
El Mencey del viernes – Que levante la mano el canario que se sienta mimado por Madrid. ¿Nadie? No me extraña. A estas alturas, ya sabemos el truco: las Islas Canarias solo existen para el Estado cuando hay elecciones cerca, cuando el Teide echa humo, o cuando algún suceso nos coloca en portada de telediarios. El resto del tiempo, somos ese paisaje lejano que adorna sus mapas del tiempo con un recuadro diminuto en la esquinita, no vaya a ser que se olviden de dibujarnos. Somos “región ultraperiférica” para Europa y ultraolvidados para la península. Y, francamente, estamos más que hartos.
Hablemos de conectividad, esa palabra mágica que aquí suena a chiste. Tome usted un habitante de El Hierro o La Gomera, por ejemplo. Si ese paisano quiere viajar a la península, tiene que empezar rezando: lo más probable es que primero deba volar o navegar a Tenerife o Gran Canaria y hacer noche allí para al día siguiente enlazar con la Península. Doble insularidad lo llaman: el doble de escalas, el doble de costes. No es casualidad que el Gobierno canario haya tenido que habilitar fondos solo para que los jubilados de islas menores puedan costear esa noche extra de hotel antes de coger el avión, ya que el Estado quitó la ayuda que antes existía para paliar ese sobrecoste. Y de los aviones, ¿qué decir? Presumen mucho del descuento del 75% para residentes, pero la letra pequeña nos la sabemos: las aerolíneas encarecieron los billetes en cuanto nos subieron la bonificación. Hoy un vuelo Tenerife-Madrid puede costar 200€ para un residente (que paga 50€ y el resto papá Estado), pero la compañía está cobrando 800€ en total por ese asiento. Resultado: los precios medios de los billetes subieron hasta un 9–14% tras implantar el 75%, sobre todo en rutas donde viajamos más canarios. Un chollo, sí… pero para las compañías, no para nosotros. Y quien no tiene la suerte de residir aquí lo tiene peor: volar a casa por Navidad le puede costar 500 o 600 euros, un lujo inasumible que se ha intensificado desde que se incrementó la bonificación de residentes del 50% al 75%eldiario.es. Menuda ironía: te dan un descuento con una mano y con la otra permiten que el billete suba de precio. Conectividad de tercera categoría, esa es la realidad.
¿Y el transporte marítimo? Tres cuartos de lo mismo o peor. Cada vez que un ferry se avería o se satura, ciertas islas quedan casi incomunicadas. En El Hierro ya han tenido episodios de desabastecimiento de productos básicos porque la naviera no daba abasto para llevar cargaatlanticohoy.com. Hace nada, la propia Mesa de Transportes de El Hierro exigió añadir dos conexiones semanales más con Tenerife para que no siguieran quedándose en tierra contenedores con frutas, lácteos, congelados o medicamentos imprescindiblesatlanticohoy.com. ¡Medicinas atascadas en el muelle, en pleno siglo XXI! Y mientras, en Madrid, bien gracias. Estas cosas ocurren cuando vives a 2.000 km de “la metrópoli” y dependes de decisiones tomadas por quienes quizás ni hayan pisado las islas menores. Dicen que van a “compensar la insularidad”, pero la letra pequeña siempre llega con retraso o nunca.
Seguimos con el coste de la vida, la broma pesada de la cesta de la compra insular. Aquí llenar el carrito se ha vuelto deporte de riesgo para el bolsillo. Los plátanos canarios –nuestro orgullo agrícola– están a precios desorbitados, rondando 3,40 € el kilocanarias7.es (¿recuerdan cuando costaban menos de 1 euro? Ya ni en sueños). El aguacate local, 7 u 8 € el kilo, casi precio de oro. Hacer un potaje canario humilde para una familia sale por 30 euros mínimocanarias7.es, y eso si escatimas ingredientes. “Si miras los precios, no comes”, resumía con amargura un vecino en el mercadocanarias7.es, y cuánta razón tiene. Porque los sueldos aquí no son más altos que en la península, pero los alimentos sí lo songobiernodecanarias.org. Hasta el propio Instituto Canario de Estadística ha reconocido que la alimentación y las bebidas cuestan ligeramente más en Canarias que en el resto de Españagobiernodecanarias.org. Y en las islas pequeñas ni les cuento: El Hierro y La Gomera han llegado a tener las cestas de la compra más caras de Canariasgobiernodecanarias.org, por encima incluso de Tenerife o Gran Canaria. Ser doblemente insular significa también pagar más por la leche, la fruta y el pan, porque todo llega con sobrecoste de transporte. Ironías del destino: nos venden la moto de que somos un paraíso fiscal con impuestos más bajos (el IGIC en vez del IVA, etc.), pero luego en lo básico acabamos pagando más que nadie. Pregúntele a cualquier madre en La Palma o Lanzarote si nota barato el súper; le contará otra historia bien distinta.
