Un verano más con Galdós: impresiones de una relectura del episodio nacional “El terror de 1824”

Antonio Chazarra

Yo quiero decir al mundo entero lo que ya sabe todo el mundo,

que los Episodios Nacionales  es la obra más notable

de nuestra literatura contemporánea.

Leopoldo Alas Clarín

Casi todos los veranos suelo releer algo de Galdós. Siempre se encuentran nuevos enfoques y nuevos matices. Lo he hecho este año con el Episodio Nacional “El terror de1824”.

Estamos inmersos en una ola fétida, de carácter reaccionario. Se impone la ley del más fuerte. Saltan hechos añicos el respeto a los derechos humanos, la justicia y los equilibrios en política internacional, que tanto esfuerzo costó construir.

Benito Pérez Galdós siempre tiene algo que decir. Parece que se está dirigiendo a nosotros. No sabría, a ciencia cierta, si se debe a la actualidad de su pensamiento y de su literatura o… a que no hemos cambiado nada  o muy poco, con el paso del tiempo. La brutalidad, el derecho del más fuerte, el odio, el desprecio a la Legislación Internacional, la tortura y las persecuciones, siguen estando presentes aunque mitigadas por cambios meramente cosméticos.

“El terror de 1824”, me ha producido tanto horror y hastío como la primera vez que lo leí. Para mí, Galdós da nuevas dimensiones y, en cierto modo, crea la novela histórica  moderna. Tejiendo y entretejiendo realidad con ficción, haciendo pedagogía y ofreciendo a sus lectores una visión de la historia de España dura, descarnada, dolorosamente real y accesible a todos.

El viejo dramaturgo Sófocles ya nos dejó dicho que: “En toda piedra, sábetelo, un escorpión hace guardia”  por su parte Aristóteles, en su “Retórica” nos advertía sabiamente, que “La maldad sólo necesita un pretexto”.

El mal está presente y se hace visible a la menor ocasión. Valle Inclán con su agudeza y sensibilidad dramáticas, nos legó una reflexión que no debemos permitir que caiga en saco roto. Habla con propiedad de “el vampirismo de los poderosos y la indiferencia del pueblo”. Nuestro siglo XIX está recogido en sus páginas con todo lo que tiene de violento… y a un tiempo de desconcertante.

“El terror de 1824” es, probablemente, el más duro de los Episodios de la Segunda  Serie. Fue escrito y publicado en 1877, es decir hace 148 años. En él están presentes delaciones, persecuciones, la represión feroz de Fernando VII, tras la Restauración Absolutista…

La década ominosa (1823-1833) fue brutal. Convirtió en habitual una sañuda represión que intentó, por todos los medios, establecer un terror generalizado buscando el exterminio del liberalismo y los constitucionalistas. Eran casi diarios los encarcelamientos y las ejecuciones llevadas a cabo bajo el tiránico reinado del rey felón.

No es posible sustraerse, leyendo estas páginas, a hechos dolorosos e inhumanos como los que acaecieron en nuestra postguerra o el terror que los nazis llevaron a cabo en los países que iban conquistando en la Segunda Guerra Mundial.

Con todo, lo que causa mayor espanto  sea la capacidad de olvido de quienes, o desconocen el pasado o pretender imponer una visión revisionista sesgada. Desgraciadamente la desmemoria alimenta y da alas a quienes en el presente añoran aquellas masacres.

Regresando a 1824, es de destacar el fanatismo y la brutal represión sufrida por los constitucionalistas. Cuando se desatan los peores instintos, la violencia no tiene límites. Así lo ejemplifica la saña contra el Coronel Riego, ahorcado y decapitado en la Plaza de la Cebada, como escarmiento. Es igualmente, significativo, los insultos de un pueblo inculto que tres años antes lo había aclamado como héroe, mientras que ahora, sin la menor dignidad gritaban “vivan las caenas”.  Igualmente, fueron perseguidos quienes fueron acusados de gritar ¡Viva Riego!, ¡Viva la Constitución! o ¡Viva la libertad!, así como los masones o aquellos a los que se acusaba de haber proferido frases subversivas.

