
Observatorio Negrín-Galdós
Introducción biográfica
António de Eça de Queiroz (28 de diciembre de 1891 – 16 de mayo de 1968) fue un militar, político y agitador monárquico portugués, además de alto funcionario del Estado Novo de António de Oliveira Salazar. Nació en París, en el seno de una familia ilustre: fue hijo del célebre novelista José Maria Eça de Queirós y de Emília de Castro. Tuvo tres hermanos y pasó su infancia entre Francia y Portugal, donde recibió formación en una escuela politécnica antes de ingresar en la academia militar.
Desde muy joven abrazó el ideal monárquico y se opuso a la Primera República portuguesa (implantada en 1910). Participó activamente en las incursiones realistas que culminaron en el fallido ataque monárquico a Chaves en 1912, tras lo cual debió exiliarse durante varios años. Continuó conspirando por la restauración borbónica a lo largo de la década de 1910, involucrándose en la Monarquía del Norte (levantamiento monárquico en Oporto, 1919). También apoyó el golpe militar de 28 de mayo de 1926 que derrocó la República, e incluso lideró otra insurrección en Oporto en febrero de 1927, destinada a forzar al nuevo gobierno a adoptar políticas más cercanas al monarquismo tradicional. Estas acciones delinean su temprana ideología: un firme nacionalista conservador, católico practicante y contrario al liberalismo republicano. Con el tiempo, Eça de Queiroz ajustó sus convicciones al régimen autoritario de Salazar, convirtiéndose en uno de sus partidarios más fervientes. De hecho, llegó a ser un entusiasta admirador de los regímenes fascistas europeos, mostrándose germanófilo durante la Segunda Guerra Mundial y elogiando abiertamente a figuras como Hitler y Mussolini. Esta evolución ideológica –del legitimismo monárquico al fascismo católico corporativista– marcó su trayectoria personal y pública.
Carrera en el Estado Novo portugués
Con la consolidación del Estado Novo en 1933 bajo Salazar, António Eça de Queiroz puso sus habilidades al servicio del nuevo régimen. Tras la instauración de la dictadura, buscó activamente un puesto en el aparato estatal salazarista. Inicialmente ocupó cargos menores de carácter protocolario, representando a Portugal en ferias internacionales y eventos culturales. Pronto destacó por su entusiasmo propagandístico y fue designado responsable de la organización juvenil oficial salazarista, la Acção Escolar Vanguarda, orientada a inculcar la ideología nacionalista en estudiantes. En esta capacidad, Eça de Queiroz fue enviado como delegado portugués a la Conferencia Fascista de Montreux de 1934, un congreso internacional de movimientos de extrema derecha, donde figuró como representante de los Nacional-Sindicalistas (el movimiento de camisa azul portugués). Tras Montreux, se integró en redes fascistas europeas: fue nombrado secretario en Portugal de los Comitati d’Azione per l’Universalità di Roma (CAUR), organismo coordinado desde Italia para agrupar a los partidos afines, participando así en las conexiones transnacionales del fascismo.
Dentro de Portugal, Eça de Queiroz desarrolló su carrera principalmente en el campo de la propaganda estatal. En 1943 ascendió al puesto de subdirector del Secretariado de Propaganda Nacional (SPN), la oficina central de censura y propaganda del régimen. Desde ese cargo se convirtió en “una de las figuras más importantes del aparato de prensa del Salazarismo”, actuando de facto como brazo derecho del célebre António Ferro (director del SPN) en la política cultural del régimen. Eça de Queiroz colaboró estrechamente con Ferro en la llamada “Política do Espírito”, un proyecto de exaltación de los valores tradicionales, patrióticos y católicos en las artes y los medios. De hecho, la prensa de la época lo señalaba como homem de confiança de Ferro: era su “brazo derecho”, respaldado tanto por su autoridad filial (en cuanto hijo de Eça de Queirós) como por su investidura gubernamental.
