección la de Rubín, pues repetía antes del matrimonio “me casaré con una honesta”. Luego diré algo más sobre esta elección.
Freud, también habla en la degradación de la vida amorosa, como el hombre puede no conciliar el deseo y el amor en un único objeto. Un objeto tendría el amor sin el deseo y el otro el deseo sin amor. Atraído por la mujer fácil, reservaría su amor por la mujer legitima, `para una la sexualidad para la otra la ternura. La madre y la puta.
El Delfín, conocerá a Fortunata en ese marco donde se matan pollos y está todo lleno de plumas, el asco que le produce el sorber huevos crudos de Fortunata, más tarde la relación de esta con otros hombres, como si su sexualidad se orientase descendiendo peldaños en relación a su clase social. Por otro lado, Jacinta su esposa, el casamiento fue cosa de la madre de Santa Cruz, Doña Barbara, es la madre la que promueve el matrimonio de su hijo para apartarle de las malas compañías, y elige a su sobrina Jacinta. El matrimonio de Santa Cruz está marcado por la madre.
Freud, señala que un deseo orientado a la mujer fácil puede tener que ver con ese desdoblamiento entre el amor y el deseo, la madre y la puta; como también por un querer redimir a la mujer fácil y en esa redención señalada por Freud, nos encontramos con “Las Micaelas” y Rubín… Lo prohibido es equiparable, en la vida amorosa femenina, a la necesidad de degradación del objeto sexual en el varón, Fortunata, amante de un hombre casado, estando posteriormente casada.
Los dos textos de Freud hacen referencia a la elección a partir del amor y el deseo, no tanto del goce, aunque este último pueda ser deducido vía fantasma, a partir del tercero excluido: quito/ me quitan. Santa Cruz, no solo le quita la mujer a Rubín, además le dará una paliza.
Será Lacan, quien más allá de Freud aborde la elección de objeto a partir del goce. El amor será así un amor-síntoma. Que el amor tiene que ver con el síntoma, no quiere decir que eso es así cuando las cosas no funcionan, sino que el amor es síntoma siempre. Se ama el propio síntoma, pues asegura el goce, la satisfacción tanto placentera como displacentera, pues lo que puede ser displacentero de forma consciente puede ser inconscientemente placentero Uno goza con su propio inconsciente y el partenaire elegido es aquel, donde algo del propio inconsciente resuena.
Lacan dirá “Una mujer es el síntoma de un hombre” y “un hombre puede ser el síntoma de una mujer, más bien una aflicción y más bien un estrago”.
Es plausible, pensar que la inconsistencia, el no poder sostener el deseo y la promesa, tiene algo de sintomático en Santa Cruz, este amará su propio síntoma por medio de Fortunata y de Jacinta, en la medida que ellas por su fidelidad, amorosa o matrimonial, estarán siempre ahí, permitiendo a Santa Cruz, un retornar sobre el objeto abandonado para después de un tiempo volver a abandonarlo. Tiene las dos de forma sucesiva, el Delfín, no elige y así no pierde. Pero paradójicamente al tener dos, no tiene ninguna. No accede a tener una mujer, Fortunata podría haber sido su mujer y no una mera amante o en su caso, Jacinta podría haber sido, igualmente, su mujer y no una mera esposa. Santa Cruz, se impide el acceso a la mujer al no elegir, al no querer perder y no poder comprometerse.
Maxi Rubín, “era de cuerpo pequeño y no bien conformado, tan endeble que parecía que se le iba a llevar el viento”. Rubín siempre quiso “una mujer honesta”. Sin embargo, se casará con Fortunata a pesar de que tenga que ser reeducada por las “Micaelas”, antes del matrimonio. Paradójica elección la que realiza Rubín, su afán de redención no se logrará, dada la fidelidad amorosa de Fortunata hacia Santa Cruz. La mujer honesta, pertenece a lo consciente, a los ideales de Rubín, pero su elección le depara la traición, el abandono, los celos, el ser golpeado y humillado por Santa Cruz. Después de ese episodio, Fortunata volverá al domicilio conyugal, será readmita haciéndose más intenso el sufrimiento de Rubín. En el inconsciente, no existe el partenaire hombre o mujer, solo objetos pulsionales: la voz, la mirada, el pecho y las heces. Objetos que son a su vez objetos causa de deseo, que sirven para que un sujeto se oriente en la búsqueda de su goce, por medio de un partenaire. Rubín, se procura el poder sentirse como un objeto de desecho como consecuencia de su elección. El tema de los celos le emparenta con Swan, en la obra de Marcel Proust. Swan elije como amante a Odette, una prostituta de lujo que le engaña con otros, los celos de Swan son consecuencia de su elección. El partenaire, de Swan o de Rubín, es el propio goce de su inconsciente. Swan se satisface en los celos que le procura Odette, es ahí donde se engancha e igualmente Rubín encuentra su satisfacción paradójica en la consecuencia tanto de su elección, como en la readmisión en el domicilio conyugal de Fortunata. Los celos, antes del abandono y los celos delirantes, después de la readmisión. Rubín, dividido por Fortunata: “anhela la verdad y por otro lado, siente el terror de ella”.
