
Eduardo Montagut
La “Alocución a los habitantes de New Lanark” de Robert Owen, en 1816 es un texto muy apropiado, a nuestro entender, para comprender algunas características del socialismo utópico. El objetivo de esta pieza es plantear ideas del mismo, empleando, precisamente, dicho texto.
Para Owen cualquier intento coercitivo que se hiciera para acabar con la miseria sería más perjudicial que beneficioso. Había que prepararse de forma gradual como método para introducir cambios. Dicho método pasaría por una primera fase de convencimiento sobre la ceguera en la que se encontraban los hombres, para luego convencer de forma general acerca de los beneficios de los cambios que se proyectaban. El segundo paso sería más fácil, y las dificultades se desvanecerían. Así pues, nada de revolución, y sí mucho de evolución, como estamos comprobando. La evolución pasaba por realizar ejercicios pedagógicos de persuasión.
El objetivo era crear un nuevo sistema basado en principios que capacitarían a la Humanidad para impedir que en el futuro (“la próxima generación”, diría Owen) se dieran las miserias del presente y del pasado.
En esa nueva situación se adquiriría un conocimiento correcto de la naturaleza humana, se acabaría con la ignorancia, se impediría que las malas pasiones cobrarán de nuevo fuerza, prevaleciendo la amabilidad y la caridad. Pero, además, desaparecerían la pobreza, y el interés individual entraría en estrecha relación con el interés de todos, es decir, no se plantearía contradicción alguna entre los deseos de todos los individuos. Se llegaría a una situación de moderación y simplicidad, donde los defectos naturales de unos pocos quedarían compensados por la buena voluntad hacia ellos de la mayoría. En fin, se terminarían las quejas.
En un momento dado, en conclusión, se formarían comunidades que tendrían todas las características descritas.
Todo un ejercicio de socialismo utópico.