«Panorama matritense»: Mesonero Romanos y el costumbrismo madrileño del siglo XIX

RAO (A. Nebrija)

Mesonero Romanos (1803-1882) fue un escritor y periodista español del Romanticismo, célebre por sus artículos de costumbres dedicados a Madrid. Vivió en un período convulso –tras la Guerra de Independencia y durante las luchas entre absolutismo y liberalismo– que marcó su visión. Desde joven participó del ambiente liberal del Trienio Constitucional (1820-1823) y comenzó a publicar bocetos costumbristas muy temprano, adelantándose incluso a Larra y otros escritores del género. Sus vivaces descripciones de la vida madrileña le valieron los títulos honoríficos de Cronista y Bibliotecario perpetuo de la Villa de Madrid. Mesonero firmaba muchos de sus escritos bajo el seudónimo “El Curioso Parlante”, reflejo de su carácter observador e inquisitivo. En compañía de literatos como Larra, Espronceda o Estébanez Calderón –con quienes compartía tertulias en El Parnasillo–, Mesonero se convirtió en una figura clave del costumbrismo literario español decimonónico. Azorín resumió su lugar en las letras comparándolo con Larra: “Si Larra simboliza la sociedad literaria de su tiempo, exaltada, impulsiva, generosa, romántica, Mesonero representa la sociedad burguesa, práctica, metódica, escrupulosa, bien hallada”. En efecto, frente al ímpetu crítico de Fígaro (Larra), Mesonero Romanos encarnó un espíritu más burgués y moderado, pero igualmente atento a captar la realidad cotidiana con rigor y detalle. A continuación analizaremos una de sus obras más representativas, Panorama matritense, situándola en su contexto literario e histórico.

Ramón de Mesonero Romanos, cronista madrileño del siglo XIX, retratado por Casado del Alisal

Panorama matritense: visión de Madrid en los cuadros de costumbres

Panorama matritense: cuadros de costumbres de la capital observados y descritos por un Curioso Parlante (1835-1838) es una de las obras cumbre de Mesonero Romanos y del costumbrismo madrileño. Se trata de una colección de artículos o “cuadros de costumbres” publicados inicialmente en la prensa entre 1832 y 1836, y luego recopilados en forma de libro. La primera edición, impresa en Madrid por Repullés, constó de tres volúmenes e incluía 66 artículos costumbristas en total. Cada artículo presenta una escena, tipo social o estampa de la vida cotidiana de Madrid, formando en conjunto un amplio fresco costumbrista de la ciudad. Mesonero, bajo su alias El Curioso Parlante, ejerce de narrador-observador que recorre la metrópoli describiendo con minucia lugares emblemáticos, personajes castizos, festejos populares y hábitos sociales de la época isabelina temprana. Los textos se publicaron en su momento con ilustraciones grabadas, lo que refuerza su carácter vívido y documental.

El género de Panorama matritense es el artículo de costumbres, típico del Romanticismo español, pero en su vertiente más realista y documental. Mesonero Romanos cultiva este género con un estilo propio: Panorama matritense exhibe una prosa descriptiva, amena y sutilmente irónica, alejada de los excesos retóricos del Romanticismo exaltado. Cada cuadro de costumbres suele enfocarse en un tema concreto –un lugar, un evento, un grupo social– y Mesonero aplica una mirada casi etnográfica: describe minuciosamente vestimentas, escenarios, hábitos y lenguajes, con afán de exactitud. A diferencia de Larra, cuyo tono era más satírico y mordaz, Mesonero opta por una crítica social suave, impregnada de humor benevolente y moralismo moderado. El propio Larra reconocía la dificultad del género, que exige combinar “profunda observación filosófica” con “ligera y aparente superficialidad de estilo”. Mesonero logra ese equilibrio: sus escenas son entretenidas en la superficie, pero subyace una fiel observación sociológica. A veces incluso experimenta con la forma, incorporando versos en medio de la prosa para animar la narración –por ejemplo, en el artículo «El paseo de Juana» del Panorama, que incluye pasajes versificados.