En el desempeño de sus funciones, Eça de Queiroz tuvo influencia directa sobre los medios de comunicación y la cultura de masas en Portugal. Bajo su supervisión, el SPN organizó exposiciones, publicaciones y campañas destinadas a glorificar la nación y el régimen, así como a vigilar la ortodoxia ideológica. En 1951, tras años en Propaganda, fue nombrado presidente de la Emissora Nacional de Radiodifusión, la radio pública portuguesa, cargo que ocuparía hasta 1959. En ese período dirigió y modernizó los servicios de radiodifusión estatales, y fue bajo su gestión cuando se introdujo la televisión en Portugal por primera vez (a partir de 1957). Esta iniciativa supuso ampliar el alcance de la propaganda salazarista a un nuevo medio, consolidando el control oficial sobre la información y el entretenimiento. Paralelamente a sus cargos oficiales, Eça de Queiroz también participó en las organizaciones paramilitares del régimen: formó parte de la Legião Portuguesa, la milicia anticomunista creada en 1936, en la cual ostentó el rango honorífico de Comandante de Lança (comandante de lanza). Esta militancia subraya su compromiso personal con el aparato autoritario, desde las estructuras culturales hasta las de seguridad.
Tras dejar la dirección de la Emissora Nacional en 1959, António Eça de Queiroz se apartó de cargos públicos, pero no de la vida intelectual del régimen. Continuó colaborando con diversas revistas y periódicos lusos, escribiendo artículos en defensa de las políticas de Salazar y del ideario corporativista hasta bien entrada la década de 1960. Fue condecorado en varias ocasiones por el gobierno portugués, recibiendo órdenes honoríficas como la Orden del Imperio Colonial (1933) y la Orden de Cristo (1936), en reconocimiento a sus “servicios prestados a la propaganda de Portugal”. En suma, durante más de treinta años Eça de Queiroz ocupó posiciones clave en el entramado institucional del Estado Novo, desde donde ejerció una notable influencia en la política cultural y comunicacional del Salazarismo.
Propaganda e influencia en la Guerra Civil Española
Uno de los capítulos más significativos de la actividad de António Eça de Queiroz fue su participación propagandística durante la Guerra Civil española (1936-1939). Desde el estallido del conflicto, el régimen de Salazar simpatizó abiertamente con los sublevados franquistas, viendo en ellos un dique contra el comunismo en la Península. Eça de Queiroz se erigió en enlace oficioso entre Lisboa y el bando nacionalista español, sirviendo como propagandista, observador e intermediario cultural. Ya en agosto de 1936, apenas un mes después del golpe de Franco, viajó a España para recorrer zonas controladas por los insurgentes. Fruto de esa visita temprana, publicó en el diario lisboeta A Voz una serie de reportajes exaltando las “maravillas” del territorio rebelde y asegurando que en la España sublevada reinaba “un orden perfecto”. Estas crónicas –con títulos como “Pasando por Salamanca” o “Impresiones de Valladolid”– difundían en Portugal una imagen idílica de la retaguardia franquista, presentando la rebelión como restauradora de la paz y los valores tradicionales. Desde el primer momento, pues, Eça de Queiroz manifestó su adhesión al bando nacional y orientó la prensa portuguesa a favor de la causa franquista.
A lo largo de la guerra, realizó diversos viajes a la zona nacional española en calidad de emisario cultural. A comienzos de 1937, por ejemplo, visitó Sevilla junto a otros observadores extranjeros, siendo presentado como Subjefe Nacional de Prensa de Portugal en actos oficiales. En esas ocasiones estrechó lazos con las autoridades franquistas locales, reiterando el apoyo luso a su cruzada. Su implicación alcanzó su cénit en 1938, cuando emprendió una extensa gira propagandística por la España insurgente. Invitado y financiado directamente por el Ministerio del Interior de Ramón Serrano Suñer –figura encargada de la propaganda en el gobierno de Franco–, Eça de Queiroz pasó 28 días recorriendo el país para conocer de primera mano los logros militares y la situación en la retaguardia. Según su informe posterior, entre septiembre y octubre de 1938 viajó más de 5.000 kilómetros por territorio franquista, visitando frentes y ciudades recién reconquistadas. Fue recibido con honores en numerosas localidades (Oviedo, Santander, Bilbao, San Sebastián, Zaragoza, Logroño, entre otras), donde constató –no sin cierta satisfacción– las muestras de amistad y admiración hacia Portugal que expresaban las nuevas autoridades españolas. En cada parada se entrevistó con altos mandos y jerarcas del régimen franquista: gobernadores civiles, alcaldes, jefes de la Falange, e incluso con militares de primera fila como el general José Varela. En Sevilla se reunió con el Alto Comisario español en Marruecos, Juan Luis Beigbeder, y con el propio califa del protectorado, Muley Hassan, evidenciando el rango de contactos facilitados en su gira.
