
Sallam Sayed Abdelkawy, Departamento de Español – Universidad de Helwan
Resumen
Este trabajo se realiza con el objetivo de demostrar la importancia de los estudios pragmáticos en la interpretación y el análisis de las oraciones imperativas directivas y no directivas para saber sus diferentes funciones comunicativas. Partimos de la hipótesis de que no todas las oraciones imperativas se usan para mandar u ordenar, sino que su manejo podría ser útil en el caso de prohibir, pedir algo, dar consejos, advertir, sugerir, invitar, dar instrucciones, ofrecer algo, dar permiso, expresar imprecaciones, hacer recomendaciones, expresar rechazo, reproche, amenaza, condición, consolación, persuasión, consentimiento, etc. El corpus que será la base de nuestro análisis se recoge de Lo prohibido, una de las novelas poco conocidas del escritor español Benito Pérez Galdós (1971).
Palabras clave: imperativo, actos directivos, actos no directivos, funciones del imperativo, Lo prohibido, Galdós
Abstract
The main aim of this work is studying the importance of pragmatic in the interpretation of directive and non-directive imperative clauses to focus on their different interactive functions. Our hypothesis is based on that not all imperative clauses are used to command or order, but their handling could be useful in the case of prohibiting, asking for something, giving advice, warning, suggesting, inviting others, giving instructions, offering something, giving permission, cursing, making recommendations, expressing rejection, reproach, threat, condition, persuasion, consent, etc. The corpus that will be the basis of our analysis is collected from The prohibited, one of the little-known novels of the Spanish writer Benito Pérez Galdós (1971).
Keywords: imperative, directive acts, non-directive acts, imperative functions, The prohibited, Galdós
Funciones de los imperativos directivos y no directivos en Lo prohibido de Benito Pérez Galdós
Introducción
Las cláusulas imperativas se manifiestan en todas las lenguas humanas. La mayoría de las lenguas, si no todas, dedica en su gramática un capítulo a esta clase de oraciones que se asocia de manera directa con la fuerza ilocutiva directiva para conseguir la realización de un acto de habla que redunda en beneficio del emisor o del receptor. En este trabajo intentamos tratar este tipo de cláusulas desde un punto de vista formal y funcional. Su análisis se realiza atendiendo a sus valores pragmáticos y discursivos en diferentes contextos situacionales que demuestran su variedad interactiva en nuestra vida cotidiana. La mayoría de los enunciados no refleja con claridad el modo del que se pronuncia, sin embargo, puede indicar diferentes fuerzas ilocutivas dependiendo de la intención de los participantes en el acto comunicativo, y no de su forma lingüística. Así, no todos los enunciados imperativos se refieren al mandato o la orden como se entendía antes, sino que muestran varias funciones comunicativas.
Este trabajo se realiza con el objetivo de demostrar la importancia de los estudios pragmáticos en la interpretación y el análisis de las oraciones imperativas directivas y no directivas para saber sus diferentes funciones comunicativas. Partimos de la hipótesis de que no todas las oraciones imperativas se usan para mandar u ordenar, sino que su manejo podría ser útil en el caso de prohibir, pedir algo, dar consejos, advertir, sugerir, invitar, dar instrucciones, ofrecer algo, dar permiso, expresar imprecaciones, hacer recomendaciones, expresar rechazo, reproche, amenaza, condición, consolación, persuasión, consentimiento, etc.
La metodología utilizada en el trabajo es la analítico-descriptiva de corte cuantitativo que se centra en la descripción formal y el análisis funcional y cuantitativo de las ocurrencias de la fuerza directiva encontradas en el corpus de trabajo. El corpus que será la base de nuestro análisis se recoge de Lo prohibido, una de las novelas poco conocidas del escritor español Benito Pérez Galdós (1971). Narra la historia de un joven soltero llamado José María que siempre busca lo prohibido a través de relacionarse ilegalmente con sus primas casadas en Madrid. Esta novela realista es un buen retrato del ambiente madrileño de finales del siglo diecinueve. En ella abundan los enunciados imperativos directivos y no directivos pronunciados por los personajes como se verá en las muestras analizadas.
Definición del imperativo
De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española (2001), el término imperativo procede del latín imperativus. Para esta institución académica, esta palabra es un adjetivo que significa que impera o manda. Sin embargo, algunas veces se utiliza como sustantivo cuando se habla de la clasificación gramatical de los distintos tipos de oraciones en español. Siempre se estudia en contraste con el modo indicativo y el subjuntivo. La tradición gramatical demuestra que el imperativo se emplea de diferentes maneras. Algunas veces, se refiere a un modo igual que el indicativo y el subjuntivo como acabamos de decir, otras, indica una modalidad sintáctica paralela a la declarativa, la interrogativa, la desiderativa, la exclamativa y la dubitativa; y terceras apunta a la noción pragmática directiva para marcar muchas funciones contextuales como mandato, petición, sugerencia, consejo, instrucción, etc. Esta noción directiva se contrasta con la asertiva, la expresiva, la fática, la referencial, etc. Los dos primeros usos, el modal y el sintáctico, manifiestan las propiedades formales del imperativo tanto morfológicas como sintácticas para identificar una serie de palabras que tiene cierta relación entre sí, y para distinguir este tipo de oraciones de otras clases similares. En cambio, el uso pragmático está relacionado con la configuración de un conjunto de palabras que se interpreta como mandato, petición, consejo, invitación, ofrecimiento, reproche, recomendación, amenaza, etc., y que sus propiedades morfológicas y sintácticas no coinciden necesariamente con las oraciones imperativas como se verá en el seno del trabajo.