Estructuralmente, Panorama matritense se organiza como una serie de estampas independientes, publicadas con regularidad en periódicos y luego ordenadas en el libro. No hay un argumento novelesco que las conecte, pero sí una coherencia temática: todas giran en torno a Madrid y sus gentes en la década de 1830. Mesonero emplea recursos narrativos que dan unidad al conjunto, sobre todo la constante voz narradora del Curioso Parlante, que aporta cohesión y perspectiva. Esta voz suele presentarse en primera persona, a modo de cronista que deambula por la ciudad, observa y conversa con los personajes, para luego relatar al lector lo visto. Es un narrador participante pero discreto, que con frecuencia cierra cada escena con una pequeña reflexión o moraleja costumbrista.

Un rasgo destacado del estilo mesoneriano es la precisión y viveza de sus descripciones. Como ha señalado la crítica, Mesonero utiliza un procedimiento habitual en el costumbrismo: analizar los comportamientos sociales centrándose en un punto urbano concreto, “implantando un foco urbano que forma parte de la historia de una determinada ciudad”. Así, cada escena se ambienta en un lugar reconocible de Madrid –la Puerta del Sol, el Prado, los barrios populares, las plazas y paseos, etc.– que funciona como microcosmos donde se manifiestan las costumbres de sus habitantes. Por ejemplo, en Mis ratos perdidos (obra precedente del Panorama), Mesonero ya describía un bullicioso corrillo de tertulianos en la Puerta del Sol cuyas conversaciones, entre políticas y frívolas, retratan a la perfección el carácter madrileño de la época. En Panorama matritense continuará esta técnica: un célebre artículo titulado «El observatorio de la Puerta del Sol» presenta esta plaza central como “atalaya privilegiada” para conocer la sociedad madrileña. Con humor y socarronería, Mesonero analiza allí el “teatro social” de Madrid, concluyendo irónicamente que “quien no ha visto la Puerta del Sol, no ha visto cosa buena”. Este tono jocoso pero revelador recorre toda la obra.

El retrato del Madrid decimonónico: valor histórico y sociológico

Más allá de su valor literario, Panorama matritense es un documento sociológico de primer orden sobre el Madrid del siglo XIX. Mesonero Romanos se propuso “pintar con exactitud las costumbres de su época” y dejar un testimonio de “una España en trance de mutación”. En efecto, los años 1830–1840 fueron de grandes transformaciones: el paso del Antiguo Régimen al liberalismo isabelino, la llegada del incipiente progreso industrial, los cambios urbanos y de mentalidad. Mesonero, consciente de vivir en tiempos de cambio, quiso recoger aquellas costumbres que las generaciones venideras podrían olvidar. Sus cuadros de costumbres registran con detalle usos y tipos populares que empezaban a desaparecer con la modernización. Por ejemplo, nos legó descripciones de figuras típicas como la portera chismosa, el aguador, el majo castizo o la dama petimetra –tipos humanos del Madrid tradicional– conviviendo ya con novedades modernas como los primeros omnibuses o la moda afrancesada.