Las autoridades franquistas dispensaron a Eça de Queiroz una acogida entusiasta –él mismo la calificaría de “hiperbólica”– conscientes del valor simbólico de estrechar vínculos con el Portugal salazarista. La prensa y la radio españolas dieron amplia cobertura a su visita: “todos los periódicos y emisoras siguieron mi viaje día a día; los diarios se llenaron de artículos y fotografías”, relataría el propagandista portugués en su informe. Eça concedió numerosas entrevistas a medios españoles, en las que (según sus propias palabras) se limitó “naturalmente a exaltar las organizaciones de la retaguardia, el esfuerzo social y la firmeza de los frentes de guerra” de Franco. Además, aprovechó esos encuentros públicos para enfatizar los lazos históricos entre las “dos naciones peninsulares” y abogar por una hermandad luso-española más allá de las fronteras: proclamaba que, por encima de las divisiones seculares, la guerra forjaba una fraternidad ibérica basada en el respeto mutuo y la alianza contra el comunismo. Tales mensajes se alineaban perfectamente con la retórica salazarista de unidad católica contra el marxismo, y a su vez complacían al discurso franquista de Cruzada internacional anticomunista.
La actividad de Eça de Queiroz en España no se limitó a la oratoria. Durante su gira de 1938, recopiló abundante material propagandístico –fotografías, prensa, objetos incautados al enemigo– que luego trasladó a Portugal para su exhibición. El SPN organizó ese mismo año una gran Exposición Anticomunista en Lisboa, en la que se mostraron documentos y trofeos de la guerra civil española, muchos de ellos obtenidos gracias a las gestiones de Eça de Queiroz. Asimismo, mantuvo informada a la diplomacia portuguesa: remitió detallados informes a Salazar sobre el desarrollo del conflicto y la situación política en la zona nacional. En su Relatório da Viagem a Espanha (octubre de 1938), destacó no solo sus observaciones militares, sino el clima de reconocimiento y simpatía hacia el Estado Novo que había percibido entre los españoles franquistas. En definitiva, António Eça de Queiroz actuó como embajador oficioso de la propaganda salazarista ante el franquismo: sus escritos y giras cimentaron la imagen de Portugal como aliado natural de la “Nueva España”, reforzando las redes culturales y diplomáticas que desembocarían en la estrecha colaboración ibérica durante y después de la Guerra Civil.
Legado, influencia y valoración historiográfica
El legado de António Eça de Queiroz se inscribe en la historia de la propaganda fascista ibérica. Como alto cargo del SPN y emisario cultural, desempeñó un papel crucial en la difusión de los valores autoritarios y anticomunistas tanto dentro de Portugal como en el contexto de la Guerra Civil española. Sus iniciativas contribuyeron a afianzar la afinidad ideológica entre el Salazarismo y el Franquismo, proyectando la imagen de una Iberia unida en defensa de la tradición cristiana frente a la “amenaza roja”. Historiadores contemporáneos lo ubican dentro de la extrema derecha luso-española de entreguerras, destacando que Eça de Queiroz fue un propagandista fervoroso no solo de Salazar, sino admirador confeso de los fascismos europeos en general. Esta cercanía ideológica a los regímenes de Mussolini y Hitler, poco disimulada durante los años 30 y 40, le valió el calificativo de germanófilo y evidencia la profundidad de su compromiso con el proyecto totalitario. En palabras de un analista, Eça de Queiroz “insistía en la excepcionalidad” de la causa franquista y en la fraternidad entre Portugal y España que esta suponía, reflejando la visión pan-ibérica que sostenía.