En infraestructuras y servicios, la cosa no mejora. Aquí las obras públicas se eternizan, encalladas en promesas y trámites que van a ritmo de vieja guagua escalera. Cada cierto tiempo vemos desfilar ministros peninsulares anunciando inversiones en carreteras, puertos, aeropuertos… pero todo va con delay. El convenio de carreteras Canarias-Estado, por ejemplo, ha sido el cuento de nunca acabar: se negoció años a trompicones, con incumplimientos reiterados del Ministerio de Fomento y fechas que se aplazaban una y otra vez. En 2018 el entonces ministro Ábalos prometió firmar el nuevo convenio “la semana que viene”, luego “el mes que viene”, y al final nadacanarias7.es. Mientras, Canarias temblando porque si no se firmaba antes de fin de año, se podían perder fondos ya previstosc. ¿Se imaginan? Juegan con nuestras necesidades a su antojo. Hay autovías aquí cuyo retraso va camino de récord Guinness. La nueva carretera de La Aldea, en Gran Canaria, ha sido llamada “el máximo símbolo del olvido y abandono del Gobierno de Madrid a Canarias”lavanguardia.com, con décadas de demora mientras los vecinos sufrían una vía antigua tan peligrosa que se cerraba cada dos por tres por desprendimientoslavanguardia.com. Vergonzoso. Y así con tantas obras: trenes insulares que nunca pasan de la fase de powerpoint, ampliaciones de puertos o aeropuertos que duermen el sueño de los justos, instalaciones prometidas que se quedan en la foto inicial. Eso sí, cada inauguración que logran hacer la convierten en mitin, como si nos regalaran algo. No, señores: son derechos y necesidades de nuestra gente, no caprichos.
¿Y cuándo se aceleran milagrosamente los proyectos y las visitas oficiales? Cuando huele a elecciones. Ahí sí: de repente Madrid nos descubre en el mapa. Vienen presidentes, ministros, opositores… todos desfilando por las islas, prometiendo el oro y el moro (otra vez). Nos anuncian planes especiales, inversiones millonarias, bajadas de impuestos, lo que sea con tal de pescar votos en el océano. Termina la campaña, pasan las elecciones, y adivinen: muchas promesas se esfuman como la espuma de las olas. La historia es vieja y conocida. Lo resumió muy bien una política canaria, María Fernández, en 2019: “Si los nacionalistas no estamos en Madrid y nuestro voto no cuenta, se olvidan de que Canarias existe”. Y Ana Oramas –veterana luchadora por las islas en el Congreso– lo ha dicho sin tapujos: “Cuando el voto de los canarios es decisivo, el Gobierno de Madrid se ocupa y se preocupa de Canarias; solo entonces avanzamos”coalicioncanaria.org. Traducido: solo nos hacen caso si nos necesitan para algo, ya sea para formar gobierno o para arañar un escaño. En cuanto dejamos de ser útiles, volvemos al cajón del olvido. Así de crudo.
Con las catástrofes pasa otro tanto. Si arde un monte en Gran Canaria o hay un volcán arrasando La Palma, ahí tenemos a todos los altos cargos aterrizando con cara compungida, prometiendo ayuda “caiga quien caiga”. Durante unos días, solidaridad a raudales, palabras grandilocuentes, “Canarias no se queda atrás”. Pero luego… la cruda realidad: la ayuda llega tarde, mal o nunca. Tres años después de la erupción de La Palma, todavía había decenas de familias viviendo en contenedores y caravanas porque los 100 millones de euros prometidos por el Estado para 2024 no habían llegado ni en un céntimo. Cuentagotas es poco: la gente esperando por ayudas de alquiler, por indemnizaciones justas, por reconstrucciones que no llegan, mientras la burocracia y el “ya veremos en los Presupuestos” alargan la agonía. Indignante. En incendios anteriores igual: titulares de un día, promesas de reforestación y apoyo, y al tiempo aún hay afectados preguntándose dónde quedó todo aquello. La memoria institucional es frágil cuando se apagan las cámaras.
