
Rosa Amor del Olmo
La fuerza de esta caminata está en la gente que camina junta
Amaneció con brisa fresca y cielo despejado en El Río de Arico, Tenerife, el sábado 15 de noviembre de 2025. Desde primera hora, un inusual bullicio llenaba este núcleo rural: las camisetas rosas de la caminata solidaria teñían de color la calle La Quinta, punto de partida del recorrido. A las 10:00, decenas de vecinos y vecinas —familias enteras, mayores, jóvenes y niños en cochecitos— se reunieron para “caminar, compartir y dar visibilidad a una causa que nos une”, como había invitado la Asociación de Mujeres de Abona. No era una competición, sino un paseo comunitario de tres kilómetros cargado de simbolismo: cada paso apoyaba la lucha contra el cáncer de mama y promovía salud, visibilidad y compromiso colectivo. Una preciosa alfombra emblemática y simbólica daba imagen a esa enfermedad que sacude a mujeres, pero también a hombres. El punto azul dedicha alfombra era por ellos.


La marcha, titulada “Arico se mueve por la Vida”, arrancó puntual entre aplausos. Desde la histórica plaza hasta el Polideportivo municipal, una marea rosa avanzaba serena, encabezada por las mujeres de la Asociación con la pancarta del lazo rosa. Representantes de la Fundación Canaria Carrera por la Vida sonreían ante la respuesta del vecindario. Con una aportación simbólica de siete euros, los participantes recibían una camiseta conmemorativa: en cuestión de minutos, esa prenda se convirtió en un lazo común, un signo visible de unión.
Tres kilómetros entre naturaleza y memoria
El recorrido descendía entre casas tradicionales, huertas y laderas con vistas al sur de Tenerife. El paisaje de barrancos, cultivos y volcanes dormidos acompañaba a los caminantes entre risas, conversaciones y saludos espontáneos. Muchas vecinas comentaban lo hermoso que era ver tanta gente reunida “por una buena causa”.
Para El Río —barrio de Arico, pero pueblo en identidad y sentimiento— la jornada fue más que una actividad solidaria: representó un reencuentro con su propia memoria. Hace años, un cronista local lamentaba que “El Río de Arico se nos va quedando solo en el recuerdo. Ya no se ve a gente pasear por la carretera”. Pero ayer, las calles volvieron a cobrar vida. Quienes peinan canas evocaban las fiestas patronales y las tertulias en la plaza al ver de nuevo la vía llena de gente andando junta. Un viejo dicho de la zona afirma que “la gente del Río de Arico nunca fue egoísta ni avariciosa”. La caminata lo confirmó: solidaridad, cercanía y sentido de comunidad. “Cuando un pueblo camina unido, la esperanza avanza.”
En cada tramo se respiraba complicidad. Vecinos que se conocían de toda la vida caminaban codo a codo; otros se presentaban por primera vez mientras compartían anécdotas y sonrisas.

La fuerza de lo pequeño: un pueblo que se ayuda
A lo largo del camino se sucedían pequeños gestos que hablan del espíritu del pueblo: familias que llevaban botellas de agua para repartir, comercios con globos rosas, jóvenes voluntarios con pañuelos fucsia vigilando que nadie quedara atrás.
“Este pueblo es una piña cuando se propone algo”, decía doña Carmen, vecina de 70 años y superviviente de cáncer de mama, caminando del brazo de su nieta. Como ella, muchas personas llevaban historias silenciosas: caminar en memoria de un ser querido, celebrar la recuperación o simplemente acompañar por empatía.
La participación fue fruto de una movilización previa que había corrido como la pólvora por barrios como Arico Viejo, La Sabinita o Teguedite. Asociaciones vecinales, clubes deportivos y el colegio se sumaron a la difusión. El Ayuntamiento de Arico aportó apoyo logístico y cedió el polideportivo para la actividad final. No era la primera vez: la marcha “por la vida” del año pasado ya había demostrado la fuerza solidaria del municipio. Este 2025, sin embargo, superó todas las expectativas.
“Cuando la gente de aquí se pone de acuerdo, logramos cosas maravillosas”, comentaba un representante municipal, emocionado ante la marea rosa.
Mujeres de Abona: corazón y motor de la iniciativa

La Asociación Mujeres de Abona es el alma de esta caminata, junto con la Fundación Carrera por la Vida. Su historia de compromiso merece mención especial. Desde hace años, el colectivo trabaja por la igualdad, la salud y la participación de las mujeres del sur de Tenerife, impulsando talleres, campañas contra la violencia de género, jornadas formativas y redes de sororidad.
Su sede en Villa de Arico se ha convertido en un punto de referencia para encuentros, apoyo y crecimiento comunitario. Aunque nació para dar voz a las mujeres, la asociación ha logrado involucrar a todo el pueblo: en esta caminata caminaron juntos hombres, mujeres, niños y mayores.

La presidenta, Loly, lidera con cercanía y entusiasmo. Gracias al capital social que la asociación ha tejido durante años —vecinas, voluntarias, instituciones, empresas locales— la organización fue fluida: desde controlar el tráfico hasta preparar un refrigerio final, siempre había manos dispuestas a ayudar.
Cada paso por una causa global

La caminata de El Río forma parte de un movimiento más amplio. La Fundación Canaria Carrera por la Vida, con 20 años de trayectoria, es un pilar en la concienciación sobre el cáncer de mama en las islas. Su misión abarca apoyo psicológico, material terapéutico, promoción de la autoexploración y financiación de proyectos de investigación. Marchas multitudinarias —como la conocida caminata entre Arona y Adeje— y eventos simbólicos repercuten cada año en miles de familias afectadas.
En El Río, esta causa tomó un tono íntimo. Voluntarias repartían folletos sobre autoexploración y revisiones médicas. Hablar abiertamente del cáncer de mama contribuyó a desterrar tabúes y acompañar a quienes lo padecen.
Al llegar al Polideportivo, los caminantes fueron recibidos con aplausos y una batucada local. Entre abrazos y camisetas firmadas, la frase que más se repetía era la misma: “Ha merecido la pena”.







No podemos cerrar esta jornada sin agradecer también el trabajo de tantas personas que hicieron posible “Arico se mueve por la vida”. A los hombres del pueblo, siempre dispuestos a colaborar; a la Policía Local de Arico, que acompañó y garantizó la seguridad en todo momento; y a los voluntarios y voluntarias que madrugaron para señalizar el recorrido, ayudar a los participantes y atender cada necesidad con una sonrisa. Gracias igualmente a quienes prepararon la deliciosa paella que nos esperaba al llegar, a las empresas que donaron refrescos y regalos para la rifa solidaria, y a quienes animaron la fiesta final con música, baile y una clase de zumba que llenó el polideportivo de energía y alegría. Entre todos, demostramos que cuando un pueblo se une, la vida late más fuerte.

Al terminar la jornada, mientras algunos estiraban y otros compartían un refrigerio, Loly —secretaria de la Asociación Mujeres de Abona— Yaya, Loly, Rosi, Rosa (no quiero olvidar nombres) y algunas más que estaban malitas, resumían el sentir general:
“Por cada mujer, por cada historia, por cada vida.”
¡Gracias a todos y a todas!















