
Eduardo Montagut
Nos acercamos al homenaje que los socialistas hicieron a la Concepción Arenal en su centenario, en enero de 1920, ya que, como bien sabemos, nuestra protagonista, figura fundamental en la Historia de la lucha de las mujeres por sus derechos, de la asistencia social, y por la situación de presos y presas en España, nació el 31 de enero de 1820.
En un artículo que se publicó en El Socialista afirmaba que muchos españoles no sabían lo que había hecho Concepción Arenal, un nombre que estaba esos días en la opinión pública por su centenario, aunque lo más grave era que había personajes oficiales que no conocían a ciencia cierta lo que había hecho y, sobre todo realizaban discursos huecos en vez de poner en práctica lo que defendía. Estas observaciones no dejan de tener bastante razón porque Arenal no fue una autora muy leída, aunque sí citada fuera de contexto.
En relación con esta idea de que no se había hecho caso a sus ideas se recordaba su libro El visitador del preso, dedicado a las personas que deseaban visitar a los presos, porque al cabo de los años la legislación española seguía sin permitirlo.
Así pues, el homenaje verdadero a su figura era poner en práctica sus recomendaciones.
El artículo realizaba una reseña biográfica de Concepción Arenal y sobre lo que escribió, pero, sin lugar a dudas, nos interesan más las opiniones sobre nuestra protagonista. En efecto, en el artículo se afirmaba que para los socialistas los puntos de la pensadora en materia social no podían ser “satisfactorios” porque no conducirían a la solución equitativa a la que se aspiraba, es decir, la igualdad. Arenal no criticaba la propiedad privada, el punto fundamental en el que se basaban todas las diferencias. Pero eso no era obstáculo para que los socialistas no apreciasen las preocupaciones piadosas que la miseria le había inspirado, ni mucho menos sus esfuerzos y desvelos para mitigarla. Pero, además, era enemiga de la guerra, y esa debió ser la causa por la que el periódico obrero incluyó en ese mismo número dos textos de la autora relacionados, “Cuadros de la guerra” y “Monólogo del soldado”. La guerra no podía dejar de ser un punto de contacto entre Arenal y el socialismo español. Es más, en el artículo se llega a afirmar que si la autora hubiera vivido en ese momento hubiera escrito infinidad de páginas “estremecedoras” sobre la misma, en clara alusión implícita a la Guerra de Marruecos y a la recién terminada Gran Guerra.
El periódico después trató sobre la preocupación penitenciaria de Concepción Arenal, aludiendo, como anteriormente, a El visitador del preso. El artículo explicaba que en la Administración penitenciaria española había ejercido acciones, para pasar luego a detallar una de sus iniciativas en la asistencia social, las denominadas “decenas”, agrupaciones de diez individuos o de diez familias para sostener a otra “desvalida”. Al parecer, de una de esas “decenas” había surgido el Patronato del niño delincuente de Madrid, cuyo fin era evitar el ingreso de niños en las cárceles, intentando educar a los chicos en una denominada casa de reforma “libre y laica”. El Patronato estaba compuesto por diez señoras, y bajo el “patronato ideal de doña Concepción Arenal y de D. Francisco Giner de los Ríos, su gran amigo”. El periódico socialista terminaba el texto de su homenaje a Concepción Arenal aludiendo a que era “una gran inteligencia, una gran voluntad, un gran carácter, puestos al servicio de un delicadísimo sentimiento de humanidad”.
El Socialista quería expresar a sus lectores que, a pesar de lo que consideraba un desordenado homenaje, creía que era un deber de conciencia hacer algo por la memoria de Concepción Arenal en el aniversario de su nacimiento, concluyendo con la recomendación de la consulta de sus obras en las Bibliotecas Públicas.
Hemos trabajado con el número 3423 de El Socialista.