¿Tiene futuro Venezuela?

José Montesdeoca

A punto de cumplirse un año de las últimas elecciones presidenciales en Venezuela, debemos preguntarnos qué futuro le espera al país caribeño. Para obtener una respuesta medianamente certera, tendremos que hacer un análisis de lo ocurrido desde el día 10 del pasado mes de enero, fecha en la que se volvió a juramentar por tercera vez Nicolás Maduro Moros, como presidente de la República.

Un régimen carente de legitimidad, tanto a nivel nacional como internacional, o al menos así lo ha manifestado un buen número de países democráticos. El régimen ha quedado reducido prácticamente a un Estado policial, que depende de la represión, la mentira y el terror para mantenerse en el poder. La toma de posesión fue una farsa. Únicamente asistieron dos presidentes latinoamericanos: Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel, compañeros dictadores de Maduro en la región.

El día anterior a la toma de posesión de Maduro, la supuesta líder de la oposición, María Corina Machado (la que nunca está y menos se le espera), fue retenida por la fuerza, mientras hablaba durante una protesta contra el Gobierno. Su rápida liberación, puso de manifiesto las divisiones existentes en el régimen. Al parecer, Diosdado Cabello, Ministro del Interior, hombre de confianza del dictador y de línea dura, había ordenado a la policía que la capturara, pero la decisión fue anulada posteriormente, presumiblemente por Maduro. De esta forma, el presidente pudo evitar los costes que habría supuesto para el régimen encarcelar al supuesto principal símbolo de resistencia en el país.

La mayoría de los venezolanos y venezolanas, habrían preferido que Edmundo González Urrutia-otro líder opositor fallido-el candidato que María Corina Machado seleccionó después de que se le impidiera presentarse a las elecciones, hubiera prestado juramento el 10 de enero. A fin de cuentas, fue González y no Maduro, quien ganó de forma abrumadora el proceso electoral, en uno de los comicios más atrozmente fraudulentos de Latinoamérica. Desde entonces, la represión contra la oposición, la de verdad, la del pueblo llano, la de los más desfavorecidos, la de los jóvenes que aspiran a un mejor futuro se ha endurecido a través de asesinatos, secuestros y privaciones de libertad, mientras que la posición de Cabello dentro del Gobierno se ha visto reforzada. A ello, debemos añadir que durante décadas el pueblo venezolano viene sufriendo una larga lista de falsos opositores, impostores y vende patrias, vendidos al régimen a cambio de dádivas, zonas de confort, inmunidad y prestaciones económicas. Capriles, Leopoldo López, Juan Guaidó, Ledesma, Iván Simonovis, María Corina Machado y Edmundo González Urrutia entre otros. La mayoría de ellos, viviendo fuera de las fronteras del país de Bolívar, siendo portadores de suculentos negocios y distinguidos status sociales.

A pesar de su bajísima legitimidad tanto dentro como fuera del país, el régimen podrá sostenerse si sigue contando con el apoyo de las fuerzas armadas. El Ejército es el pilar fundamental de un Gobierno que se basa en la represión pura y dura. Existen diversas lecturas del actual grado de fortaleza y unidad de las fuerzas armadas venezolanas. Los signos de disidencia en su seno son evidentes, como demostraron los casos de cooperación con las iniciativas de la oposición durante las elecciones.

Una posible intromisión de los Estados Unidos en la soberanía venezolana, podría resultar contraproducente y provocar que la institución militar cierre filas, aún más si cabe en torno a Maduro. Esto es lo que ocurrió hace casi seis años con el sátrapa y falso Presidente Encargado, Juan Guaidó, que no sólo tuvo la osadía de reírse del pueblo venezolano, sino que también fue capaz de jugar con las ilusiones y esperanza de millones de venezolanos y venezolanas. Hoy vive plácidamente en los EEUU, no exento de lujos y comodidades y con una fortuna económica de dudosa procedencia.

Tras la investidura de Maduro, no tardó mucho-sólo un día- en posicionarse Donald Trump: “apoyaremos a los luchadores por la libertad”. Según diversas fuentes, para el hacedor gringo de las libertades existían dos propuestas políticas. La primera, una estrategia de “máxima presión”, que el primer Gobierno de Trump ya había aplicado en 2019. Pero las duras sanciones económicas que impuso no lograron desalojar al dictador, y de hecho, sólo sirvieron para agravar las condiciones humanitarias e intensificar la emigración.

La segunda idea sería un intento por parte de Estados Unidos de llegar a un acuerdo con el dictador Maduro, qué a fin de la postre, es la que se está aplicando actualmente. Alcanzar un pacto sobre migración-la principal prioridad de Trump-con un Nicolás Maduro, que está cooperando con la administración norteamericana en las deportaciones. Al igual que está permitiendo al Estado Imperialista aprovechar las oportunidades de negocio en el sector petrolero. Este planteamiento más transaccional ha permitido, que efectivamente la administración norteamericana reconozca a Maduro como presidente de facto.

En el actual Gobierno estadounidense están representados los defensores de las dos posturas. No está claro cuál de ellas se impondrá; a lo mejor una combinación de ambas. Por supuesto, Trump, siempre difícil de predecir, será quien tome la decisión.