Si nos centramos en sus características semánticas, nos daremos cuenta de que el imperativo se refiere, en cualquier análisis sintáctico o pragmático, a una clase de oraciones que se construye no para asertar, constatar, declarar, interrogar, etc. donde las acciones pueden juzgarse como verdaderas o falsas, sino para pedir al receptor cumplir con lo pedido por el emisor. Cuando lo usamos, nos referimos a la forma verbal o a un tipo de oraciones que se utiliza para expresar orden o mandato como función principal. Desde el punto de vista formal, el imperativo es un tipo de cláusulas caracterizado por la ausencia de sujeto explícito y la falta de marcas de tiempo y aspecto. Creemos que el no uso de marcas temporales y aspectuales en las oraciones imperativas se debe a su naturaleza funcional. Se utiliza en las situaciones en las que el emisor desea que el receptor realice una acción a favor del primero o de ambos interlocutores después del momento del acto de habla. Así, no hace falta especificar marcas temporales y aspectuales determinadas a la hora de pronunciar una oración imperativa.
Propiedades de las cláusulas imperativas directivas y no directivas
Después de una lectura atenta y minuciosa de Lo prohibido de Benito Pérez Galdós, hemos podido hacer un recuento de las ocurrencias de las construcciones imperativas directivas y no directivas. Con imperativos directivos nos referimos a los actos de habla en los cuales se impone la voluntad del emisor al receptor debido al poder que ejerce el primero sobre el segundo como en el caso del mandato. En cuanto a los imperativos no directivos, se proyectan en las situaciones en las que no hay ninguna imposición del emisor al receptor, al contrario, este último tiene el derecho de aceptar o rechazar el contenido proposicional del enunciado imperativo como en el caso de hacer invitaciones. Es más, algunas veces el acto no directivo redunda en beneficio del destinatario como se deduce de los contextos en los que se ofrece algo a alguien. En la siguiente tabla se expone la frecuencia de uso de los imperativos directivos y los no directivos acompañados con casos híbridos que demuestran el grado de aparición de los imperativos subordinados, los no oracionales y los que se realizan de manera indirecta para no dañar la imagen negativa del receptor. Los datos que se mencionan en esta tabla se analizarán con más detenimiento, cada uno en su lugar correspondiente.
| Tipo de imperativos | Frecuencia de uso | Porcentaje |
| Imperativos directivos | 246 | 46.76 % |
| Imperativos no directivos | 231 | 43.91 % |
| Imperativos híbridos | 49 | 9.31 % |
| Total | 526 | 100 % |
Tabla con la frecuencia de uso de los imperativos en Lo prohibido
Los estudios realizados sobre el imperativo manifiestan una serie de características formales relativa a su estructura interna dentro del ámbito de la gramática tradicional. Estas propiedades se desglosan en los siguientes puntos:
1- Entonación apelativa: De acuerdo con Alarcos Llorach (2000: 150) la entonación de las oraciones imperativas es distinta a la del resto de las oraciones. Es una entonación ascendente-descendente como se ve en:
1- ¡Mírala, por ésta! (pág. 368).
2- ¡Vaya con tus regalitos! Ya pasan de la raya (pág. 262).
2- Ausencia de sujeto explícito: Según Gili Gaya (1998: 54), “el imperativo español no tiene más formas propias que las de la segunda persona”. Por lo tanto, el sujeto en las oraciones imperativas no se configura de manera explícita y se entiende de la terminación verbal. Siempre se refiere al destinatario que se encarga de la realización de la acción verbal, y que se plasma en la segunda persona singular o plural, tú y vosotros, en el tratamiento informal o familiar; y usted y ustedes como fórmulas de cortesía en las situaciones donde hay distancia social y psicológica como se ve en los siguientes ejemplos en los que el sujeto es tú (1), vosotros (2), usted (3) y ustedes (4) respectivamente:
1- Ven acá, tesoro de tu madre, rico, alegría de la casa (pág. 126).
2- Pues sí,…, idos a vuestra casa (pág. 388)
3- Déjelo usted ahí –dije, creyendo que era Micaela; mas no tardé en ver a Camila
poniendo el café sobre la mesa. (pág. 369).
4- Miren el tísico éste…! ¿Pues qué hacemos de malo? Si es cosa natural… (pág. 387)
Algunas veces el sujeto de las oraciones imperativas se vincula con el emisor y el receptor o receptores al mismo tiempo, esto ocurre cuando se conjuga el verbo en la primera persona plural (nosotros). En estas ocasiones tanto el uno como el otro se ocupa de la realización de la acción pedida, mandada, aconsejada, recomendada, etc. como se indica en:
1- Vámonos, vámonos; no más compras. Esta tienda es la sucursal del Infierno (pág. 116).
2- Pero dejemos las cosas que parecían personas y vamos a las personas que parecían
cosas (pág. 155).
3- Sigamos. El día en que ultimé el arreglo de la deuda de mi prima, ésta se presentó en mi casa a las once de la mañana (pág. 194).
En muchas ocasiones se menciona en la oración el sujeto lógico que lleva a cabo lo mandado, pero se analiza sintácticamente como vocativo y nunca como sujeto como se aprecia en estas muestras en las que Camila (1), Ramón (2) y Constantino (3) son vocativos y no sujetos:
1- Quiéreme, Camila, quiéreme o me muero. ¿No ves que me muero? (pág. 404).
