Mariucha: mujeres que luchan por cambiar su realidad

Rosa Amor del Olmo

         La protagonista de esta comedia Mariucha, María, es un fiel y mimado retrato en la composición de las mujeres aristocráticas, que por alguna razón son “venidas a menos”, en unas situaciones que ponen en peligro generalmente su condición social y sus privilegios. Galdós a lo largo de su extensa y vasta obra, expone este prototipo femenino con mucha frecuencia, sobre todo en sus novelas, siempre tratado con mucho respeto y conciencia de clase, porque conocía perfectamente este tipo de mujeres que tienen que desprenderse de su mundo de lujo y riqueza, para poder sobrevivir. Mariucha, hija de padres marqueses, es obligada por estos, arruinados, a escribir cartas a todo el mundo pidiendo dinero. Como siempre la mujer es dominada y dirigida por hombres, padres, esposos o hijos. Esto causa en Mariucha un repulsivo importante, pues ella es un espíritu nuevo, noble y trabajador, que sufre enormemente cuando su padre la obliga a actuar de forma contraria a su noble ética. Frente al marqués que es un vividor a quien la necesidad obliga a vivir a costa del prójimo, y la marquesa una beata de pocos alcances, se sitúa Mariucha, con una perspectiva de la vida totalmente distinta. En la escena XIX del acto I, Mariucha pide a Dios que le ayude a poner fin a esa vida de miserias que le lleva a la dependencia de la familia viviendo de los demás:

                DON PEDRO.-María, irás esta noche a la fiesta de Teodolinda.

                MARÍA.- (Resignada) ¡Si vieras, papá, qué sacrificio es para mí!…

DON PEDRO.-No me repliques. (Vivamente) ¡Ah! Lo principal se me olvidaba. No mandes por ahora esas cartas.

MARÍA.-¡Oh, cuánto me alegro! (Las saca del bolsillo)

DON PEDRO.-Es que…he pensado…Se mandará sólo una. (Toma las cartas y escoge una de entre ellas.) Esta: la reproduces, variando el nombre.

MARÍA.- (Suspensa)¿Y qué nombre se pone?

DON PEDRO.-El de nuestro amable y simpático vecino…

MARÍA.-(Con gran asombro)  ¡El de la cara negra!

DON PEDRO.-Verás cómo ése no me desaira.

MARÍA.-(Con ansiedad) Pero ¿qué piensas?…¿Cuál es tu plan? ¿Cómo te atreves a solicitar…?¡Y si luego…! ¿Explícame, papá, por Dios!…

DON PEDRO.-(Con gran confusión en su mente) ¡No puedo explicártelo!…Siento en mi cabeza un desvanecimiento, una debilidad…Principio de anemia, por causa de la alimentación insuficiente.

MARÍA.-¡Oh!

DON PEDRO.-¿Mandarás la carta? (María permanece muda, en profunda meditación. Pausa.) Contéstame.

MARÍA.-(Con resolución animosa, alzando la cabeza.) Sí.

FILOMENA.-(En la puerta de la derecha) Pero ¿no venís a comer?

DON PEDRO.-Sí…¡tengo un apetito…! (Dirígese a la puerta. María permanece inmóvil, meditabunda.)

FILOMENA.- (A María) ¿Y tú, Mariucha?…¿Qué haces, qué piensas?

MARÍA.-Nada. (Impetuosa, después que les ve alejarse) ¡La muerte, Señor, dame la muerte o enséñame cómo hemos de vivir!

María, va a intentar por todos los medios el emprender una nueva vida, y lo va a realizar ante el espectador de una forma cargada de simbología: en escena se despoja de un lujosísimo traje, cargado de emblema, que es uno de los pocos restos del pasado brillante de los marqueses de Alto-Rey. La protagonista con una mentalidad puramente financiera, poco usual en las mujeres de la época, por su clara desventaja como clase social, utiliza el dinero obtenido del caro vestido para reutilizarlo e invertirlo en un taller de sombreros. La idea de María, por tanto, es progresar con su negocio para sacar a su familia del estancamiento y de la caridad, al tiempo que se convierte en una mujer autosuficiente. Con frases pronunciadas por María, como “A la sombra de los poderosos, los nobles enriquecidos se llaman parásitos», justifica sobradamente sus intenciones de cambio social, en lo que será una clara apología del trabajo. Mariucha, escrita en 1903 y estrenada en Barcelona en el teatro, el Dorado, el 16 de julio de 1903, plantea para un público catalán, mucho más receptivo a ideas nuevas, un futuro esperanzador con la mujer como panegírico del esfuerzo personal y de una voluntad firme de autosalvación social.

