
Eduardo Montagut
Gabriel Deville (1854-1940) nos ha dejado una obra importante en relación con Babeuf y la Conspiración de los Iguales, especialmente en el volumen Thermidor et Directoire (1794-1799), en la Historie Socialiste de Jaurès. En El Socialista contamos en distintos textos de Deville en una serie que se publicó en el año 1887 titulada “Babeuf y la Conjuración de los Iguales.” En el número del 23 de septiembre de 1887 se incluye el texto de una hoja que se publicó los días 21 y 22 de Germinal, o 11 y 11 de abril de 1796 con el título de “Análisis de la doctrina de Babeuf, tribuno del pueblo, proscrito por el Directorio ejecutivo por haber dicho la verdad”. Nos interesa rescatar en este trabajo las ideas generales sobre la igualdad.
La naturaleza habría dado a todos los hombres un derecho igual al goce de todos los bienes. El objetivo de la sociedad sería defender esta igualdad, atacada con frecuencia por el fuerte y el malvado, en el estado de naturaleza, y aumentar, con la cooperación de todos, los goces comunes.
La naturaleza habría impuesto a cada uno la obligación de trabajar. Nadie podría, en consecuencia, sustraerse al trabajo sin cometer un crimen. El trabajo y los goces debían ser comunes.
Existiría opresión en el hecho de que uno se extenuase trabajando y careciera de todo, como el en el caso de otro que nadara en la abundancia sin hacer absolutamente nada.
Nadie había podido, sin cometer un crimen, apropiarse exclusivamente los bienes de la tierra o de la industria.
En una verdadera sociedad no podría haber ni ricos ni pobres. Los ricos que no quisieran renunciar a lo superfluo a favor de los indigentes serían enemigos del pueblo.
Nadie podría, por la acumulación de todos los medios, privar a otro de la instrucción (educación) necesaria para su felicidad. La instrucción debía ser común.
El fin de la revolución sería destruir la desigualdad y restablecer la felicidad de todos. La revolución no se hallaría terminada porque los ricos absorben todos los bienes y mandan exclusivamente, al paso que los pobres trabajan como verdaderos esclavos, se arrastran en la miseria y no son nada en el Estado.