
Redacción
Cada primavera, Madrid despierta con el eco alegre de chulapos y chulapas, mantones de Manila y claveles encarnados en honor a su patrón, San Isidro Labrador. La Feria de San Isidro, celebración castiza por excelencia, no es solo una fiesta popular; es la encarnación viva de la esencia madrileña que tan magistralmente plasmó Benito Pérez Galdós en su vasta obra literaria.
La feria, que tiene lugar del 11 al 15 de mayo, llena la ciudad de música, gastronomía típica y corridas de toros en Las Ventas, creando una atmósfera que bien podría evocar los escenarios galdosianos. En sus novelas y Episodios Nacionales, Galdós retrató con precisión y afecto las costumbres populares madrileñas, las romerías, y las gentes que habitaban la villa. Pasear por la pradera de San Isidro en estos días festivos es casi como recorrer las páginas de «Fortunata y Jacinta» o «Misericordia», obras en las que los personajes galdosianos caminan por un Madrid bullicioso y vivaz, muy similar al actual durante estas celebraciones.
La vinculación de San Isidro con la literatura no es fortuita. Galdós, observador agudo de la sociedad de su tiempo, capturó la diversidad social madrileña en su esencia más auténtica. En la feria, junto a la ermita del santo, aún se respira ese Madrid del siglo XIX descrito por Galdós: vendedores ambulantes, verbenas populares y familias reunidas disfrutando de rosquillas tontas y listas. Se puede afirmar que la festividad, con su alegre caos ordenado, sigue siendo una perfecta ilustración de las escenas populares galdosianas.
Además, las representaciones teatrales callejeras, conciertos y bailes tradicionales, como el chotis, aportan una dimensión adicional a la festividad. El chotis, en particular, encarna la identidad castiza y evoca el espíritu popular que Galdós reflejó en personajes emblemáticos como Fortunata, Jacinta o Benina. La música y los bailes tradicionales no solo enriquecen la experiencia festiva, sino que también preservan las tradiciones culturales madrileñas en un entorno dinámico y contemporáneo.
Esta fiesta madrileña es, además, una oportunidad para reflexionar sobre cómo las tradiciones culturales perduran en el imaginario colectivo y se revitalizan generación tras generación, manteniendo vivo el patrimonio intangible que escritores como Benito Pérez Galdós supieron preservar en su literatura.
La Feria de San Isidro, por tanto, no solo celebra a un santo patrón, sino también a la propia ciudad y a la memoria literaria que la sostiene. Es Madrid reviviendo sus páginas galdosianas, año tras año, en un diálogo eterno entre el pasado narrado y el presente vivido.