2- Ramón, llévale un vaso de agua, si quiere, y tú, Juliana, auxíliala también. Puede que
tenga un síncope (pág. 415).
3- Constantino, dile lo que te dije… No; pegar no (pág. 430)
3- Ausencia de tiempo y aspecto: No hay ninguna marca que indica el tiempo y el aspecto en las oraciones imperativas. La acción verbal exigida se lleva a cabo en el presente o en el futuro, pero nunca en el pasado como se deduce de las siguientes muestras en las que la acción de hablar, ir, estar quieto y contestar es futura con respecto al momento en el que se pronuncia el enunciado imperativo:
1- Háblame con franqueza. ¿He dicho algún disparate? (pág. 98)
2- Vete –le dije-, vete de aquí (pág. 222).
3- Vamos a ver, Rafael, estate quieto un momento y contéstanos a lo que te vamos a
preguntar (pág. 253).
4- Posibilidad de proyectarse subordinadas a uno de los verbos directivos: Las cláusulas imperativas pueden ir subordinadas a uno de los verbos directivos como mandar, ordenar, pedir, aconsejar, recomendar, etc. Se configuran como complementos directos oracionales y su contenido referencial se dirige al destinatario con el que se comparte el acto de habla como vemos en:
1- Mandé que se lo llevaran a su palacio, y esperé a que ella misma me diese cuenta de
la impresión que le causaba (pág. 117).
2- Entró Micaela y le ordené que se llevara a su señora (pág. 222).
5- Posibilidad de aparecer implícita o explícitamente condicionadas: Las cláusulas imperativas pueden realizarse bajo ciertas condiciones en algunas ocasiones. Estas condiciones se entienden de manera explícita o implícita. De acuerdo con la Real Academia Española (2009: 3148), “las imperativas condicionales aparecen a menudo cuando se pretende transmitir amenazas y advertencias en las que se perciben diversos grados de énfasis o de coacción” como se ve en los siguientes ejemplos:
1- Si no tienes dinero, pídelo en castellano (pág. 82).
2- Si no quieres seguir el plan que te tracé, dilo con nobleza, y yo sabré lo que debo
hacer (pág. 246).
3- Dime si no es ésta la pura verdad. Háblame con tanta franqueza como yo te hablo
(pág. 247)
6- Posibilidad de indicar varias funciones pragmáticas: El contenido proposicional de las oraciones imperativas puede referirse a distintas funciones pragmadiscursivas dependiendo de la situación comunicativa en la que están implicados los interlocutores como se verá en el apartado dedicado a las manifestaciones pragmadiscursivas de las oraciones imperativas en la novela que se ha elegido como corpus del trabajo.
Construcciones imperativas no oracionales
Las páginas anteriores se han enfocado más en el estudio del imperativo como una clase sintáctica de oraciones que manifiesta distintas funciones discursivas dependiendo del contexto situacional en el que se pronuncia. En este apartado intentamos exponer otro tipo de construcciones denominado imperativos no oracionales que genera los mismos matices funcionales de las cláusulas imperativas plenas. Esto es, cláusulas con un verbo explícito que forma el núcleo del sintagma verbal. En cambio, la clase que tratamos aquí se proyecta sin el verbo y solo se figura uno de los argumentos internos, por lo tanto, se denomina imperativos no oracionales debido a la falta del núcleo del sintagma verbal. Su recuperación depende de factores contextuales y situacionales. Nunca se clasifica como aserciones ni interrogaciones, sino que siempre apunta al imperativo, porque a menudo se pide algo que se quiere llevar a cabo por el destinatario. De esta manera, se entiende de lo dicho que las distintas funciones discursivas de las construcciones directivas y no directivas se pueden plasmar lingüísticamente tanto por imperativos oracionales como no oracionales. Una de las diferencias discursivas entre los imperativos oracionales y no oracionales reside en que estos últimos solo se producen en los actos de habla directos y nunca en los indirectos. La frecuencia de uso de los imperativos no oracionales alcanza el 2.09 % (11 casos) del total de las construcciones imperativas detectadas en Lo prohibido.
La estructura interna de los imperativos no oracionales se ve realizada por distintos tipos de sintagmas. Algunas veces, se proyectan sintagmas nominales, otras se configuran sintagmas adjetivales, adverbiales y preposicionales como se demuestra en los siguientes ejemplos recogidos de Lo prohibido en los que mucha quietud (1) es un sintagma nominal, fuera y abajo sintagmas adverbiales (2) y a la calle sintagma preposicional (3):
1- Mucha quietud, que eso no es nada. Dentro de unos días volverá a su vida habitual (pág. 182).
2- Fuera los jueves. Que cada cual vaya a comer a su casa… Fuera Monsieur petit, fuera
el jefe de cocina, que son capaces de tragarse el presupuesto de una nación… Fuera
todos los criados, a quienes he estado dando doce duros y dos trajes… abajo el
portero de estrados que no sirve más que para enamorar a las doncellas… Abajo la
doncella-costurera (pág. 196).
3- No me da la real gana. Noramala todos. A la calle, a la calle (pág. 263).
Propiedades de las construcciones imperativas no oracionales:
Las construcciones imperativas no oracionales tienen sus propias características que las distinguen de las demás proyecciones sintácticas. Estas características se manifiestan en los siguientes puntos:
1- No hay marcas gramaticales que se refieren al sujeto debido a la ausencia del sintagma verbal. Como es bien sabido, el sujeto en español se puede inferir de la terminación verbal que indica la persona gramatical. La falta del verbo en este tipo de construcciones no ayuda a detectar el sujeto. Se puede descubrir a través del contexto situacional en el que se desarrolla el acto de habla directivo o no directivo. En cambio, el vocativo puede realizarse fonéticamente sin causar ninguna incorrección gramatical como se ve en los siguientes ejemplos:
1- ¡Patrona, el ron! –repetí yo (pág. 263).