En el plano de la política cultural, su influencia fue igualmente significativa. Eça de Queiroz encarnó al intelectual orgánico del Estado Novo: defendió la censura, la exaltación patriótica y la educación nacional-católica como instrumentos para moldear la sociedad según los dictados del régimen. Durante sus años en el SPN y el SNI, y posteriormente al frente de la radiodifusión, impulsó numerosas campañas que glorificaban la historia y el imperio portugués, promovían el folklor nacional y silenciaban las voces disidentes. La introducción de la televisión bajo su tutela supuso ampliar el alcance de esa propaganda a un medio masivo emergente, dejando preparada la infraestructura mediática que el régimen continuaría empleando hasta su caída en 1974. Si bien Eça de Queiroz no fue el ideólogo principal (papel reservado a António Ferro), sí fue un ejecutor eficaz de la política cultural salazarista, actuando como censor, organizador de eventos e incluso polemista público. Por ejemplo, en 1945, en pleno centenario del nacimiento de su padre, respondió airadamente desde el diario Diário Popular a unos artículos críticos de sectores católicos, defendiendo tanto la memoria literaria de Eça de Queirós como la ortodoxia moral del régimen. Este incidente reveló su doble autoridad –como heredero de una gloria cultural y como funcionario de la dictadura– y cómo la usaba para legitimar la línea oficial en los debates intelectuales de la época.
En cuanto a la recepción contemporánea, durante la dictadura la figura de António Eça de Queiroz fue reconocida en círculos afines al régimen pero también generó recelos entre opositores. Para los salazaristas, representaba al hombre de letras comprometido con la Nación, recompensado con condecoraciones y cargos de confianza. Para la oposición democrática, en cambio, fue símbolo de la traición de los intelectuales –al estilo que denunciara Julien Benda–, es decir, aquellos escritores que pusieron su pluma al servicio de la tiranía. Tras el retorno de la democracia en Portugal (1974), su legado ha sido analizado de manera crítica. A diferencia de su padre (venerado como uno de los mayores novelistas portugueses), António Eça de Queiroz ocupa un lugar mucho más modesto y polémico en la historiografía. Los estudios actuales tienden a contextualizar su actuación como la de un engranaje importante en la maquinaria propagandística del Estado Novo, que facilitó la perduración del régimen al persuadir a la sociedad de las virtudes del autoritarismo. Igualmente, en el contexto ibérico, su rol es valorado como pieza clave en la convergencia cultural fascista entre Lisboa y Madrid. Investigaciones recientes resaltan cómo sus misiones en España contribuyeron a legitimar internacionalmente a Franco durante la guerra civil, fortaleciendo a su vez la posición de Salazar como aliado indispensable.
En suma, António Eça de Queiroz dejó una impronta clara en la cultura política de su tiempo: utilizó el legado de su ilustre apellido y su talento comunicativo para apuntalar un proyecto autoritario en dos países. Su vida recorre y ejemplifica las tensiones de la intelectualidad luso-española en el siglo XX, debatiéndose entre los ideales liberal-progresistas de la Generación de su padre y la seducción del orden reaccionario que él abrazó. El veredicto historiográfico actual lo señala como un eficaz arquitecto de la propaganda salazarista y un colaborador entusiasta del franquismo, cuya obra escrita y organizativa sirvió para difundir –en periódicos, conferencias, radios y exposiciones– la cosmovisión del fascismo ibérico. A la luz de los valores democráticos presentes, su figura se estudia principalmente como advertencia y recordatorio del poder de la propaganda en la legitimación de regímenes antidemocráticos.
Cronología básica
- 1891 – Nace en París António de Eça de Queiroz (28 de diciembre), hijo del novelista José Maria Eça de Queirós. Portugal bajo la monarquía de Carlos I.
