Cuando llega la Navidad

Rosa Amor del Olmo

Estas fechas navideñas son para todos, los días del árbol, los días del papá Noël –un señor desconocido para los españoles hasta hace poco- los días del portal de Belén, los días de la comilona, villancicos, cogorzas varias, derroche por un tubo, puede incluso que sean días para encontrarnos con la familia que hacía tiempo no visitábamos, para otros, son días de descanso, de cambiar de aires, ir a la nieve…pero siempre hay en el ambiente nostalgia y un no se qué de familiar.

Lo cierto es que la tradición –según mis vecinos de Estrasburgo ellos fueron los primeros en decorar un pino- invita particularmente a ofrecer algo a alguien, a regalar, a ser amable, vamos a ser lo que de toda la vida se ha llamado caritativo o hacer algo hermoso por los demás. Ciertamente para muchas personas, si no fuera por estas fechas, jamás visitarían a la familia, jamás tendrían un pensamiento hermoso, nunca comprarían nada a su esposa, no digamos a su suegra, nunca compartirían nada con nadie, puede que nunca en la vida se pusieran a cantar aunque fuese por compromiso, nunca se abrazarían a nadie para celebrar el cambio de año, en fin nunca harían nada. Vale.

La tradición cristiana habla de un Dios que ofreció a su hijo el cual se sacrificó por los pecados del mundo. Él, Jesucristo, vino al mundo en estas fechas –ya sabemos que el calendario no fue el mismo pero eso da igual- y dio su vida por la salvación de la Humanidad, Él siendo descendiente de David, es decir hijo de reyes vino a nacer en un establo arropado por el conocimiento de los que sabían –suponemos por el espíritu- de su llegada: gente humilde –pura- por un lado como eran la gente del pueblo, y la gente muy intelectual y sabía como eran los Magos, con magia, de Oriente. Como sea, para los que crean y para los que no, creo que es una fiesta buena, de hermosa tradición en las que por una u otra razón el ofrecer, dar y sacrificar por los demás, debe estar presente aunque sea para algunos una vez al año. Incluso el papá Noël –San Nicolás- Santa Claus y otros tantos gorditos, vienen a traer el espíritu solidario de hacer felices a los demás, no tanto de consumir sino de dar y ofrecer a los otros, en especial a niños y ancianos –diría yo- que en estas fechas deben tener la cabeza como un hervidero de pensamientos entrecruzados con soledades y deseos. Los ancianos son como los niños, pero aún más difíciles porque tienen dentro una vida ya hecha e imagino que debe ser duro, aunque también imagino que el ser humano tiene fuerza para guantarlo todo.

Lo dicho, si podemos hacer algo por el vecino, aprovechemos estas fechas que nunca es tarde para abrazar a la suegra o tener una buena frase con esa cuñada que nos cae como un tiro. Ceder un poco en las cosas que no nos gustan por ver contento al de al lado no tiene nada que ver con El Corte Inglés, o evitar discutir y tener buen ambiente en casa, no es consumir y sí tiene que ver con unas fechas en las que nos obligan a recordar algunas ideas: que tenemos un país de paz, que tenemos muchas cosas y que tenemos que estar agradecidos por todo lo que tenemos y aprovechar la vida que son cuatro días. Hasta la próxima, mañana sigo.

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