Vivienda y conciencia de clase en los años veinte

Eduardo Montagut

Los socialistas denunciaron la situación de los barrios populares y de la vivienda, pero no sólo eso, sino que en el análisis que apareció en el número del 20 de agosto de 1927 en El Socialista sobre estas cuestiones se planteaba la necesidad de que la clase obrera se movilizase, en clave marxista, que adquiriese, en fin, conciencia de clase en relación con la vivienda.

El periódico consideraba que, ciertamente, la vida de los barrios populares era muy difícil y desagradable, pero, aunque eso era de sobra conocido, había que seguir informando y divulgando sobre esa situación.

La divulgación de esos males era necesaria para despertar a las clases populares el deseo de vivir mejor y para que las clases directoras adquiriesen clara conciencia del deber que tenían en procurar que los ciudadanos vivieran en mejores condiciones.

El mayor enemigo del progreso era el “analfabeto”, y el más poderoso adversario de la vivienda era el espíritu “inculto e inconformista” de las clases pobres. Se acomodaban a una vida incómoda y miserable. El espíritu conformista era el problema para la renovación de la vida social. Había que combatir esa costumbre, siendo un deber principal de los socialistas hacerlo.

Por eso se insistía en que la emancipación de los trabajadores debía ser obra de los propios trabajadores, siguiendo el principio clásico del socialismo, de Marx. Ese era un principio que tenía que ser aplicado al problema de la vivienda, es decir, que los vecinos debían tenerlo muy claro.

El periódico recordaba que teniendo en cuenta el pensamiento marxista nadie había hecho más por el progreso que la rebeldía de las masas obreras contra las interminables jornadas o los salarios miserables. Pues lo mismo debía ocurrir con la vivienda. El día que el pueblo se negase a alquilar los sótanos húmedos, sin luz y sin ventilación, los cuartos interiores pequeños y sin ventilación, y las buhardillas bajas de techo, neveras en invierno y hornos en verano, se iniciaría la solución del problema de la vivienda.

Por eso había que trabajar para fomentar la rebeldía contra la vivienda insana e incómoda. Había que hacer conciencia socialista como el único medio para resolver el problema.

Así pues, estaríamos ante un verdadero llamamiento a la conciencia de clase, a la protesta, a la movilización, como se hacía con las condiciones salariales y laborales, pero en relación con la vivienda.

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