
Los socialistas, a través de Fernando de los Ríos, entregaron una nota al presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, en la crisis de gobierno de principios del mes de octubre de 1934, que comentamos en este artículo.
La nota de la minoría socialista, es decir, el grupo parlamentario, expresaba que se habría confirmado la imposibilidad de constituir con el parlamento órganos de gobierno asentados sobre una base auténticamente republicana, que sería el principal argumento socialista contra la derecha. Eso ya se habría manifestado, y siempre desde la posición socialista, en la crisis de marzo de ese año. En diciembre de 1933, además, el PSOE había expresado al propio presidente de la República que la desilusión y la desesperanza crecían entre las masas obreras tanto por lo que se hacía, como por la convicción de lo que se iba se preparaba. En este sentido, debemos recordar que en noviembre de ese año se había producido la victoria electoral del centro y la derecha. Pues bien, ahora en los inicios del mes de octubre de 1934, los socialistas confirmaban, para desventura de la República y singularmente para la clase obrera, que se había superado la “cosecha de desaciertos”. Los gobiernos, nacidos de las Cortes, se habían dedicado a perseguir a las organizaciones obreras y habían amparado el hecho de que por su significación se negase trabajo a sus militantes, sumiéndolos en la miseria más desoladora, sin olvidar que dichos gobiernos habían dejado impunes a quienes asesinaban a los compañeros.
Por todo ello, el Partido Socialista, ante la constatación de la persecución que sufrían sus organismos, el encarcelamiento de sus miembros, la amenaza de clausura de sus centros, además de la destitución de tantos ediles en Ayuntamientos donde tenía mayoría, abocados a la ilegalidad, y consciente de su responsabilidad y también de la contraída con el régimen republicano, pedía el poder para él con el fin de satisfacer “las ansias justificadas de la clase obrera hoy burlada”, estimando, por su parte, imposible en términos constitucionales permitir la entrada en el poder a partidos como Acción Popular que de gobernar no sería sino para negar las bases republicanas. Si entraban en el gobierno se estaría entregando el régimen.
En resumen, los socialistas consideraban completamente inaceptable que la derecha de Gil Robles entrara en el poder porque eso supondría el fin de la República, insistiendo en la persecución que ya sufría el movimiento obrero.
Hemos trabajado con el número del 3 de octubre de 1934 de El Socialista.