Juan Santa Cruz, es el único hombre que ha amado Fortuna en su vida. Estando soltero, la abandonará para casarse con Jacinta; Fortunata sola y embarazada de él se encontrará sin recursos, muriendo el hijo de ambos. Abandonada una y otra vez, Fortunata siempre responderá al llamado de su amate: “si ese hombre me vuelve a dar siquiera media palabra, le perdono y le quiero otra vez”. No puede decir no a su amante, siempre dispuesta a satisfacer su demanda a pesar de las consecuencias que ello le pueda acarrear, como poner en quiebra el matrimonio con Rubín, la estabilidad económica que ese matrimonio representa. A pesar, de que Fortunata ha hecho ya la experiencia de ser abandonada, en más de una ocasión por Santa Cruz, ese saber de la experiencia la guía para después de un breve episodio amoroso, sentirse nuevamente abandonada. Un hermano de Rubín, le dirá “como viéndose perdida y deshonrada por ese miserable, todavía le quiere usted”.
Amor- síntoma el de Fortunata, volviendo por medio de su partenaire, al abandono y la perdida. Pues esa elección sintomática es “más ben un estrago”, el abandono viene con una serie de perdidas, perdida del hombre que ama, perdida de la honra, perdida de la estabilidad que le proporciona el matrimonio con Rubín, perdida del hijo. En su elección hay algo inhóspito para ella,” Unheimliche”, lo ominoso, lo familiar inquietante que la habita y la dirige con paso decidido hacia Juan Santa Cruz, personaje que le confesará a su esposa Jacinta “soy infame y merezco tu desprecio, porque yo, después me divertí con ella y la dejé abandonada en medio de las calles….su destino es el destino de las perras”. Jacinta dirá “pobres mujeres, siempre se llevan la peor parte”.
Jacinta, sobrina de doña Barbara accederá al matrimonio gracias a la madre del Delfín. Al igual que su tía querrá saber sobre las andanzas de su marido. En el viaje de novios, se produce una fractura en el ideal, como consecuencia de ese querer saber: “trato de figurarme como eras y no lo puedo conseguir. Quererte yo y ser tu como a ti mismo te pintas, son dos cosas que no puedo juntar”. Fractura del objeto idealizado propio del amor al revelarse algo del goce de su marido. Cuando Jacinta se entera que abandonó a Fortunata con un hijo que morirá “dos sentimientos diversos se barajaban en su alma. Por un lado, adoraba a su marido; por otro lado, el Delfín había ultrajado a la humanidad, no podía ocultárselo a sí misma”. No obstante, aun en los días de infidelidad “Santa Cruz amaba a su mujer…. siempre había un hueco de preferencia en aquel corazón que tenía tantos rincones y callejuelas”.
Si Santa Cruz es más bien un estrago para Fortunata, para Jacinta será una aflicción, Jacinta le dirá a su marido: ”tú me estás engañando y no es de ahora es de hace tiempo”, perdida su posición de mujer, para su marido se orientará hacia un deseo de maternidad no logrado, intento de quedarse con un hijo falso, de su marido y de Fortunata. Aflicción, por carecer del aspecto dominante y sublimatorio del amor de un hombre, es decir, exigencia de un amor único.
Sueños
Voy a abordar algunos sueños que aparecen en la novela. No se trata de analizarlos sino de ver la resonancia que pueden tener en la historia de los personajes
Sueño de Jacinta
“Hallábase Jacinta en un sitio que era su casa y no era su casa…. estaba sentada en un puff y por las rodillas se le subía un muchacho lindísimo, que primero le cogía la cara, después le metía mano en el pecho, “quita , quita, eso es caca, que asco….no tenía más que la camisa de finísima Holanda, y sus carnes finas resbalaban sobre la seda de la bata de su mamá. “no, no eso no, quita, caca”. Y él insistiendo…. Quería desabotonar la bata y meter la mano….el muchacho se puso serio y parecía un hombre, el niño-hombre…paso tiempo el niño-hombre mirando a su madre, Jacinta sintió que se desgajaba algo en sus entrañas. Sin saber lo que hacía, soltó un botón, luego otro y el tercero, el cuarto, el quinto. Perdió la cuenta de los botones que soltaba. Fueron ciento, puede que mil, al fin sacó el pecho, lo que el muchacho deseaba. Cogió la cabeza del muchacho y la atrajo hacia sí. Pero la boca era insensible y los labios no se movían. Toda la cara parecía una estatua. El contacto que Jacinta sintió….era el roce espeluznante del yeso. Roce de superficie áspera y porosa” Galdós prosigue el estremecimiento que aquel contacto le produjo, dejóla por un rato atónita”
Lo real es lo que provoca el despertar del sueño, sueño de angustia, dado el contacto espeluznante del yeso. La cara parecía una estatua, niño –hombre es una condensación, que remite tanto a la sexualidad como a la maternidad, el hijo que no puede tener y el marido que está con otra, contacto de su deseo con algo inerte.
