El perfil político de Galdós entre dos o tres ejes

Rosi Burakoff

Profesora y Filóloga

Debo confesar que hablar de Galdós político y republicano me resultaba intimidante. Me enfrentaba ante una investigación, creía yo, alejada de las temáticas que había trabajado con anterioridad. Y por ello me di a la tarea de buscar definiciones de los conceptos de política y república desde sus raíces. Intente que una definición del latín y griego me conectará con la narrativa de Galdós y con las características que me eran tan familiares. Pensé, como alternativa, posicionar a Galdós en pleno siglo XXI y con los medios digitales y de difusión que nos rodean. Considerar desde esta perspectiva, cuál sería la repercusión sobre su novela a la menor insinuación de su parte que pudiera ser interpretada por la derecha o la izquierda sin conciencia, sin mayor argumento o consideración. Una postura altamente riesgosa y muy común en nuestros días.

La solución, y para mi grata sorpresa, la encontré en las palabras leídas por el propio Galdós a los republicanos de Madrid en el Casino de la calle de Pontejos, y El País, el 19 de abril de 1907120. En este mensaje Galdós describe los conflictos sociales como el Carnaval político y religioso donde la verdad se esconde tras un engaño. Y es así, como el tópico del disfraz, que me resulta tan familiar en su narrativa cobra mayor sentido en la visión del escritor canario como político y republicano.

Esta será una breve reflexión de los factores históricos y biográficos del autor analizados desde dos ejes que presente en mi modelo de análisis para los personajes galdosianos121: los ejes de evolución y enmascaramiento u ocultación. Considero que la evolución, o en su defecto la involución, son determinantes en la transición política de Galdós y en su paso como diputado liberal a republicano. Y el enmascaramiento, mejor explicado en sus palabras:

«Se acabó el engaño, se acabó el Carnaval político y religioso en que hemos corrido y bromeado vestiditos de abates honestos o de palaciegos rutilantes y entramos en la vida común de la verdad»122.

En 1886, la historia nos sitúa a Benito Pérez Galdós como diputado del partido liberal de Sagasta, lo vemos ejercer como diputado nacional en tres legislaturas no consecutivas hasta 1916, actuar como presidente de la Conjunción Republicano-Socialista y, finalmente, como adscrito al pro-republicano Partido Reformista123.

Este paso por la política española supondría, como así lo describe Paula Corroto en El Confidencial, una evolución desde el liberalismo a la decepción que le supuso la burguesía española. Evolucionó, nos dice, como un señor que va tomando conciencia y tomó conciencia de que con esa gente de la burguesía no se podía hacer nada124. Y pareciera ver en la política, una manifestación más de los hombres del “siglo XIX con sus virtudes y sus vicios, su noble e insaciable aspiración, su afán de reformas, su actividad pasmosa”125.

La motivación del autor canario estaría ligada, entonces, al alcance que tiene un partido para fomentar el desarrollo y la

evolución de la sociedad o en su defecto en las consecuencias que acarrearía la ausencia de dicha evolución. Hablar del perfil político de Galdós es designar a un hombre coherente a sus principios. Pensar en Galdós como un político en el sentido actual de la palabra es erróneo pues como el mismo lo decía: “Yo no soy ni seré nunca político. He ido al Congreso porque me llevaron, y no me resistí a ello porque deseaba hace tiempo vivamente conocer de cerca la vida política”126.

Concuerdo con Peña Rodríguez en que Galdós “asistió al derrumbe de las viejas formulas políticas de su tiempo127. Y como constante en este paso de partido a partido había una clara apuesta por la educación y la ciencia como medios de progreso y regeneración. Creo que con estas palabras Peña Rodríguez da con la clave que explica el quehacer político de Galdós. No se puede negar que Galdós participó de campañas y mítines políticos como la carta que se leyó en el 28 de mayo de 1908 para formar el bloque de izquierda contra la ley maurista, otra carta suya se leyó en Santander en un mitin el 7 de junio del mismo año.