La obra abarca un amplio abanico de escenas que, en conjunto, ofrecen un fresco histórico-social de la Villa y Corte. Mesonero retrata desde los ambientes humildes hasta los salones burgueses, pasando por espacios públicos emblemáticos. Entre los temas y escenarios que aparecen en Panorama matritense cabe mencionar, a modo de ejemplo, cuadros titulados «La comedia casera» (un animado baile de majos en un patio), «La empleomanía» (mendigos pidiendo limosna a la salida de la iglesia), «El paseo de Juana» (una estampa de moda y galantería en el Paseo), «Las Ferias» (escena costumbrista con vendedores y curiosos en días de feria) o «El Campo Santo» (un estudiante tuno tocando la guitarra ante una joven junto al cementerio). También dedica artículos a celebraciones religiosas («La procesión del Corpus»), a oficios y comercios («Las niñas del día», sobre las dependientas de tienda; «Antes, ahora y después», que contrasta modas pasadas y presentes) y a estampas domésticas («La casa a la antigua», evocando costumbres hogareñas tradicionales). Cada uno de estos cuadros, escrito con vivo color local, inmortaliza un aspecto del vivir madrileño: las tertulias de café, los teatros y espectáculos, las romerías y fiestas patronales, el trasiego de las calles y mercados, los tipos populares que animaban la ciudad. El resultado es una crónica costumbrista integral: leyendo Panorama matritense el público contemporáneo podía reconocerse en esas páginas, y el lector actual obtiene una ventana fidedigna al Madrid de hace dos siglos.

La relevancia histórica de la obra radica en su carácter de crónica urbana. Mesonero Romanos, metódico y observador, se convirtió en “cronista de la ciudad de Madrid” en el sentido más pleno del término. Sus textos documentan la vida cotidiana con rigor casi periodístico –no en vano dirigió el Diario de Avisos– pero a la vez con penetración literaria, captando el “carácter, inclinaciones y costumbres generales de toda una sociedad”. Muchas de las informaciones que aporta (desde precios de diligencias en la Manual de Madrid hasta la descripción de barrios y modas) tienen hoy valor para historiadores y antropólogos. Asimismo, Panorama matritense refleja la mentalidad de la emergente clase media madrileña –principal objeto de la mirada mesonerana– con sus virtudes y ridículos. En este sentido, la obra ofrece un espejo sociológico: Mesonero analiza a sus contemporáneos con ánimo moralizador pero comprensivo, queriendo tanto divertir como instruir al lector. Esta mezcla de entretenimiento y pintura fiel de costumbres dio al público de la época una conciencia de identidad castiza madrileña, y hoy nos proporciona una fuente primaria sobre la sociedad española post-romántica.

Recepción y legado en la literatura española

Panorama matritense tuvo una recepción interesante en su tiempo. Los lectores madrileños de los años 1830 acogieron con agrado estos cuadros costumbristas donde se veían reflejados. La obra contribuyó a popularizar el género costumbrista, poniéndolo de moda en revistas y periódicos. Sin embargo, no estuvo exenta de crítica: el propio Mariano José de Larra, compañero de generación y también cultivador del artículo de costumbres, comentó el Panorama en dos artículos publicados en El Español (1836). Larra valoraba la observación de Mesonero pero insinuaba cierta tibieza en su estilo, afirmando que Mesonero escribía con “cierta tinta pálida, hija acaso de la sobra de meditación o del temor de ofender”. En efecto, comparado con el sarcasmo feroz de Larra, Mesonero resultaba más prudente y conciliador. No obstante, esas mismas cualidades de mesura y veracidad hicieron que su obra fuera apreciada por un sector más amplio del público, sin las polémicas que rodeaban a Fígaro. Prueba del prestigio alcanzado es que Mesonero Romanos fue nombrado miembro de la Real Academia Española (ocupó la silla e desde 1847) y reconocido oficialmente como cronista de Madrid pocos años después de publicar el Panorama.

Con el paso de las décadas, la figura de Mesonero Romanos y su Panorama matritense consolidaron un legado perdurable en la literatura española. Junto a Larra y a Serafín Estébanez Calderón, Mesonero es considerado uno de los grandes representantes del costumbrismo literario español del siglo XIX. Su manera de retratar con gracia y detalle la sociedad urbana madrileña sentó un precedente para los escritores realistas posteriores. De hecho, puede verse a Panorama matritense como un preludio del Realismo: muchas novelas de la segunda mitad del siglo (como las de Galdós o Pereda) heredarían ese afán de pintar la vida cotidiana con exactitud. La influencia de Mesonero en la cultura madrileña fue tal que Benito Pérez Galdós llegó a mencionarlo explícitamente en Fortunata y Jacinta: en la novela, el entrañable personaje Don Plácido Estupiñá presume de haber nacido en 1803 “y se llamaba hermano de fecha de Mesonero Romanos”, subrayando así la fama del cronista como símbolo de toda una generación. En el terreno historiográfico, obras como El antiguo Madrid (1861) y Memorias de un setentón (1880) confirmaron a Mesonero como guardián de la memoria castiza de la capital.