2- Lo tomará él si quiere –declaró Camila con autoridad-. ¡Usted, señor mío, aquí! (pág. 264)
En el primer ejemplo José María, protagonista de la novela, pide a su prima Camila que traiga la botella de ron de Jamaica. Así, el verbo traer se entiende implícitamente del contexto situacional. En el segundo, para evitar el enfado de Camila, su marido Constantino y José María deciden tomar el ron en una cafetería, pero ella niega que su marido lo tome fuera de casa y le ordena tomarlo en casa y le dice “Usted, señor mío, (tómalo) aquí”.
2- El uso de los sintagmas nominales, adjetivales, adverbiales y preposicionales configurados en las construcciones imperativas no oracionales depende de lo establecido convencionalmente por la sociedad. Es decir, no cualquier sintagma puede proyectarse en estas estructuras, sino determinados tipos reconocidos por los usuarios de la lengua como se indica en el siguiente ejemplo:
– ¡Alto allá! –dije yo, lastimado de ver cómo hería con su furibunda hacha económica
la rama más sagrada del árbol de sus gastos… (pág. 196).
En este ejemplo José María pide a su prima Eloísa que reduzca sus gastos al mínimo para que se salve de la crisis económica por la que pasa. Ella quiere quitar a su enfermo marido los gastos que hacía en obras de caridad. A José María no le gusta que ella haga esto y le dice ¡Alto allá!, impidiéndola de no seguir hablando de privar a su marido de algunos gastos que satisfacen enormemente sus deseos caritativos.
3- El destinatario es siempre el centro de interés en estas construcciones y se refiere a la segunda persona si se recupera el verbo no realizado fonéticamente como se señala en esta muestra en la que Camila manda a su marido Constantino y a José María que vayan a la calle para tomar el ron.
– No me da la real gana. Noramala todos. A la calle, a la calle (pág. 263).
4- Al contrario de las cláusulas imperativas plenas, los imperativos no oracionales nunca aparecen negados por el adverbio de negación No. Es decir, es difícil encontrar sus contrapartidas negativas como se deduce del siguiente ejemplo que no puede aparecer de forma negativa:
– ¡Patrona, el ron! –repetí yo (pág. 263)
5- Los imperativos no oracionales no aparecen acompañados con pronombres reflexivos al igual que sucede en las cláusulas imperativas plenas debido a la falta de la proyección del verbo, como se aclara en la siguiente construcción recogida del corpus en la que se suple el verbo reflexivo quedarse:
– Es que vamos a la sala de armas.
– Aquí, y chitito callando (pág. 264).
El imperativo en las oraciones subordinadas
Las oraciones imperativas pueden aparecer subordinadas y formar parte de una oración más compleja. Pero, esta subordinación está condicionada por la presencia de uno de los verbos directivos que puede aceptar la proyección de una cláusula imperativa como complemento. Los verbos más comunes que permiten la realización de una cláusula subordinada son mandar, ordenar, decir, pedir, preguntar, etc. Estas construcciones directivas pueden subordinarse a estos verbos formando oraciones complejas declarativas o interrogativas. Normalmente la oración subordinada funciona como complemento directo del verbo de la oración compleja y se clasifica como subordinada sustantiva. Las cláusulas imperativas nunca forman parte de las subordinadas adjetivas y adverbiales. Otro requisito más sin el cual no se puede subordinar una cláusula imperativa está relacionado con la presencia explícita del sujeto de la oración subordinada o no. El sujeto de este tipo de oraciones debe ser determinado para referirse al destinatario que se encarga de la realización de la acción verbal. Al igual que sucede en las oraciones imperativas simples, el sujeto puede indicar la segunda persona singular y plural. Algunas veces, la primera persona plural aparece como sujeto de estas construcciones, pero su proyección es muy rara. El porcentaje de la aparición de las construcciones imperativas subordinadas en Lo prohibido es de 2.66 % (14 casos) de las 526 ocurrencias encontradas. Veamos las siguientes muestras:
1- Hube de ordenarle imperiosamente que se acostara para que se decidiera a hacerlo
(pág. 223).
2- Figúrate que le mandé apartar un baúl y se escupió las manos para agarrarlo y hacer
fuerza (pág. 297).
En (1) José María ordena a Eloísa que se acueste y que descanse un poco después de la muerte de su marido. En (2) Camila ordena a su marido Constantino que aparte un baúl y que lo traslade de un sitio a otro. En ambos ejemplos los destinatarios son Eloísa y Constantino.
El verbo de la oración subordinada se conjuga siempre en el subjuntivo y produce la misma información exigida por el imperativo en las oraciones simples como se desprende de las siguientes palabras de Garrido Medina (1999: 3913):
El subjuntivo en las cláusulas subordinadas como dice que vengas, repite que vengas representa el mismo tipo de información que el modo imperativo en las independientes: se trata de una petición, orden o sugerencia. Ello tiene lugar en virtud de la indicación del subjuntivo de que se trata de una acción que no ha sido realizada ni está realizándose.