No cabe duda, que en la narrativa histórica de Galdós y en obras como Fortunata y Jacinta (1887) hay un interés por retratar a la clase burguesa y la clase media como espejo de los conflictos de su tiempo. Sin embargo, clasificar el paso de Galdós de un partido a otro como evolución es arriesgado, es más congruente pensar que en su anhelo por ver el progreso de la sociedad española se traslada de una a otra línea ideológica más acorde a su pensamiento. Considero, que su adhesión a las filas de un partido está relacionada con su convicción de que la sociedad del siglo XIX requiere un cambio y la política, a mi entender, sería uno de estos vehículos.

He rebatido con anterioridad la evolución de Galdós dentro de la política, tal y como la entiende Corroto, porque creo que no hubo premeditación por parte de Galdós. Más bien, considero que Galdós pretendía todo menos entorpecer cualquier

tentativa de desarrollo social o cultura, ya que: “Se halla España hoy en una de las más graves crisis de su borrascosa existencia, estancada en su progreso, contenida en sus ansias de vida intelectual por frenos y ligaduras que sigilosamente se le imponen con labor hipócrita y cachazuda”128.

Del mismo modo, es arriesgado etiquetar a Galdós como un político por el mero hecho de encontrar en sus epístolas dicha temática, como lo afirma Dean-Thacker en Galdos Político, pues habría que decir que Galdós es médico también simplemente por la forma tan minuciosa y detallada en que habla de la medicina, la patología infantil y las enfermedades.

Envidio los que poseen la ciencia hipocrática, que considero llave del mundo moral; por eso vivo en continua filtración con la Medicina, incapaz de ser verdadero novio suyo, pues para esto son necesarios muchos perendengues; pero la miro de continuo con ojos muy tiernos, porque tengo la certidumbre de que si lográramos conquistarla y nos revelara el secreto de los temperamentos y de los desórdenes funcionales, no sería tan misterioso y enrevesado para nosotros el diagnóstico de las pasiones129.

Conforme reflexiono sobre Galdós y su relación con la política me encuentro navegando en los mismos mares que los críticos que anteriormente he juzgado. He intentado validar un argumento a través de su narrativa y me he dado cuenta que el verdadero problema es conciliar la carrera literaria con su carrera política como si estos fueran aspectos independientes cuando en realidad todo forma parte de un mismo ser polifacético y creativo. Por tanto, debemos ver este aspecto de Galdós como un perfil más de su vida.

El perfil político de Galdós

Peña Rodríguez marca los años de 1843 a 1920 como la faceta política del autor canario y destaca con acierto su compromiso social e intelectual con la sociedad española. Describe, además, su paso por las filas del Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta, el republicanismo y finalmente la Conjunción Republicano-Socialista de los años 1910130.

Visto así, Galdós pareciera haber evolucionado en su quehacer político. Sin embargo, hay que cuestionarnos si realmente se trata de una evolución o esta afiliación a un partido u otro responde a una ideología clara donde la educación y el desarrollo tienen centralidad.

Galdós, tal como lo veo, comprende que el partido liberal no es en realidad un orden político capaz de fomentar a través de la educación el cambio en la sociedad y pasa así del partido liberal al republicano. Así mismo, debe tomarse en cuenta que muchos de los principios republicanos están basados en las dotrinas liberales como son el desarrollo de la libertad personal e individual como forma de conseguir el progreso de la sociedad e impedir el ejercicio arbitrario del poder. La motivación, si buscamos una causa, estaría en qué tan moderados o progresistas son los intentos tiene cada partido para alcanzar su objetivo de regeneración social y económica.

Entre dos, o tal vez tres, ejes imaginarios

En 1971, el crítico israelí Josef Ewen ofrece un modelo de análisis  para  los  personajes  y  plantea  diferentes  ejes  para

130 Peña Rodríguez, 11-12.

determinar los cambios que se presentan en un personaje en la diégesis que van desde el estudio de la complejidad, la penetración en el interior del personaje y la evolución.