Mucho debería  meditarse sobre esta Segunda Serie y especialmente sobre “El terror de 1824”. Sin abusar de la paciencia del lector, intercalaré en esta reflexión algunos párrafos del episodio que muestra, bien a las claras, lo que pretendo focalizar.

“¡Todo ha caído, todo es desolación, muerte y ruinas! Aquellos adalides de la Libertad, que arrancaron a la madre España de las garras del Despotismo; aquellos fieros leones matritenses que con sólo un resoplido de su augusta cólera desbarataron a la Guardia Real, ¿Qué se hicieron? ¿Qué se hizo de la elocuencia que relampagueaba tronando en los cafés con luz y estruendos sorprendentes? ¿Qué se hizo de aquellas ideas de emancipación que inundaban de gozo nuestros corazones? Todo cayó, todo se desvaneció en tinieblas como lumbre extinguida por la corriente de las agua. La oleada de fango frailesco ha venido arrasándolo todo. ¿Quién la detendrá, volviéndola a su inmundo cauce? ¡Estamos perdidos! La patria muere ahogada en lodazal repugnante y fétido. Los que vimos sus días gloriosos, cuando al son de los patrióticos himnos eran consagradas públicamente las ideas de libertad y nos hacíamos todos libres, todos igualmente soberanos, los recordamos como un sueño placentero que no volverá. Despertamos en la abyección y, el peso y el rechinar de nuestras cadenas nos indican que vivimos aún”. 

Llama la atención en esta nostálgica evocación de Patricio Sarmiento, la utilización que hace don Benito del recurso del “ubi sunt”. Prueba de los recursos que utiliza y que en este caso recuerda a las coplas elegiacas manriqueñas. Por otro lado, pone de manifiesto sus ideas y sus valores.

Utiliza como vehículo para exponer sus criterios a un viejo maestro enajenado. El recurso del loco, que dice verdades como puños, de forma evidente conecta con don Quijote. Galdós es cervantino hasta la médula  y la sombra del alcalaíno está permanentemente presente.

Se propone llevar a cabo una labor pedagógica y, siempre que le es posible, expresa sus ideas humanistas y liberales poniéndolas en boca de alguno de sus personajes.

Don Benito es un reformista que fustiga el atraso, la crueldad, el fanatismo y el tradicionalismo rancio. Apuesta por un horizonte de libertad, aunque es consciente del poder de la reacción y de cómo los momentos de esperanza, van seguidos, muchas veces de odio, crueldad, encarcelamientos y exilio, dibujando un retroceso en todos los órdenes.

Como expresa, con rotundidad Valle Inclán, las lacras de la sociedad española, como el vampirismo de los poderosos y la indiferencia del pueblo, hay momentos en que aunque parezca que se han mitigado, siguen vivos y operativos.

Tan pronto como tienen oportunidad, las ejecuciones sumarias y sin juicio, las delaciones, las venganzas han sido moneda de uso corriente, cuando los sectores reaccionarios imponen su brutalidad, muy señaladamente en las guerras civiles. Es significativo que Galdós apuesta siempre por la responsabilidad frente a la barbarie y la sinrazón.

En estos días en que se propone, con extrema brutalidad, el hundimiento de barcos que auxilian a inmigrantes y otras medidas repugnantes e inhumanas, hemos de reaccionar rechazando la barbarie y el odio. Supone un ejercicio intelectual y cívico denunciar y combatir  la carga tóxica que encarna un  pasado dictatorial y excluyente. Contra lo que opinaban los más optimistas, esta auténtica lacra está lejos de desaparecer.

