
Artículo editorial del número 20
Rosa Amor del Olmo, directora
¿Por qué subir al escenario un clásico moderno? Las propuestas, los conceptos y las ideas que Galdós elaboró en su momento para ser novelas y luego poderlas exibir en un escenario como es el caso de Doña Perfecta son de una actualidad que impresiona. Este número presenta el texto de la versión que el Director Ernesto Caballero ha ideado sobre la obra galdosiana, conviertiéndose así en demiurgo que junto con los actores hacen de esta interpretación una nueva creación, completamente fiel al espíritu de Galdós. Los caracteres de los personajes son una extensión redefinida absoluta de unas personalidades que están hoy en nuestra España igual que ayer, acercándolos de tal manera a nuestra idiosincrasia que en ocasiones no parece que estemos ante un texto del XIX con todas sus letras. Es verdad que Galdós con Perfecta hizo una primera versión, a modo de ensayo, de lo que sería ese mismo personaje después más grande –todavía más mezquino- y en otras circunstancias unos años después si se quiere todavía mucho más radicales y donde el personaje será asesinado por otro personaje.
Este es el caso de la novela dialogada Casandra, en principio un texto que después se adaptó al teatro y en donde su final rotundo no deja escapatoria alguna: “He matado a la hidra que asolaba la tierra, respira humanidad” esgrime con horror Casandra cuando termina con la vida de Doña Juana, un personaje de las mismas características que Doña Perfecta sino es una extensión de la misma. Otros temas e ideas del Galdós decimonónico se nos parecen un poco más lejos de nuestro tiempo, este es el ejemplo de El abuelo, también actualizada, donde la lucha de clases y la cuestión del honor quedan ciertamente como “pruebas superadas” por la evolución de la sociedad. En Realidad Galdós había planteado justamente una cuestión completamente opuesta, otra variante fundamental del alma femenina, la de la mujer liberada, convencida de que puede hacer uso de sus deseos y de su libertad aunque para ello engañe a su marido y sucumba ante el adulterio.
Es obvio, que la sociedad presente con su tono conciliador y con sus avances en ética y universalidad para comprender la tragedia del ser humano con sus consecuencias, no quiere reflexionar sobre los planteamientos que podemos ver sobre la escena con Perfecta, pero los reconoce como suyos. Éstos reflejan la cuestión católica con su superchería y su caciquismo que han transitado y transitan por España, ahora más que nunca. No se puede obviar este hecho que no es parcial, es un universal de lo que representa nuestra realidad, nuestra manera de ser. En España hemos destacado por tener muchos clérigos, santos, teólogos como decía Blasco Ibáñez pero es que esta cuestión no se reserva únicamente para determinados momentos históricos, donde lo representado sobre la escena de Orbajosa podría ser cualquier lugar de España o toda ella entera. Sirve para todos los momentos de nuestra historia en la que queremos vernos. El catolicismo radical queda de tal forma revelado que uno de los cuestionamientos que uno se hace es el de pensar hasta qué punto la religión fanatiza y cambia a las personas hasta convencerse de estar en posesión de la verdad y creerlo firmemente, aunque esto solo sea una imagen de una verdad aunque no lo es. Ante el miedo de pensar en que me pueden quitar mi porción de verdad a la cual estoy unido inseparablemente, llevo al extremo todo el potencial de lo que creo que es verdad aunque me convierta en un mezquino o en un homicida. Hoy en día vemos esta forma de ser por doquier. Por defender estas ideas de verdad absoluta enmascaradas de hipocresía, el ser humano es capaz de todo. La interpretación que se hace de Perfecta, así lo refleja.
Pero Perfecta es una manipuladora que representa el matriarcado que ha sido y en cierta forma es nuestra España. La mujer de carácter manda aconsejada por la sacristía y lo hace de verdad, aunque para imponer su voluntad, su criterio, aniquile los sentimientos y el futuro de los suyos y de su país. Lo importante en ese caso no son las libertades (abortadas todas ellas bajo el yugo ideológico radical) lo que importa es mandar, dominar…el dominio absoluto que se ejerce sobre aquellos que son más débiles, adueñándonos de su conciencia. Este es el caso de Rosarito, esbozo de lo que años más tarde Galdós convertirá en otra mujer que aun conservando esas características cambia y se hace fuerte, así nacen Electra, Mariucha, Celia o Casandra como una transformación evolucionada de un telar romántico. Al mismo tiempo una ideología liberal y moderna se impone de manera radical, este es el caso de Pepe Rey, magníficamente representado, a la altura de un Don Inocencio que convence con su gracia y buen hacer característicos del dominador de conciencias.
Perfecta es hoy sobre la escena un ser que todos reconocemos, con brillantez, inteligencia….con toda la hipocresía que un dominador (que previamente ha sido ultrajado) puede devolver a los demás. Perfecta, ha sido deshonrada, humillada hasta lo máximo por su marido, que ahora muerto, cediendo todo el espacio para la venganza, para el horror de la dominación. Es la reacción al dolor, la transformación en monstruo del ser humano, “cosas de mujeres” se diría. Al subir a las tablas, hoy a Perfecta, el Director de teatro al igual que un editor se pregunta qué hacer con un autor clásico moderno a la hora de publicarlo, de la misma forma éste se cuestiona previamente ¿cuál es el estado de la situación en el momento de hacer reales hoy unos personajes que han sido ideados en 1870?. Ernesto Caballero con su equipo consigue hacer actualidad de los sucesos decimonónicos que son el escenario, la carcasa de nuestra realidad actual. Todos estos personajes han nacido hoy y Galdós se corona como un autor contemporáneo en todo su sentido.
Gracias a todos. editorial número 20
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