En mi investigación sobre el personaje galdosiano contribuí con un eje más al modelo axial propuesto por Ewen: el eje de enmascaramiento. Tomaré para los fines de este trabajo solo lo que concierne a la máscara exterior:

La máscara exterior revela la adquisición de usos o vestimentas que ayudan a ocultar parte del rostro o la representación por parte del personaje de una figura o un rol específico. La máscara exterior, generalmente, tiene un carácter temporal y es vislumbrada por al menos otro personaje o por el propio narrador. Sugeriré que la máscara exterior facilita la movilización física del personaje de un espacio a otro dentro de la trama, promoviendo la ilusión de cambio131.

Tracemos un eje imaginario para colocar a la clase aristocrática en uno de los extremos y al autor canario en el otro. De esta forma percibiremos que los primeros adoptan una postura liberal en apariencia, pero buscan un beneficio propio. Es decir, se pronuncian a favor del liberalismo, pero disfrazan sus ambiciones en proclamas a favor de todos. Un discurso semejante al de Isidora Rufete donde queda plasmado aquí que las intenciones benéficas de Isidora son pasajeras y terminan en deseos personales de riquezas y prosperidad social, pero en contra de una regeneración efectiva:

Hizo luego mil proyectos, todos grandiosos y humanitarios, como socorrer pobres, vestir desnudos y consolar afligidos y menesterosos; y desde esta región de la beneficencia se precipitó a escape hacia los ensueños del lujo, en un carro triunfal tirado por atrevidos pensamientos, corriendo por entre nubes de supuestas delicias, hasta que fue a caer sin aliento, fatigada y moribunda en el abismo de rosas de un sueño dulce (La desheradada, “Anagnórisis”, 213).

Mientras esta clase disimula dar un paso hacia adelante, Galdós en el otro extremo, explora las mejoras opciones para lograr promover las libertades civiles y económicas de la sociedad española e incluso es partidario de la tolerancia. Dicha postura le permite entablar diálogo con otros autores con ideologías contrarias a la suya y percatarse de otras alternativas al conflicto de la regeneración social. Y por ello, se puede decir que Galdós fue en esencia, como lo afirma Peña Rodríguez, un ciudadano dialogante:132

La propia Restauración, la crisis del noventa y ocho y el colapso del liberalismo en sí mismo, que percibió en los siguientes años a pesar de su mala salud, le llevaron a engrosar las filas republicanas, aunque sin dejar de frecuentar amistades de ideologías contrarias como al diplomático Fernando León y Castillo o a José Martínez Ruiz, Azorín.

El recorrido, metafóricamente hablando, del partido liberal al republicano radica en la apreciación del engaño al que los simpatizantes del proclamado liberalismo se aferran a favor de una regeneración social y económica y a los fallidos intentos de un avance social que al parecer si encuentra en el partido republicano. Dicho de otra forma, observamos como los disfraces de progreso social a la larga son solo tentativas que no conllevan a un verdadero cambio.

Por este trayecto creo que los críticos suelen ver un proceso de evolución política en el autor canario. Retomo nuevamente el eje de evolución propuesto por Josef Ewen para

132 Peña Rodríguez, 15.

analizar la referida evolución de Galdós. Especialmente deseo examinar el estatismo frente al dinamismo, la involución social y narrativa.

El principio que rige el eje de evolución radica en los cambios que experimenta un personaje en la trama. En este sentido, Josef Ewen advierte que algunos personajes pueden registrar más de un cambio durante su desarrollo. El crítico sostiene también que tales cambios, sean intencionales o no, generan tensiones en el personaje. Del mismo modo, Ewen se percata de que existen personajes que no experimentan ningún cambio, como, por ejemplo, en ciertos cuentos cortos, debido a la limitación del espacio y del tiempo textual.

Empleemos nuevamente al personaje de Isidora para ilustrar ambos extremos de este eje imaginario de evolución. Notaremos que el deseo de pertenecer a la familia de Aransís y nieta de la marquesa se convierte en el factor determinante de su paso por la novela. La insistencia y obstinación con la que defiende su origen aristocrático del que cree ha sido despojada, son palpables, incluso la propia marquesa de Aransís lo expresa ante el anuncio de Isidora de ser su nieta.