Llegados a este punto, uno se pregunta: ¿qué hacemos los canarios al respecto? Nos quejamos mucho en la calle y en la radio, pero luego nuestros propios gobernantes a veces se conforman con cuatro parches y fotos. Llevamos décadas oyendo hablar de la “autonomía” y el REF (Régimen Económico y Fiscal) especial de Canarias como escudo de nuestras singularidades. Pero a la hora de la verdad, ni nos respetan ese REF ni ejercemos la autonomía con la firmeza debida. No hace tanto, el Parlamento de Canarias tuvo que aprobar llevar al Estado ante el Tribunal Constitucional porque Madrid incumplió el REF en materia fiscal, cambiando ventajas sin ni siquiera consultarnos. “Con el REF no se juega”, clamaron todos los grupos políticos canarios al unísonoeuropapress.es, cansados de que el Gobierno central nos ningunee y obligados a plantar batalla legal por puro sentido común. Es triste tener que llegar a esos extremos, pero más triste es ver cómo desde la metrópoli siguen teniendo lagunas –a veces voluntarias– sobre nuestras necesidades. El portavoz de Ciudadanos en esas fechas lo llamó “ninguneo y burla” del Ejecutivo central hacia Canarias, y no le faltaba razón.
Al final, la conclusión es clara: Canarias tiene que espabilar y defender su autonomía de verdad, más allá de la retórica. No hablo de independencias utópicas ni de banderas al viento sin plan real; hablo de actuar con dignidad política. Nuestros representantes tienen que dejar de ser sumisos y pasar a ser exigentes. Hay que pelear cada inversión, cada partida presupuestaria, cada derecho diferencial que tengamos, como si nos fuera la vida en ello. Porque en parte, nos va el futuro. Esta tierra supo luchar cuando hizo falta: recordemos que en 1797 los canarios derrotaron en Tenerife al mismísimo almirante Nelson, dejándolo manco y avergonzado – uno de los mayores héroes británicos mordiendo el polvo aquí, en suelo guanche. Esa bravura de nuestros antepasados, ese orgullo de mencey que plantó cara a conquistadores y piratas, es el que nos toca recuperar (en versión siglo XXI). No podemos conformarnos con las migajas que quieran darnos cuando a ellos les conviene. Autonomía real significa gestionar mejor nuestros recursos, diversificar nuestra economía para no depender tanto de la ayuda exterior, y alzar la voz bien alto cuando se rían de nuestros problemas. Si para que nos respeten tenemos que hacernos valer siendo decisivos en Madrid –ya sea con votos en el Congreso o con alianzas fuertes–, hagámoslo. Y si no, al menos mantenernos unidos aquí para no dejar que nos mareen con falsas promesas.
En resumen, este Mencey del viernes, irónico y combativo, les deja esta reflexión final: ya está bien de ser canarios de segunda en nuestro propio país. No podemos seguir esperando a que Madrid se acuerde de Canarias solo cuando le conviene – en elecciones, en incendios o en catástrofes – para luego olvidarse al día siguiente. Ha llegado la hora de que seamos nosotros quienes nos acordemos de lo que valemos y lo hagamos valer. Porque si no defendemos nosotros nuestra tierra, nadie lo hará. Y la próxima vez que vengan con prisas y sonrisas a pedirnos el voto o a sacarse la foto, les recordaremos, con la mejor de nuestras sonrisas (y la espada de la historia en la mano): “Bienvenidos a Canarias, esa que solo visitas cuando te hace falta. Pase, pase… y a ver si esta vez viene para quedarse”. Cada viernes un Mencey alza la voz; ojalá pronto no haga falta gritar.

Fuente: El Mencey del viernes (opinión).
Referencias: Las cifras, declaraciones y hechos mencionados en esta columna están respaldados por fuentes periodísticas y datos oficiales recientes, entre ellas Canarias7canarias7.escanarias7.es, eldiario.eseldiario.eseldiario.es, Europa Presseuropapress.eseuropapress.es, Atlántico Hoyatlanticohoy.comatlanticohoy.com, El Confidencialelconfidencial.comelconfidencial.com y documentos históricosen.wikipedia.org, que evidencian la realidad de la doble insularidad, el abandono institucional y las reivindicaciones aquí expuestas. Las voces citadas (María Fernández, Ana Oramas, etc.) reflejan el sentir de muchos canarios respecto a la atención intermitente que recibimos del Estadoelchaplon.comcoalicioncanaria.org.