El imperativo y los actos de habla
De acuerdo con Searle (1976), los actos de habla se clasifican en asertivos, declarativos, expresivos, comisivos y directivos. La modalidad imperativa se asocia en la mayoría de los casos con los actos de habla directivos. Para que el acto de habla directivo sea adecuado a la situación, se toman en cuenta algunas condiciones de adecuación. Según Searle (1986: 70-75), estas condiciones se desglosan en los siguientes puntos:
1- Condición del contenido proposicional: el contenido de cualquier acto directivo tiene que apuntar siempre al futuro
2- Condición preparatoria: esta condición está relacionada con la capacidad del receptor de realizar el contenido proposicional del acto directivo
3- Condición de sinceridad: la condición de sinceridad se refiere al deseo del hablante de que el oyente realice la acción expresada en el contenido proposicional.
4- Condición esencial: con esta condición el contenido proposicional induce al oyente a realizar la acción verbal
La relación entre los imperativos y los actos de habla directivos no es unívoca. Es decir, algunas veces encontramos actos directivos realizados por oraciones declarativas e interrogativas y no imperativas como se suele ocurrir. En cambio, es frecuente ver algunas formas verbales conjugadas en el imperativo y no expresan actos directivos como sucede en el caso de varios marcadores discursivos como venga, vaya, oiga, mire, etc., por lo tanto, reciben el nombre de actos no directivos.
Según el grado de imposición, los actos directivos se dividen en impositivos y no impositivos. Los impositivos son aquellos que redundan en beneficio del hablante y los no impositivos son los que benefician al oyente. Algunas veces, se beneficia tanto el hablante como el oyente como ocurre en los actos directivos que son tanto impositivos como no impositivos. Hay un cuarto tipo que no es ni el uno in el otro, y que formalmente se refiere al imperativo, pero pragmáticamente no da ningún matiz directivo. Por lo tanto, crean actos de habla no directivos como vemos en el siguiente apartado.
Imperativos con valor discursivo
Los usuarios de la lengua utilizan en su interacción diaria muchas fórmulas imperativas estereotipadas con distintas funciones discursivas. Pero, ninguna de estas funciones corresponde a la directiva, típicamente ligada a las formas imperativas. Son usos convencionalizados que apoyan e intensifican los enunciados producidos en determinadas situaciones comunicativas. Su aparición en los enunciados tiene valor más discursivo que directivo. Es decir, se utilizan como marcadores discursivos que se han gramaticalizado con el paso del tiempo, y que han perdido su valor léxico registrado en los diccionarios de lengua. Verbos como venir, ir, oír, mirar, andar, decir, etc. son mejores muestras de lo que venimos diciendo en este apartado. Las formas venga, vaya, oiga, diga y otras fórmulas informales como oye, mira y anda no manifiestan orden o mandato en algunos contextos, aunque estén conjugados en el imperativo. A veces se utilizan para dar sorpresa, dar ánimo, llamar la atención, etc. El contenido proposicional de estas fórmulas no demuestra una acción, esto es, la intención del emisor no es pedirle al receptor que venga, vaya, oiga, mire o ande, sino expresar una de las funciones anteriormente dichas como se deduce de los siguientes ejemplos en los que el imperativo se usa para llamar la atención:
1- Mira, chico, anoche me acosté pensando que era alcalde de Madrid, no un alcalde de
tres al cuarto, sino un auténtico barón Haussmann (pág. 95).
2- Diga usted, Marqués, ¿venderé las Cubas para comprar ese amortizable que ha
inventado Camacho? (pág. 156)
3- Oiga usted, marqués: ¿quiere usted hacerme dobles por cinco o seis millones
nominales? (pág. 156)
4- Cuando digo yo… Oye, Santiago, sírveme jerez (pág. 178).
5- Es grandísima…¡Cómo pesa…! Es una merluza lo que traigo. Mirad, mirad (pág.
287)
6- ¡Que me sacaría, digo, que me sacaría, vaya! –gritaba con fe ciego (pág. 289).
7- Oye, oye: de paso, observas si ocurre algo en la casa… Anda, anda (pág. 411).
La cortesía verbal y el imperativo
Como hemos dicho antes, no todas las oraciones imperativas se producen para realizar la fuerza directiva de mandar, sino que indican otras funciones discursivas como aconsejar, recomendar, reprochar, llamar la atención, etc. Tampoco los actos directivos se expresan únicamente por las oraciones imperativas. La diferencia entre los actos de habla directos y los indirectos desempeña un papel muy importante en la aceptabilidad del contenido proposicional de las oraciones imperativas. Cuanto mayor sea la expresión de los actos directivos de manera indirecta, mayor será el grado de su aceptabilidad. Por lo tanto, Garrido Medina (1999: 3888) afirma que “los actos indirectos pueden formar parte de fenómenos de cortesía, en la medida en que no comprometan al interlocutor, al no mencionarse explícitamente el acto correspondiente”. Es bien sabido que los actos de habla directos son aquellos en los que hay una relación directa entre el tipo gramatical de la cláusula y las fuerza ilocutiva. En cambio, en los actos de habla indirectos no existe esta relación simétrica entre ambas clases como se deduce de las siguientes palabras de Calsamiglia Blancafort y Tusón Valls (1999: 198):
Lo que este segundo ejemplo plantea es la existencia de los actos de habla indirectos, en los que al significado literal del acto locutivo hay que sumar un significado añadido a través de la fuerza ilocutiva. Una característica de los actos de habla indirectos es que, en cierto modo, son convencionales, en el sentido de que, en el seno de la comunidad de hablantes que los usa, se asocia la expresión “indirecta” con la fuerza ilocutiva.