Usted sin duda no ha venido aquí a representar una comedia; usted se declara hija de mi desgraciada hija porque así lo cree, fundada en motivos y circunstancias que ignoro; pero de eso, a admitir que usted tenga razón, hija mía, hay inmensa  distancia, y así, señorita, no puedo menos de manifestar a usted con la seriedad que exige el caso, que está usted completamente equivocada (La desheradada, “Anagnórisis”, 219).

La novela de La desheradada aborda el tema de la movilidad social a través de la protagonista. Isidora tratará de cobijarse bajo el abrigo de una supuesta ascendencia aristocrática y construir en

torno a ella su propia realidad social para cubrir sus carencias133. El personaje insiste en envestir el papel de heredera de la familia de Aransís justificando dicha posición en conjeturas e ilusiones más que en hechos corroborados. Dicha persistencia la lleva a tomar decisiones equivocadas y relacionarse con personajes que le impiden ver que el cambio debe nacer de ella misma. De esta forma, observaremos como el personaje se va degradando socialmente pasando de Isidora Rufete, a simplemente Isidora y finalmente a desaparecer de la trama.

Me gustaría pensar que la moral que hay detrás de esta trama es la enseñanza de lo que sucede a un individuo que se mantiene estático ante una postura y no existe en él ningún deseo de progresar por sus propios méritos. Visto desde el eje de evolución veríamos por un lado el estatismo de Isidora Rufete en uno de los extremos y la posibilidad de regeneración, llamémosle dinamismo, por el otro. E incluso, asimilar que la consecuencia a la larga de este estatismo es la nulidad social o la involución del personaje.

Si trasladamos esta temática para comentar la ideología política de Galdós comprenderemos que el progreso social español para él implica una regeneración y no la adoptación de posturas burguesas que solo conllevan a la inmovilidad social.

Pérez Galdós achacaba la falta de iniciativa de progreso a la burguesía no al proletariado, clase social propia de su tiempo, considerando la no consecución de una regeneración efectiva como un fallo absoluto de la misma134.

Galdós trabajo y promovió la regeneración social como así lo afirma Fernández Juncos en una carta dirigida al autor en 1909:

Veo con gusto que además de su asombrosa labor de historia literaria y amenísima psicología nacional, aún halla Vd. Tiempo y brío para trabajos de regeneración política y social de nuestra patria, por lo que también le felicito135.

Ahora bien, en lo que se refiere al perfil político de Galdós considero que el autor canario se encuentra posicionado en el centro de este eje imaginario de evolución que le permite tomar conciencia de los alcances de asumir una postura conservadora y estática por un lado o una postura liberal, pero solo en apariencia por el otro. Galdós está a favor del cambio siempre y cuando este represente el interés de todos y no el beneficio de unos cuantos. Admitir que Galdós se encuentra en el extremo contrario al estatismo es tanto como afirmar que la España decimonónica resolvió el tema de regeneración social y por tanto Galdós, desde su perfil político, no tendría más labor por hacer. Por ello considero que, desde el centro de este eje imaginario, Galdós puede tomar conciencia de las circunstancias a su alrededor y se permite dialogar con ambas posturas o variantes de estas para conocer las consecuencias y buscar soluciones al conflicto social y económico español.

Sugeriría también, ante mi negativa de aceptar la evolución política de Galdós, que no se trata propiamente de una evolución en sí sino la percepción de un autor con perfiles variados que lo constituyen como una persona compleja y multifacética. Con mucha frecuencia en la narrativa de Galdós se confunde la complejidad de los personajes con su evolución136.

En resumen, los ejes imaginarios que he utilizado en el breve análisis del perfil político de Galdós, el enmascaramiento, la evolución y finalmente la complejidad, me permiten afirmar que el perfil político de Galdós se caracteriza por un rechazo total a la insinuación de representar los intereses comunes disfrazando beneficios personales de un grupo determinado. La política española decimonónica clama por la igualdad social y económica de todas las clases y por la desaparición de fórmulas sociales que solo benefician a unos pocos.