María es la que rompe con su condición social en pos de su libertad, ¿acaso Galdós está planteando que la revolución de clases debe empezar por el despojo de los caprichos femeninos? Puede ser una lectura de una comedia que sueña con ser una plataforma de recapacitación política. De hecho las correcciones del ms. son de orden social y político. El manuscrito que he encontrado en la Biblioteca Nacional con la Sig/ 21797, no es de letra de Galdós. Es una copia -estimo que para ensayo- muy similar a la encontrada para Realidad, escrito a lápiz y con tachaduras a lápiz rojo. En la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas, se encuentran las galeradas corregidas por Galdós, Sig/ Caj. 30-1. El Ms. Sig/ 21797, se encuentra en la Biblioteca Nacional, Sala Cervantes. El ms. que no es de Galdós, es una copia de ensayo de fácil lectura, donde aparecen tachados aquellos parlamentos que se suprimieron en la representación, por razones probablemente de censura, pues la mayoría son alusiones de orden político. No he encontrado ninguna numeración y el formato no es el característico de los materiales de trabajo habituales, pues son folios con raya, muy poco utilizados, según lo que he podido comprobar. El ms. de Pedro Minio, con la Sig/ 21799, también presenta este formato. Son los únicos que he encontrado en folio doblado en la Sala Cervantes de la Biblioteca Nacional. Estas tachaduras las transcribo en cursiva para diferenciarlas del resto del texto, y además, utilizo este método para diferenciarlo de los manuscritos de letra de Galdós que estamos utilizando en esta hermenéutica.

                                                               Acto I

                                                               Escena Primera

                Cirila, arreglando y limpiando los muebles; Corral y el Pocho, que entran por el fondo. Corral viste con afectación y mal gusto, ostentando brillantes gordos en la pechera, cadena de reloj muy llamativa y sortijas con piedras de valor

Pocho. ¿Dan su permiso?

Cirila. Adelante.

Corral. No han vuelto de misa los señores?

Cirila. No tardaran. (displicente) ¡Vaya, otra vez aquí estos moscones!

Pocho. Otra vez, y cien mas, hasta que…

Corral. Perdone la señora Cirila, yo no vengo á cobrar.

Cirila. Vienea fisgonear, que es peor, ya meter sus narices en las interioridades de la casa…

Corral. ¡Ea! No despotrique, señora.

Cirila. (aparte) ¡Farsante!

Pocho. Yo no hago papeles. Vengo por el aquel de mi propio derecho (saca un papel u lo muestra) El señor don Pedro de Guzman, Marqués de Alto-Rey y de San Esteban de Gormaz, es en debera Francisco Muela, apodado «el Pocho», la cantidad de…

Cirila. Basta.

Pocho. Por cuatro servicios de coche

Cirila. Agobiar al señor por tal porquería.
Corral:_ Ya cobraras, Pocho (dando largas) Ten paciencia. (siguiente tachado en azul)

Pocho. Paciencia!…que es como decir hambre. <Infeliz pueblo trabajador! Siempre han de burlarte, siempre han de oprimirte estos malditos nobles, aun despues de arruinados! (se cubre) Dígame, ¿es este el sillón donde se sienta el señor Marqués?>

<Cirila. Este es>.

<Pocho. (se sienta groseramente) Echate aqui pueblo, túmbate á tu gusto en el trono de estos que fueron superiores, y por su mala cabeza ya no lo son. Pueblo,ahora es la tuya!>

<Cirila. Ea, levantese…Tenga mas respeto.>

<Corral. Y buena crianza, hombre.>

Cirila. (Incomodada, señalandoles la puerta) Hagan el favor…Tengo que hacer…(…)

                                                               Escena II

Cirila. ¿Y la señora Marquesa?

Don Pedro. Detras viene, con María y el señor cura. (Entra despacio,abstraído) Que…, hay visitas?

Corral.(oficioso) señor Marqués, ¿cómo va ese valor?

Don Pedro. Tirando,amigo, tirando…(sobresaltado, al ver al Pocho) ¡Otra vez este maldito Pocho!

Cirila. ¡desdichado señor!…¡A lo que ha llegado! (vase por la derecha)

Pocho. Vuecencia me dijo que hoy…

Don pedro (con arrebato de cólera, bastón en mano) Dije á usted que le avisaría…

Pocho. Perdone Vuecencia…pero…

Don Pedro. Es mucho molestar…¡Es grande impertinencia!…

Pocho. Necesidad, señor. Soy un pobre.

<Don Pedro. Pues yo soy otro pobre. Pero no importunoa nadie. Déjeme usted…¿Hay pelma semejante?>

Corral. Paciencia, Pocho. Puedes volver…

Don Pedro. Cuando se le avise…Espere… (Se sienta en el sillón)

Pocho. (con entereza) Podré alimentarme de tronchos de berzas, de cortezas de chopo; pero no de las buenas palabras de Vuencencia. Págueme ó de aqui me voy al Juzgado municipal…

Corral. Pocho»…

Don Pedro. (variando de tono ante la amenaza) qué injusta desconfianza!…Pocho, venga usted aquí (Llamándole, cariñoso) Mi buen amigo…(Le toma la mano) ¿Como puede dudar?