La cláusula imperativa es el mecanismo sintáctico más directo que utiliza el emisor para pedir algo al receptor, pero no es el único porque hay otras estrategias lingüísticas indirectas a las cuales recurre el hablante para llevar a cabo lo que desea como se indica en los siguientes ejemplos:
1- Constantino, traidor…, qué, ¿no pones la mesa? (pág. 121)
2- ¿Por qué no avisas a tu hermano Augusto, de paso que vas por el postre? (pág. 123)
3- ¿Por qué no me convidas esta noche al teatro? (pág. (126)
4- ¿No bajas nada de los siete mil? (pág. 207)
En los cuatro anteriores ejemplos se utiliza la oración interrogativa como estrategia indirecta para pedir al destinatario poner la mesa (1), avisar a Augusto (2), convidar a Camila (3) y bajar el alquiler (4) para evitar dañar su imagen negativa al conquistar su territorio y pedirle la realización de la acción verbal utilizando oración imperativa.
Los actos de habla indirectos son la base de la teoría de la cortesía verbal desarrollada en los trabajos de Browan y Levinson. Según estos autores (1987: 69), los actos de habla indirectos están íntimamente relacionados con la cortesía verbal basada en la noción de imagen. Para ellos este término se refiere a la imagen pública que cada uno de los miembros de la sociedad quiere tener en la comunidad que le rodea. Partiendo de esta idea, han establecido dos tipos de imagen, uno positivo y otro negativo. La imagen positiva manifiesta el deseo del individuo de ser aceptado por los miembros de la sociedad en que vive, mientras que la negativa demuestra la libertad del individuo de realizar o no la acción verbal sin ninguna imposición ajena.
Durante los intercambios comunicativos, los usuarios de la lengua intentan utilizar muchas estrategias conversacionales para mitigar la fuerza directiva que nace del uso de las oraciones imperativas. El mandato es intrínsecamente uno de los actos de habla amenazadores de la imagen del receptor. Los actos directivos conquistan inherentemente el terreno personal del oyente a través de la imposición de la voluntad del hablante amenazando, de esta manera, su imagen negativa. El grado de gravedad de los actos que amenazan la imagen depende de la distancia social entre el emisor y el receptor, y además, del poder que ejerce el primero sobre el segundo. Los actos amenazadores no afectan solamente al receptor, sino que también en ciertas situaciones comunicativas la imagen del emisor puede ser dañada. Por ejemplo, cuando el hablante pide disculpas o perdón, no se siente bien e intenta reducir el tiempo de estos actos cuanto sea posible. Para evitar dañar la imagen del emisor y el receptor se recurre a las estrategias de la cortesía verbal que tienen como función principal minimizar los efectos amenazadores de los actos directivos.
Dada la gravedad comunicativa del uso del imperativo en la interacción diaria, la mayoría de los usuarios de la lengua no tiende a utilizarlo salvo en situaciones de autoridad. Prefiere expresarse de una manera más atenuada e indirecta empleando mecanismos lingüísticos como la oración declarativa y la interrogativa. La frecuencia de uso de los actos indirectos para realizar mandatos es de 17 casos que representa el 3.23 % de 526 construcciones imperativas figuradas en Lo prohibido. Veamos los siguientes ejemplos:
1- José María, me vas a hacer el favor de prestarme dos mil realitos (pág. 240).
2- ¿Te quieres callar? –gritó (pág. 242).
En el primer ejemplo Camila pide a José María que le preste dos mil realitos utilizando una oración declarativa y no imperativa para no amenazar su imagen. En el segundo, Camila ordena a José María que se calle dirigiéndose a él con oración interrogativa para no imponerle su voluntad y darle la opción de callar o no, salvando así su imagen negativa.
Clasificación de las funciones de los imperativos directivos y no directivos en lo prohibido
Hemos especificado en el apartado relacionado con el imperativo y la teoría de los actos de habla algunas condiciones que permiten a los actos directivos ser adecuados a la situación. Estos requisitos residen en que el imperativo siempre indica una acción futura (condición del contenido preposicional), la capacidad del receptor de realizar la acción verbal (condición preparatoria), el deseo del emisor de que el receptor haga algo (condición de sinceridad) y que el acto directivo induce al receptor a realizar la acción verbal (condición esencial). A la luz de estas condiciones intentaremos clasificar las funciones pragmadiscursivas del imperativo en Lo prohibido de Benito Pérez Galdós.
Como hemos dicho antes, los mandatos representan el uso estereotipado de las construcciones imperativas. Desde este punto de vista, hay una cierta obligación a que el receptor realice la acción mandada y que cumpla el deseo del emisor. Esta es la versión fuerte de los actos directivos. Hay otra versión más débil de la fuerza directiva que depende del grado de obligación expresada por el contenido preposicional y de la naturaleza de la situación comunicativa. Está plasmada en el uso de las construcciones imperativas para llamar la atención, dar instrucciones, dar permiso, sugerir algo, invitar a alguien, ofrecer algo, expresar buenos deseos, etc. En estas interacciones comunicativas, disminuye el grado de imposición del emisor, y como consecuencia de ello, se reduce el grado de obligación del receptor. Se entiende de lo anteriormente dicho que tanto en la versión fuerte como en la débil de la fuerza directivo el hablante demuestra su interés en que el oyente realice algo, pero con ciertos grados de imposición y obligación. Intentaremos hacer en las siguientes páginas una clasificación tanto de los actos directivos fuertes (imperativos directivos) como de los débiles (imperativos no directivos) siguiendo los anteriores criterios. La siguiente tabla demuestra la frecuencia de uso de los imperativos directivos y los no directivos en Lo prohibido:
| Tipo de imperativos | Frecuencia de uso | Porcentaje |
| Imperativos directivos | 246 | 51.57 % |
| Imperativos no directivos | 231 | 48.43 % |
| Total | 477 | 100 % |
Tabla con la frecuencia de uso de los imperativos directivos y no directivos en Lo prohibido
Fijándonos en la anterior tabla, damos cuenta de que los imperativos directivos superan a los no directivos debido a su uso frecuente entre los personajes de Lo prohibido. Además, incluyen tipos de funciones pragmáticas que se repiten en las distintas situaciones comunicativas llevadas a cabo en la novela en cuestión.