He sugerido, al final de este trabajo, analizar el perfil político de Galdós desde su complejidad como alternativa a la evolución de Galdós dentro de la política pues considero que Galdós es coherente y se traslada del partido liberal al republicano siguiendo sus principios y buscando el mejor foro para promover la regeneración social y económica de España. El movimiento que se observa en el autor canario no es un cambio profundo de su ideología política sino el traslado hacia un espacio de mayor apertura.

Bibliografía

Burakoff, Rosa, “La caracterización de personajes en la narrativa

de Galdós y sus relaciones intertextuales con la obra de Cervantes”,Isidora, n.º 27, 2015.

otras palabras, si un personaje posee un número de rasgos concordantes entre sí, entonces puede tratarse de un personaje simple o que tiende a la simplicidad. En cambio, si entre los rasgos hay algunos discordantes y éstos generan una tensión en la conformación del personaje, entonces el fallo será a favor de la complejidad, Isidora nº. 27.

Corroto, Paula, “Cuando a Benito Pérez Galdós le hacían caricaturas por no ser un buen español”, El Confidencial, 11 de enero del 2020.

Ewen, Josef, “The Theory of Character in Narrative Fiction», [«בספרות הדמות», en 3 הספרות, en hebreo], 1971, pp. 1- 28.

Fuentes, Víctor, Galdós demócrata y republicano (escritos y discursos 1907- 1913), Colección Viera y Clavijo I, Universidad de La Laguna, Cabildo Insular de Gran Canaria, 1982.

García ramos, Antonio D., “Panorama De La Enfermedad Infantil En Galdós”, Revista Electrónica De Estudios Filológicos, n.º 18, diciembre 2019.

Pedraza Jiménez, Felipe B; Rodríguez Cáceres, Milagros, Manual de literatura española. VII, Época del Realismo, Tafalla, Cénlit, 1983.

Peña Rodríguez, Francisco José, “Perfil político de Benito Pérez Galdós (1843-1920)”, Cuadernos Republicanos, n.º 103, abril 2020.

Pérez Galdós, Benito, La desheredada, Biblioteca Pérez Galdós 3ª. reimpresión, Madrid, Alianza Editorial, 2003.

Dean-Thacker, Verónica P., Galdós político, Real Sociedad Económica de amigos del país, Las Palmas de Gran Canaria, 1992.

122 Fuentes, 54.120 Fuentes, 53- 55

121 Véase Isidora no. 27, 100-112, 130-152.

123 Peña Rodríguez, 11.

124 Corroto https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-01- 11/benito-perez-galdos-espanol-anticlerical-derecha_2407440/ 125 Pedraza Jiménez y Rodríguez Cáceres, 560.

122 Fuentes, 54.

123 Peña Rodríguez, 11.

124 Corroto https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-01- 11/benito-perez-galdos-espanol-anticlerical-derecha_2407440/ 125 Pedraza Jiménez y Rodríguez Cáceres, 560.

126 Narciso Oller citado por Pedraza Jiménez y Rodríguez Cáceres, 548.

127 Peña Rodríguez, 29-30.

128 Carta del Sr. Pérez Galdós a D. Rafael Cazada leída en el mitin republicano en el Frontón Central de Madrid el 29 de marzo de 1908, 60.

129 Veáse García Ramos.

131 Veáse Isidora nº 27.

133 Como lo mencione en mi anterior trabajo, existen momentos poco claros en la narrativa de Galdós que por su ambigüedad temporal y geográfica invitan a la reconstrucción por parte de los personajes de algunos sucesos pasados, sean estos recuerdos de experiencias vividas o productos de la imaginación.

134 Peña Rodríguez, 13.

135 Fernández Juncos citado por Dean- Thacker, 116.

136 Entiéndase como complejidad una valorización sobre el grado de coherencia que existe entre los rasgos que constituyen a un personaje.

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