En suma, Panorama matritense destaca por su doble mérito literario e histórico. Literariamente, es un magnífico exponente del costumbrismo: ágil en la narración, rico en imágenes de la vida real, equilibrado entre la sátira y la simpatía hacia sus personajes. Históricamente, constituye un valioso testimonio del Madrid del siglo XIX, retratando con fidelidad un mundo de cafés, tertulias, chisperos y damas chulas que estaba a punto de transformarse con la modernidad. La obra fue bien recibida en su época, consolidando a Mesonero Romanos como escritor prestigioso, y su legado perdura en la literatura española como referencia obligada del género costumbrista. Como dijo Max Aub, Mesonero fue el “Cronista de la ciudad de Madrid” por excelencia, y Panorama matritense es quizá la expresión más completa de esa vocación de cronista, un puente entre la literatura y la historia de la vida cotidiana española.

Fuentes: Ramón de Mesonero Romanos, Panorama matritense (1835-1838); estudios de M.ª Ángeles Ayala, Enrique Rubio Cremades y Julián Hernández; Wikiquote (citas de Larra, Azorín); Wikipedia; Archivo cervantino; Fortunata y Jacinta de B. Pérez Galdós.

Related Posts

Soria, el lugar del idilio

Ángel L. Prieto de Paula (Universidad de Alicante) El comienzo del curso coincidió con la publicación, en octubre de 1907, de Soledades. Galerías. Otros poemas. El título evidencia que se trata de una reedición muy ampliada y enriquecida de su primer…

Volver a la infancia con Gabriela Mistral Rosa Amor del Olmo, Universidad Nebrija Tala, publicado por primera vez en Buenos Aires por Editorial Sur en 1938, se considera un hito dentro de la labor literaria de la poeta chilena Gabriela Mistral,…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

ARTÍCULOS

La Biblioteca Obrera de Buenos Aires en los inicios del XX

La Biblioteca Obrera de Buenos Aires en los inicios del XX

Un estreno en el Fontalba«Amparo» de Joaquín Dicenta con presencia de Juan Negrín 1935

Un estreno en el Fontalba«Amparo» de Joaquín Dicenta con presencia de Juan Negrín 1935

Isidora cumple 20 años y lanza una convocatoria especial de colaboraciones Isidora 41 en papel

Isidora cumple 20 años y lanza una convocatoria especial de colaboraciones Isidora 41 en papel

Galdós dibujante. Tertulia entre canarios

Galdós dibujante. Tertulia entre canarios

El paradójico patriotismo de los afrancesados

El paradójico patriotismo de los afrancesados

Canarias, orgullo y raíces en un día para celebrar

Canarias, orgullo y raíces en un día para celebrar

Los desajustes de la globalización y la persistencia de los problemas no resueltos del imperialismo

Los desajustes de la globalización y la persistencia de los problemas no resueltos del imperialismo

Historia del divorcio en España

Historia del divorcio en España

Noches de Museos con Galdós

Noches de Museos con Galdós

San Isidro en Madrid: Tradición castiza, literatura galdosiana

San Isidro en Madrid: Tradición castiza, literatura galdosiana

Conmemoración: Benito Pérez Galdós, 182 años del cronista eterno

Conmemoración: Benito Pérez Galdós, 182 años del cronista eterno

El valor de la prensa en las victorias obreras

El valor de la prensa en las victorias obreras