Imperativos directivos
En esta clase de actos directivos el hablante muestra su interés en que el oyente realice o no una determinada acción verbal. Aquí se satisfacen todas las condiciones de la adecuación de los actos directivos a la situación como la condición del contenido proposicional, la condición preparatoria, la condición de sinceridad y la condición esencial. Se manifiestan con claridad en los mandatos, las peticiones, la prohibición, la advertencia, los consejos y los ruegos como se ve en el siguiente apartado. La siguiente tabla manifiesta las diferencias de uso entre los distintos tipos de los imperativos directivos:
| Imperativos directivos | Frecuencia de uso | Porcentaje |
| Mandatos | 115 | 46.75 % |
| Peticiones | 48 | 19.52 % |
| Prohibiciones | 27 | 10.97 % |
| Advertencias | 15 | 6.097 % |
| Consejos | 36 | 14.63 % |
| Ruegos o pedir ayuda | 5 | 2.03 % |
| Total | 246 | 100 % |
Tabla con la frecuencia de uso de los imperativos directivos en Lo prohibido
Como se demuestra en la tabla anterior, los mandatos ocupan el primer lugar en cuanto a la frecuencia de uso con respecto al resto de los imperativos directivos, van seguidos por las peticiones, y luego los consejos, las prohibiciones, las advertencias y los ruegos respectivamente.
– Mandatos
El mandato es uno de los actos directivos fuertes, porque aquí el emisor ejerce el poder sobre el receptor e intenta imponerle su voluntad obligándole a realizar la acción verbal como se ve en los ejemplos citados abajo. En (1) la marquesa de San Salomó manda a José María que responda con franqueza a sus preguntas relacionadas con las grandes noches del jueves que se celebran en casa de Eloísa cada semana. En (2) José María ordena a Eloísa que sea sincera al contarle su verdadera situación económica. En (3), Eloísa manda a José María que confiese y que diga las verdaderas causas del cambio de su relación con ella. En (4), hay una orden de callarse que Camila dirige a José María cuando este dice algo que no le gusta a ella.
1- Con franqueza… Respóndame usted a lo que le pregunto (pág. 180).
2- Claridad, completa claridad es lo que quiero –le dije. Muéstrame hasta el fondo del
cántaro vacío (pág. 187).
3- Algo te pasa, confiésalo, y no me mates con medias palabras (pág. 231).
4- Cállate, o te tiro esta palmatoria a la cabeza (pág. 240).
– Peticiones
La petición se considera como uno de los casos de los imperativos directivos porque se pide algo del receptor y él se ve obligado a cumplirlo como se deduce de los siguientes ejemplos. En (1) Constantino, marido de Camila, le pide que toque música en casa de José María. Camila en (3) pide a Ramón, criado de José María, que le traiga las seis camisas que hizo a José María porque él se burla de su profesionalidad de coser camisas. En (4) José María pide a Ramón que cierre la puerta porque Eloísa hace escándalos en su casa después de descubrir su relación con Camila, su hermana menor.
1- Ahora Camililla, tócanos el Testamento, el Vorrei morir, de Tosti; los couplets de
Boccaccio y del Petit Duc (pág. 99)
2- Soy cristiano, deseo cumplir; José María, Eloísa, sed amables, traedme un confesor
(pág. 208).
3- Ramón, tráeme las seis camisas que le he regalado a tu amo (pág. 347)
4- Bueno, cierra la puerta que no se enteren de estos escándalos los que suben y bajan
(pág. 416)
– Prohibiciones
En los actos que indican prohibición se intenta pedir al receptor no realizar la acción verbal para satisfacer el deseo del emisor. Se nota aquí la imposición de la voluntad del emisor sobre el receptor como se aclara en (1) donde Eloísa impide a José María besarla. En (2) María quiere poner gas en el comedor y José María le prohíbe hacerlo porque el gas ha pasado de moda. En (3) Constantino prohíbe a Camila no gritar en casa de José María porque estaba enfadada cuando ellos se burlaron del corte de las camisas que hizo a José María. En (4) José María impide a Constantino no matar a nadie después de que corrieran malos rumores sobre su mujer.
1- No, no me beses –Chillaba Eloísa, apartando su cara (pág. 126)
2- No hagas tal –le respondí-. El gas ha pasado de moda (pág. 336).
3- No alborotes, chica. ¡Que siempre has de ser así! (pág. 347).
4- No mates a nadie, no mates, hijo, y aguarda un poco (pág. 418).