Pero el futuro democrático de Venezuela vendrá determinado por la dinámica interna del país y no por un actor externo. Será el pueblo venezolano, el qué de una puñetera vez, tiene que convencerse de qué a las dictaduras, no se les saca a través de las urnas, sino utilizando la fuerza y máxime la bolivariana que lleva más de veinticinco años enquistada en el poder. Las dictaduras, ni entienden ni respetan los términos de libertad, derechos, negociación y transición. A lo sumo, los actores externos-en este caso, Estados Unidos-puede ayudar a configurar un entorno más favorable que contribuya a un cambio político positivo, pero su impacto suele ser limitado y a menudo indirecto, con lo que no es convincente apostar por dicha opción En Latinoamérica, el papel de Colombia y Brasil a la hora de ayudar a fomentar una transición democrática en Venezuela ha sido errático y no ha contribuido a fomentar un cambio claro.  Y ello tiene una explicación clara. Ambos países, llevan casi una década intentando ser el referente económico latinoamericano, pero al mismo tiempo son conocedores de que el país “hermano” de Venezuela posee los mayores recursos naturales de todo el continente. De ahí los escasos apoyos puntuales, con la boca pequeña y de cara a la galería y limitándose los mismos, exclusivamente al ámbito político y no al económico. Aplican sin ningún tipo de cortapisas ni rubor, el dicho: “mientras peor le vaya al vecino, mejor nos irá a nosotros”.  Y para muestra, sólo tendremos que acceder a las actas de las últimas reuniones de la Organización de Estados Americanos (OEA), donde se podrá observar, que todas las propuestas económicas presentadas por el Gobierno Venezolano, son vetadas de forma sistemática.

La sociedad venezolana tendrá que enfrentarse a una serie de interrogantes sobre estrategia política y liderazgo, teniendo al mismo tiempo la urgente necesidad de buscar líderes opositores serios, solventes y comprometidos que lideren el desarrollo de una posición unida, exenta de fracturas, portadora de un mensaje coherente de lo que se quiere y se pretende y que al mismo tiempo sea atractivo para la comunidad internacional, incluido Estados Unidos

La triste realidad es que, el cambio democrático sigue siendo difícil de alcanzar. Maduro por ilegítimo que sea, ha iniciado su tercer mandato, consolidando su sanguinario y brutal Gobierno. Ha demostrado su capacidad para adaptarse a circunstancias y presiones cambiantes y, tras casi una docena de años en el poder ha conseguido sobrevivir.

Desde luego, el presidente chavista tiene puntos vulnerables. Existen divisiones dentro del régimen. Su campaña de terror no refleja precisamente a un líder fuerte o seguro de si mismo. Y la repentina caída de la dictadura de Bashar al-Assad (a través de la fuerza) ha puesto de relieve que los regímenes dictatoriales aparentemente estables pueden desmoronarse rápidamente.

Debe tener presente la sociedad venezolana, que no sólo se tendrán que enfrentar a un régimen autoritario implacable, sino también a un país dominado por una economía petrolera, así como unos elevados índices de criminalidad, soborno social y corrupción masiva presente en todo y cada uno de los estratos sociales, lo que complica aún más cualquier tipo de transición.

No hay nada mejor que intensificar la presión política a escala internacional y, en particular en Venezuela. En esta excepcional tragedia latinoamericana, la tarea que se tiene por delante no consiste únicamente en reconstruir una democracia que ha sido destruida, sino también en recomponer una economía, una sociedad y un país. La tarea no es sencilla, pero si viable a largo plazo.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, durante un discurso en el Tribunal Supremo de Justicia en CaracasRayner PeñaAgencia EFE
  • Related Posts

    Juicio al desinterés

    Rosa Amor del Olmo El desinterés por la verdad, que domina las épocas de falta de tensión teórica, suele unirse en ellas a la desconfianza de la verdad, o sea el escepticismo. El hombre no se fía; surgen las generaciones…

    El federalismo como alternativa a los nacionalismos

    Eduardo Montagut La apuesta federal para España puede ser una alternativa al auge de los nacionalismos, tanto frente a los que no tienen Estado como sobre el que sí tiene Estado, pero se siente amenazado por el supuesto auge de…

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    ARTÍCULOS

    Isidora cumple 20 años ¡hoy!

    Isidora cumple 20 años ¡hoy!

    Fuego y patrimonio cultural: ¿cómo conservar lo irremplazable tras un incendio?

    Fuego y patrimonio cultural: ¿cómo conservar lo irremplazable tras un incendio?

    Zugazagoitia i el judici al passat

    Zugazagoitia i el judici al passat

    La represión de los testigos de Jehová en el tardofranquismo

    La represión de los testigos de Jehová en el tardofranquismo

    Cuando se quemaban libros en la posguerra

    Cuando se quemaban libros en la posguerra

    Los objetivos de la revista “Vida Socialista”

    Los objetivos de la revista “Vida Socialista”

    El hambre para Clemenceau

    El hambre para Clemenceau

    ¿Qué son los pasquines?

    ¿Qué son los pasquines?

    Continúa cerrado el baño en Melenara por precaución tras un vertido en la costa

    Continúa cerrado el baño en Melenara por precaución tras un vertido en la costa

    Por una relación nueva entre América y España en la República

    Por una relación nueva entre América y España en la República

    Flotillas para Gaza detenidas en octubre de 2025: contextos, actores y reacciones internacionalesIntroducción

    Flotillas para Gaza detenidas en octubre de 2025: contextos, actores y reacciones internacionalesIntroducción