Pocho. No es duda, es pobreza.

Don Pedro. (Dolorido con afectada mansedumbre) <Falta ¡Oh, debemos tolerarnos, llevarnos, con paciencia los unos á los otros…Ser compasivos por si el día de mañana necesitamos que nos compadezcan.> Vaya, vaya, sosiéguese el buen Pocho. (Dándole palmaditas en la mano). Y dude que, con el pago, tendrá una buena gratificacion…Es muy justo. (entran por el fondo Filomena y don Rafael)

Pocho. yo cedo á Vuecencia la propina si hoy mismo…

Don Rafael. ¡Pocho!…(con un castañeo de lengua, como el que se usa para echar á los perros, le despide, señalándole la puerta)

Pocho. Ya, ya…(por Don Pedro) ¡Cristo con él, con su madre y con toda su casta! (vase rapidamente.)

                                                               Escena III

Don Pedro. (Inquieto.) ¿ Y María?

Don Rafael. En la plaza quedó con las de González.

Filomena. Entretenidita, viendo esos tipos de los pueblos, los pintorescos trajes, la animación del mercado…

Corral. (saludándola.) Señora Marquesa, tengo el honor…

Filomena. Señor de Corral, sea usted indulgente con mi desgracia, la cual no sólo me aflige á mí, sino á los amigos que vienen á verme, pues poco grato ha de serles oir mis lamentos y ver espectaculos como estas embestidas de Pocho…

Corral. No se hable más de eso.

Don Rafael. Y sobre todo, no se exaspere, Marqués…Tómelo con calma…Ya vendran días mejores…

<Filomena. Eso le digo yo; calma confianza.>

<Don Pedro. ¡Día feliz, cuando luciras!>

<Don Rafael. Ese día, Dios lo tiene señalado y sólo Él sabe cuando vendra. No nos atormentemos con calculos que no sirven mas que para calentarnos la cabeza.>

Don Pedro. Yo confío en que el Gobierno…

Filomena. Por la Virgen, no me hables de Gobiernos…

Don Pedro. En la Providencia, sí, á eso voy. Quiero decir que Dios inspirara al Gobierno para que…

<Corral. Y el gobierno, una vez inspirado, determinara…>

Don Rafael. (aprobando) ¡Mucho!

Don Pedro. También espero auxilio de las personas de nuestra clase. <Mi primo Grandimas, mi sobrino Trastamara, tu cuñado Ruydíaz han de mirar por nuestro decoro.> Imposible que permanezcan indiferentes.

Filomena. Bien podran ser nuestros iguales o el Gobierno instrumentos de que Dios se valga para salvarnos. Pero en Dios esta toda mi esperanza. <Y no basta que le imploremos sin cesar con nuestras oraciones, añadamos á las oraciones la resignación y los actos de piedad, y el remedio vendra.>

<Don Rafael.  (afirmando)¡Mucho, mucho!>

<Filomena. Con esta confianza soporto las desdichas y ya me ves estoy mas sosegada que tu, y me apuro menos de lo que apurarme debiera.>

Don Rafael. Sí, si; Dios…

Don Pedro. (muy nerviososo se levanta y se pasea por la escena) ¿Pero á qué espera? <El tiempo pasa. Desde que salimos para venirnos á este destierro de Madrid, ni el Gobierno, ni la Aristocracia han dado señales de compadecernos.>

Filomena. Paciencia, Pedro, para mirar por nosotros, alla quedó nuestro hijo Cesareo…

Don Pedro. (exasperado) ¿Pero qué hace en Madrid Cesareo, pregunto yo, si no revuelve el mundo por sacarnos de este pantano?

Corral. (recordando) Tengo el gusto de anunciar á los señores Marqueses que su hijo don Cesareo llegara hoy.

Don Pedro. (gozoso) ¡Mi hijo…aquí!

Filomena.  (Ídem) ¡Cesareo!, ¿Cómo lo sabe usted?

Corral. Por un telegrama que recibió esta mañana el Alcalde.

<Don Rafael. Cierto ha de ser. Este Corral es el noticiero del pueblo. Por eso aquí no hacen falta periódicos. Él lo sabe todo, y todo lo averigua y todo lo cuenta.>

<Don Pedro. ¿Pero es cierto Corral?>

<Corral. Yo no he visto el telegrama, la verdad. Hablo por referencia.>

Don Pedro. Me sorprende mucho. (…)

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