
Rosa Amor del Olmo
La capacidad de sentir lo que sucede “en el fondo” al capturar miles de millones de datos, a menudo invisibles, pero sin embargo muy presentes, y que tienen una influencia en las personas y los eventos es una virtud o un talento del que poco se habla. Ya sabemos que un exceso e empatía puede ser negativo, hablo de la hiperempatía necesaria para algunas profesiones. La empatía cognitiva, que consiste en nuestra capacidad para comprender los estados mentales y psicológicos de las personas que nos rodean. La empatía afectiva que consiste en tener una mayor capacidad para sentir y experimentar las emociones de una persona, permitiéndonos mostrarnos más compasivos, puede volverse contra uno si no se canaliza adecuadamente.
Cuando llegamos –por ejemplo- a una fiesta, coctel u otro, este «poder» inmediatamente nos da la percepción de lo que solemos denominar como « qué ambientazo » o por el contrario percibimos que el aire hay que cortarlo a cuchillo. Vemos los sentimientos de los demás. Para mí siempre ha sido fácil, he tenido telepatía e hiperempatía a estas sensaciones que muchas veces casi que me han salvado la vida o se la he salvado yo a alguien. A veces como intuimos que algo puede pasar, sentimos miedo de asistir allí. Tener acceso a esta información y poder identificar su origen, en lugar de atribuírsela a uno mismo como algo exclusivamente propio, ayuda a reaccionar en tal contexto y adaptarse si es necesario para cuidarse o lograr nuestros objetivos.
Una gran empatía, es la que nos permite convertirnos en grandes mediadores. Al comprender personalmente los sentimientos de los demás, los hiperempáticos pueden explorar nuevas formas de resolver conflictos, porque tienen en cuenta los intereses de todos, lo cual es invaluable en caso de disputa.
La hiperempatía, es también una gran facilidad para propiciar ambientes armoniosos y cordiales. Muy sensibles a los ambientes, las personas hipersensibles empáticas tienen el don de facilitar el buen funcionamiento de las relaciones. Por lo tanto, pueden ser excelentes entrenadores, animadores, facilitadores, mediadores y excelentes colegas y líderes humanos.
Una gran capacidad de escucha, tan importante y preciosa en este mundo con tendencia individualista donde cada uno puede sentirse solo e indefenso en su rincón. Esta escucha nutre las relaciones de las personas dotadas de ella, otorgándoles un lugar privilegiado como confidentes y apoyos, especialmente cuando combinan esta escucha con una ausencia de juicio, enriquecida por la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Muchas profesiones requieren que esta gran escucha se ejerza de la mejor manera y con humanidad.
Por ejemplo, podemos formular y reformular, atreverse a preguntar al otro qué escuchó de lo dicho. Cuando preguntamos esto, la mayoría de las veces, encontraremos que no entendió lo que queríamos decir. Por lo tanto, tendremos que reformular y aclarar nuestra posición. El objetivo es llevar a la pareja o a quien sea a entrar en un espacio de confesión con el otro. Lo que implica dejar de permanecer ciego ante uno mismo, pasar por el miedo a perder al otro, porque la palabra dice algo de nosotros que no necesariamente coincide con lo que se quiere oír. El habla y el lenguaje establecen nuestra identidad. Ser escuchado por el otro es sentir que existes, de ahí que la intervención de un terapeuta en muchas ocasiones sea fundamental. Se llama terapia de descarga y no quiere decir que tengas un problema psiquiátrico –quizás sí- pero no me refiero exactamente a eso. La terapia de descarga es una de las que más me gusta, todos la necesitamos y en una, dos o tres veces, relatamos en voz alta todo lo que nos sucede, nuestros proyectos, preocupaciones, con alguien que es neutro y que por secreto profesional no va a “cascarle” a tu mujer todo lo que has dicho o copiarte esas ideas creativas que te preocupan, por poner un ejemplo. No se toma partido, solo se ayuda con esa hiperempatía que sirve para que el otro –la otredad de la que siempre hablo en mis poemas- sepa que estás al cien por cien, en complejidad, amor humano y comprensión, pero sin juicio.
La hiperempatía es fundamental tenerla para aproximarnos a los demás, darle esa confianza y armonía que necesita para comunicarse y por ende saber por si mismo qué le sucede. Debemos hacerlo y empecinarnos hoy más que nunca porque ahora los padecimientos del alma son por no comunicar lo que nos sucede, sin duda. Lo que es una falta de comunicación puede convertirse en una patología, neurosis o psicopatía. Hablar, ser escuchad y escuchar, comunicar y ser entendido es una de las maravillosas cualidades que tiene la vida en sus relaciones y que debemos buscar con profusión.
Estamos en la vida para ayudarnos unos a otros y ¡pum!