Un motivo más para apreciar el laicismo y las pretensiones de justicia social e igualdad, que conforman y dan vida al discurso reformista de Galdós. Sin embargo, no era un ingenuo y reconocía con amargura, en más de una ocasión, que los avances conseguidos pueden truncarse y que las libertades pueden venirse abajo, como un castillo de naipes… así lo atestigua su comentario lleno de amargura “nadie, libre hoy, puede estar seguro de conservar la libertad mañana”.

Lo peor de la condición humana, tan pronto como tiene ocasión, se hace presente con toda su brutalidad y barbarie, llámese fascismo, franquismo o añoranza de un pasado inquisitorial.   

Don Benito en sus Episodios, acostumbra a enfrentar dialécticamente, a dos personajes: uno, que representa la insatisfacción y lucha por mejorar las condiciones de vida y otro, que encarna y ejemplifica  las más tenebrosas fuerzas del tradicionalismo y la furia vengativa del absolutismo.

En “El terror de 1824” y en toda la Segunda Serie, estos personajes respectivamente son Salvador Monsalud y el siniestro Coronel Garrote, que pretende imponer a sangre y fuego el exterminio de los “negros” que era la denominación que recibían los liberales.

El mensaje de don Benito es claro, no hay que quedarse con los brazos cruzados, hay que luchar: “La libertad no necesita víctimas, sino hombres que la sepan entender”.

Las fuerzas retardatarias no han vacilado en el pasado –ni lo hacen en el presente- en utilizar la provocación contra aquellos a los que pretenden marginar primero y exterminar después. Por ello, hay que recoger y descifrar los mensajes de Galdós y apostar por fortalecer la democracia, descentralizando el poder y recuperando el valor del voto para influir en la marcha de los acontecimientos. Quizás, el eje central sea atreverse a combatir la desigualdad mediante una equitativa distribución de los recursos.

Ha llegado el momento de someter a la consideración del lector alguna cita más. Son significativas las palabras que voy a exponer a continuación que dice para sí, Patricio Sarmiento, momentos antes de ser ahorcado: “Pueblo generoso, mírame bien, para que ningún rasgo de mi persona deje de grabarse en tu memoria. ¡Oh! ¡Si pudiera yo hablarte en este momento!… soy Patricio Sarmiento, soy yo, soy tu grande hombre. Mírame y llénate de gozo, porque la Libertad, por quien muero, renacerá de mi sangre, y el despotismo que a mí me inmola, perecerá ahogado por esta misma sangre, y el principio que yo consagro muriendo, lo disfrutaras tu viviendo, lo disfrutarás por los siglos de los siglos”

El hecho de que Patricio Sarmiento haya perdido la razón y su proclama sea tan peculiar, no quita un ápice de valor al compromiso que Galdós intenta transmitir contra la tiranía y por la libertad. Es inevitable recordar al Caballero de la Triste Figura,  diciendo verdades como puños, pese a su enajenación.

Los Episodios Nacionales y de forma especial, el que estamos glosando, intentan transmitir y dar a conocer la historia de España del siglo XIX a todo tipo de lectores. No es una obra para especialistas, sino para favorecer que se tome conciencia de quienes han movido y mueven los hilos de este país tan desdichado. 

De ahí, que trazando un marco de fidelidad histórica, haga que sus personajes de ficción, den vida y pongan pasión a los acontecimientos. Entre quienes, desde mi punto de vista, han entendido mejor a don Benito, pongamos María Zambrano o Luis Cernuda, no han dudado en opinar que sus personajes simbolizan y dan vida a los ideales de cientos de personas anónimas. Pensemos en María Zambrano que atisba el carácter feminista y adelantado a su tiempo de algunas mujeres galdosianas, como Fortunata, Tristana o Benina y en este Episodio, en Soledad Gil de la Cuadra, que en medio de tanto horror, tanta destrucción y tanta deshumanización, no tiene límites en su generosidad y sacrificio, asistiendo a los más desvalidos. O focalicemos nuestra atención en Luís Cernuda que analiza, de forma penetrante, como Galdós se convierte en portavoz de los desposeídos… y de quienes han perdido sistemáticamente todas las luchas por la emancipación.

