
Por Ángel L. Prieto de Paula (Universidad de Alicante)
La vocación de Antonio por la literatura y específicamente por el teatro fue muy temprana. Además de trabajar un tiempo en el Diccionario de ideas afines, por invitación de Eduardo Benot, comienza a publicar con pseudónimo en La Caricatura, lo mismo que su hermano Manuel, con quien también escribe alguna colaboración, asimismo bajo pseudónimo, y asiste a tertulias de café con los literatos del momento; entre ellos, Valle. Recomendado por el poeta Federico Balart, en 1896 entró como meritorio en la compañía teatral de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza, iniciándose así una relación con la escena que constituye un bagaje importante de su formación y que se reavivaría en su madurez cuando, en colaboración con Manuel, se volcó en la escritura teatral.
Hacia final de siglo, y luego de las borrascas ideológicas y políticas del Desastre de 1898, inició la escritura de los poemas de Soledades. Entre junio y octubre de 1899 vivió en París, adonde marchó siguiendo los pasos de Manuel, que estaba allí desde marzo. Los dos hermanos trabajaron como traductores en la editorial Garnier y pudieron familiarizarse con los ambientes de la bohemia y las corrientes estéticas del momento. Además, tuvieron oportunidad de asistir a los enconados enfrentamientos provocados por el «caso Dreyfus», que activaban en Francia la polémica del compromiso de los intelectuales y la capacidad terapéutica de la literatura. Antonio entró en contacto con las ideas filosóficas de Henri Bergson, por quien se sintió hondamente impresionado. Además conectó con Pío Baroja y el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, y pudo conocer a autores como Jean Moréas, Oscar Wilde o Anatole France.
De nuevo en España, se reintegró en la vida teatral madrileña, esta vez como actor, y concluyó sus interrumpidos estudios de Bachillerato, título que obtuvo en 1900 en el Instituto Cardenal Cisneros. Aunque en principio consideró la idea de cursar Filosofía y Letras, pronto abandonó su propósito, que retomaría años más tarde.

Su aparición como poeta público tuvo lugar en 1901, en la revista Electra -título vinculado a la obra teatral homónima de Galdós-, de la que su hermano Manuel era jefe de redacción y en cuyas páginas se difundieron los poetas simbolistas franceses. A partir de ahí, su vida literaria se despliega en diversas revistas de aquel tiempo, varias de ellas vinculadas a la corriente modernista, como Helios, Blanco y Negro, Revista Ibérica y Alma Española. El Modernismo era el movimiento estético que predominaba en España, aunque aún tenía un aire muy afrancesado, proveniente de Prosas profanas (1896), de Rubén Darío, quien encontró en España un lugarteniente y verdadero apóstol del movimiento: Francisco Villaespesa. A Rubén pudo conocerlo y tratarlo Antonio Machado a partir de su regreso a París (abril de 1902), donde Gómez Carrillo le facilitó un puesto en el consulado del que este era titular.
Otra vez en España en el mes de agosto, conoció a Juan Ramón Jiménez, nombre consolidado en el nuevo movimiento estético a pesar de su juventud: en 1900 había publicado Ninfeas y Almas de violeta, y en 1903 publicaría Arias tristes, un libro de una primera madurez que impactó intensamente en Antonio Machado.
En enero de 1903 se produjo su verdadero estreno poético con la publicación de Soledades (en realidad impreso en 1902). Sus poemas son anteriores a 1900 en su casi totalidad, y reciben del Modernismo su contenido más simbolista, lejos de la exultación cromática y los esplendores sonoros del Darío parnasiano. El libro le granjeó el reconocimiento de importantes escritores del momento; entre ellos, Miguel de Unamuno, a quien siempre tuvo por maestro. Su integración en el panorama socioliterario lo llevó a firmar en 1905, con otros autores renovadores, la protesta contra la concesión a Echegaray del premio Nobel de literatura del año anterior.
Pero los versos, la bohemia teatral y las tertulias de los cafés -El Gato Negro, Fornos, Lion d’Or…- no solventaban su precariedad económica, por lo que, rebasada ya la treintena, decidió preparar oposiciones para cátedras de francés en institutos (aun sin ser licenciado universitario, algo que era posible entonces). Conseguida la plaza en abril de 1907, eligió la vacante de Soria. A comienzos de mayo se personó en el Instituto General y Técnico para tomar posesión. Apenas tuvo tiempo de conocer a sus compañeros de claustro, pues regresó enseguida a Madrid hasta el inicio del curso siguiente. Así daba comienzo a su andadura docente como profesor de francés y, de paso, al periodo soriano, que él mismo consideraría el más dichoso de su existencia.
Recogido del Portal del Cervantes Virtual https://www.cervantesvirtual.com/portales/antonio_machado/biografia/#bohemia