- 1910 – Revolución republicana en Portugal; el joven Eça de Queiroz, de ideología monárquica, rechaza el nuevo régimen.
- 1912 – Participa en la incursión realista de Paiva Couceiro contra la República (ataque a Chaves); fracasada la intentona, se exilia en España y Francia hasta 1915.
- 1919 – Interviene en la “Monarquía del Norte”, levantamiento monárquico en Oporto sofocado por las fuerzas republicanas.
- 1926 – Apoya el golpe de Estado militar del 28 de Mayo que derriba la I República. Comienza la dictadura militar en Portugal, de la cual emergerá Salazar.
- 1927 – Toma parte en una sublevación en Oporto (febrero) promovida por monárquicos descontentos, buscando influir al nuevo régimen hacia la restauración de la monarquía.
- 1932-1933 – António de Oliveira Salazar asume el poder como Primer Ministro (1932) e instaura formalmente el Estado Novo (Constitución de 1933). Eça de Queiroz se alinea con el salazarismo e ingresa en la administración.
- 1934 – Eça de Queiroz dirige la organización juvenil Acção Escolar Vanguarda. En diciembre asiste como delegado portugués a la Conferencia Fascista Internacional de Montreux, representando oficiosamente al movimiento nacional-sindicalista luso.
- 1936 – Estalla la Guerra Civil en España. Salazar declara la neutralidad no beligerante, pero apoya a Franco. En agosto, Eça de Queiroz visita la España nacional y publica crónicas laudatorias en A Voz sobre el orden en la zona sublevada. Se crea la Legión Portuguesa (milicia fascista) en la que Eça se enrola.
- 1937 – Viajes propagandísticos de intelectuales portugueses a la España franquista. Eça de Queiroz visita Sevilla como subjefe de prensa del SPN, estrechando lazos con el bando nacional.
- 1938 – Gran gira de Eça de Queiroz por la España franquista (septiembre-octubre). Recorre el país durante 28 días con apoyo de Serrano Suñer, entrevistándose con autoridades y recogiendo material anticomunista. Portugal y la España nacional firman el Pacto Ibérico (Tratado de Amistad y No Agresión, marzo de 1939).
- 1939 – Finaliza la Guerra Civil con la victoria de Franco. Eça de Queiroz elabora informes para Salazar sobre el nuevo régimen español y participa en Lisboa en la Exposición Anticomunista con materiales de la contienda.
- 1943 – Eça de Queiroz es ascendido a Subdirector del Secretariado de Propaganda Nacional. Segunda Guerra Mundial en curso; Salazar mantiene la neutralidad portuguesa, simpatizando con el Eje.
- 1945 – Termina la Segunda Guerra Mundial con la derrota del Eje. Salazar reorganiza el SPN en el Secretariado Nacional de Información (SNI) e intenta lavar la cara del régimen. Eça de Queiroz, como subdirector del SNI, defiende en la prensa la compatibilidad de los valores de Eça padre con el Estado Novo, frente a críticas ultracatólicas.
- 1951 – Nombrado presidente de la Emissora Nacional (radio pública). Bajo su mandato, Portugal inicia emisiones regulares de televisión (1957).
- 1959 – Eça de Queiroz cesa como director de la Emissora Nacional. Se retira de cargos oficiales tras casi tres décadas en la cúspide propagandística, aunque seguirá escribiendo artículos en apoyo del régimen.
- 1968 – Fallece en Lisboa el 16 de mayo, a los 76 años. Pocas semanas después, Salazar sufre un accidente que lo aparta del poder; el Estado Novo entraría en su fase final (terminará en 1974 con la Revolución de los Claveles).
- 1974 – Revolución democrática en Portugal. Comienza la revisión histórica crítica de la dictadura salazarista y de figuras como António Eça de Queiroz, cuyo legado queda asociado a la propaganda del régimen.
Fuentes: Hispania, vol. LXXII; SciELO Brasil, entre otras.