No faltan en este Episodio una alusión a Moratín y a su teatro o a la importancia de las “sociedades patrióticas” que intentaron que las luces de la Ilustración permanecieran encendidas, hasta que fueron apagadas abruptamente.

Benito Pérez Galdós nos ofrece un testimonio histórico novelado, que es fiel a la realidad de los hechos, pero que está sujeto a una interpretación de la historia que no es ajena a los principios del liberalismo político y del humanismo.

En tiempos como los que vivimos de creciente intolerancia y de una fuerte presión hacia el conformismo, a mi juicio, tiene sentido releer a Galdós, saber escuchar sus mensajes a través del tiempo y actualizarlos.

No es cierto que Galdós se limite a realizar preguntas pertinentes. En sus páginas hay, también, respuestas para quien sepa descifrarlas.

Atrevámonos a apostar porque la libertad y la igualdad trabajen juntas. Si lo hacemos nos remontaremos a las raíces de la democracia.

En definitiva, hemos de reivindicar –aunque algunos no lo admitirán nunca- que para ser realmente libres, hemos de respetar que los demás ejerzan los derechos que reclamamos para nosotros.

  • Related Posts

    Análisis literario de «Cartas desde mi celda» de Gustavo Adolfo Bécquer

    Rosa Amor del Olmo Gustavo Adolfo Bécquer escribió las Cartas desde mi celda en 1864, durante una estadía de reposo en el Monasterio de Veruela, a los pies del monte Moncayo. El joven poeta y periodista sevillano, ya afincado en…

    Análisis comparativo de ¡Adiós, Cordera! y otros cuentos de Clarín

    Rosa Amor del Olmo (U. A. Nebrija) Leopoldo Alas «Clarín» (1852-1901) es uno de los grandes prosistas del Realismo español del siglo XIX. Sus cuentos cortos reflejan con maestría las tensiones de su época, combinando ironía y ternura en igual…

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    ARTÍCULOS

    La semilla que prendió: Pablo Iglesias visto por Eduardo Montagut

    La semilla que prendió: Pablo Iglesias visto por Eduardo Montagut

    La lengua gallega: patrimonio cultural en la encrucijada lingüística

    La lengua gallega: patrimonio cultural en la encrucijada lingüística

    La OIT y los trabajadores intelectuales (1926)

    La OIT y los trabajadores intelectuales (1926)

    «La Tramontana» prensa antigua

    «La Tramontana» prensa antigua

    “El Clamor Público” en la prensa progresista del XIX

    “El Clamor Público” en la prensa progresista del XIX

    Entrevista con Rosa Amor del Olmo. A propósito de «Conversaciones con el perdón y la culpa»

    Entrevista con Rosa Amor del Olmo. A propósito de «Conversaciones con el perdón y la culpa»

    El Jardín de «La Nueve»: nuevo Lugar de Memoria de España en París

    El Jardín de «La Nueve»: nuevo Lugar de Memoria de España en París

    “Proteger a quienes protegen”: 383 humanitarios asesinados en 2024, 181 en Gaza — la vergüenza de la impunidad

    “Proteger a quienes protegen”: 383 humanitarios asesinados en 2024, 181 en Gaza — la vergüenza de la impunidad

    Inmigración en Canarias: retos, cifras y realidades humanas

    Inmigración en Canarias: retos, cifras y realidades humanas

    Contra el cliché: quién persigue a quién (y qué funciona de verdad)

    Contra el cliché: quién persigue a quién (y qué funciona de verdad)

    Leopoldo Alas Clarín y el movimiento obrero

    Leopoldo Alas Clarín y el movimiento obrero

    Personajes de la DANA: Arte y memoria tras la catástrofe de 2024

    Personajes de la DANA: Arte y memoria tras la catástrofe de 2024