Sueños de Fortunata
En vísperas de la boda con Maxi, Fortunata hace el siguiente sueño “soñó que la Virgen la casaba no con Maxi, sino con su verdadero hombre, con el que era suyo a pesar de los pesares”.
En lo diurno, Santa Cruz ha estado merodeando en la vivienda de Fortunata y Rubín, queriendo que esta descorriese el cerrojo y le dejase entrar. Fortunata, duda, pero mantiene el cerrojo echado “y allí en la media noche fue vencida por el sueño…..un penoso tumulto de cerrojos que se descorrían, de puertas que se franqueaban, de tabiques transparentes y de hombres que se colaban en su casa filtrándose por las paredes”
Un tercer sueño donde la diferencia de clase entre Santa Cruz y Fortunata, se reduce “Me he arruinado…estoy trabajando de escribiente en una oficina. Pretendo una plaza de cobrador de tranvía…la capa del señorito de Santa Cruz tiene un siete tremendo, y debajo de ella asoma la americana con los ribetes deshilachados, corbata mugrienta y el cuello de la camisa de dos semanas”.
En estos sueños hay una realización de deseo en relación a su objeto y en el tercero también, una pequeña venganza respecto a Santa Cruz.
Sueños de Maxi Rubín
En su extravío, Rubín sueña “sentí una sed muy rara, sed espiritual que no se aplaca con fuentes de agua. Me fui hacia el frasco de clorhidrato de morfina y lo bebí todo, caí al suelo y en aquel sopor, se me aparecía un ángel “José no tengas celos que si tu mujer está encinta es por obra del pensamiento puro”
En otra ocasión Ruin soñará que la estancia se inunda de sangre.
El primer sueño, es de realización de deseo y el segundo de angustia
La reciprocidad
La Metáfora del amor
Es Lacan quien va a abordar esta metáfora. El erastés o amante, es el que no tiene frente al amado o eromenós, que se supone que tiene aquello que al amante le falta. Una metáfora es siempre una sustitución y en la metáfora del amor, se trata de sustituir al amado por el amante. Fortunata, es la amante mientras que Santa Cruz es el amado, pero la metáfora no se produce. Ni Santa Cruz, pasará de eromenos a erastés, ni Fortunata se trasformará en la amada frente a la amante. La metáfora del amor, por medio de las sustituciones logra una reciprocidad o simetría, al no darse lo asimétrico se mantiene en toda la novela.
Fortunata dice “Mi marido eres tú”, Santa Cruz, “por corresponder, iba a decir mi mujer eres tú, pero envainó su mentira”
El Don
Marcel Mauss, en su Ensayo sobre el Don, señala que el don se rige por tres obligaciones: dar, recibir y devolver. El don o los dones es lo que circula y lo que hace lazo, estableciendo una reciprocidad. Fortunata va a fantasear con esa modalidad de intercambio, siendo el hijo el don que debe circular. Un hijo dado a cambio de otro “hijo” recibido: “yo le cedo a ella ( a Jacinta) un hijo tuyo y ella me cede a mí su marido. Total, cambio un nene chico por un nene grande”
La repetición
La reciprocidad es lo que no se da, lo que no se produce. Lo que se produce es la repetición. La repetición es el encuentro fallido en lo real, siendo este desencuentro por estructura. El Otro, falla, su respuesta no es la respuesta esperada, no responde a las expectativas creadas. Santa Cruz en relación a Fortunata y Jacinta, o Fortunata en relación a Maxi Rubín, cada personaje está en su goce y eso no hace lazo, por eso el encuentro fallido.
Los diferentes azares que provocan un nuevo encuentro entre Santa Cruz y Fortunata, crean la ilusión de que esta vez sí, esta vez Fortunata no será abandonada, así se engaña pues ha hecho la experiencia y ella sabe. Estos nuevos encuentros son una manera de actualizar el encuentro fallido con el Otro que, al ser por estructura, el azar, no hace sino actualizar “un presente eternizado”
Bibliografía
Freud, S Contribuciones a la psicología del amor, Obras Completas XI. Amorrortu
Lacan , J “La transferencia” El seminario, libro 8. Paidós
Mauss, M “Ensayo sobre el Don “ en Sociología y Antropología Tecnos.
Pérez Galdós, B Fortunata y Jacinta, Novelas Contemporáneas VI. Biblioteca Castro.
Soler, C, “El amor-síntoma” en “Que se espera del psicoanálisis y del psicoanalista”, Letra Viva.