– Advertencias
En estas muestras el emisor advierte al receptor no hacer una determinada acción que podría producir malos efectos. Por ejemplo, en (1) Eloísa no quiere que José María mire a un espejo expuesto en la tienda de su amigo Eguía creyendo que este espejo le podría cegar. En (2), el señor Fúcar advierte a José María que no se dedique mucho a los negocios para dejar contenta a Eloísa, su prima que piensa mucho en el dinero. En (3), cuando Eloísa se ha puesto muy enferma, Camila advierte a José María que cuando entre a verla, no debería mostrarle tristeza por su mal estado. El último ejemplo está relacionado con la anterior advertencia en (3).
- No mires, no mires. Esto trastorna, esto deslumbra, esto ciega. No es para nosotros (pág. 116)
2- Mucho ojo, que la señora piensa demasiado en el dinero (pág. 157)
3- Si entras a verla, ten cuidado de no dejar conocer la impresión que te ha de causar (pág. 358).
4- Cuidadito con lo que te he advertido (pág. 359).
– Consejos
Los consejos tienden a aparecer como órdenes, pero con cierto matiz afectivo. En estos actos el emisor manda al receptor hacer algo que redunda en su beneficio y que le puede ser útil como se deduce del primer ejemplo en el que Eloísa aconseja a José María descansar porque estaba atendiendo a su enfermo marido muchos días sin dormir. Eloísa en (2) aconseja a José María abrigarse, y que no se constipe para ayudarla a cuidar a Carrillo. En (3), cuando murió el marido de Eloísa, se ha puesto muy mala. José María la quería tranquilizar e intentó aconsejarla descansar un poco. En cuanto a (4), María Juana trata convencer a José María que se case con una de sus amigas para hacerse la vida.
1- Necesitas descansar-me dijo con mayor caridad-. Duerme ocho horas si puedes…
(pág. 185).
2- Abrígate bien, por Dios… Haz el favor de no constiparte ahora (pág. 186).
3- No vayas tú a ponerte mala también –dije con la mayor naturalidad del mundo-
.Recógete y descansa (pág. 223)
4- Cásate, hombre, y ya la irás queriendo poco a poco. Si te conviene por todos los
conceptos (pág. 335).
– Ruegos o pedir ayuda
Los actos de pedir ayuda siempre se realizan en caso de necesidad. El emisor ruega al receptor para salvarle de una situación crítica como se ve en el ejemplo (1), en el cual Eloísa ruega a José María quedarse en su casa porque su marido estaba muy enfermo y ella le daba miedo estar sola en casa con él. En (2) Eloísa pide a José María que la salve a ella y a su hijo porque estaba en muy malas condiciones económicas. En lo referente a (3), Constantino pide socorro en el baño porque su mujer lo está bañando con agua fría en pleno invierno.
1- Hazlo por mí, por él, por todos. En estos casos se conocen los buenos amigos (pág.
215).
2- En tus manos me pongo, sálvame y salva a mi hijo de la ruina (pág. 234).
3- Socorro, que me mata esta perra, que me hielo, que se me sube la sangre a la cabeza
(pág. 277)
Imperativos no directivos
La clase de estos actos manifiesta el deseo del hablante de que el oyente realice algo, pero no inducen a este último a llevar a cabo lo que se expresa en el contenido proposicional. Se subdivide en los actos que se ven en la siguiente tabla con la frecuencia de uso de cada tipo:
| Imperativos no directivos | Frecuencia de uso | Porcentaje |
| Desiderativos | 23 | 9.95 % |
| Permisivos | 32 | 13.85 % |
| Amenazadores | 46 | 19.92 % |
| desinteresados | 130 | 56.28 % |
| Total | 231 | 100 % |
Tabla con la frecuencia de uso de los imperativos no directivos en Lo prohibido
Como se demuestra arriba, los imperativos desinteresados que se expresan sin ningún interés de parte de los interlocutores se figuran a la altura de la lista de los actos directivos según la frecuencia de uso, van seguidos por los amenazadores, y luego los permisivos y los desiderativos.
Actos desiderativos
Los actos directivos desiderativos expresan los buenos o malos deseos del hablante sin tener en cuenta los del oyente. Como consecuencia, no inducen al oyente a que realice algo. Se ven en los contextos situacionales en los que el oyente no puede realizar el contenido proposicional expresado en la construcción imperativa.Los deseos del hablante se consideran como algo socialmente convencionalizado, y los usuarios de la lengua están acostumbrados a expresarlos en ciertas situaciones comunicativas como se demuestra en los siguientes casos.
– Dar buenos o malos deseos
Aquí el papel del emisor es más notable que el del receptor porque es él quien desea lo bueno o lo malo a su interlocutor como se manifiesta en el primer ejemplo donde José María está enfadado con Eloísa, porque ella le está regañando por no quererla como antes, y él, por su parte, le expresa su ira deseándole que quede sola con Dios. En (2), José María desea al señor Fúcar buen viaje a Francia cuando se encontró con él en la estación de trenes. En cuanto a (3), Camila está enfadada porque José María se está burlando de ella cuando le hace camisas mal confeccionadas.
1- En la vida más vuelvo a poner los pies en esta casa. Quédate con Dios (pág. 252).
2- Los convalecientes compadecemos a los enfermos… Adiós, Adiós… Deje usted
mandado… Divertirse (pág. 273).
3- Quémeme yo las cejas para eso (pág. 347).
– Expresar imprecación
En los actos de imprecación se utilizan frases hechas o expresiones convencionalizadas por la sociedad como se ve en el siguiente ejemplo en el que Camila está enfadada con su marido Constantino cuando entra de repente al cuarto en el que duerme.
– ¡Vete a los infiernos, perdido, gatera, chulapo! (pág. 367).
– Expresar consolación
En este tipo de actos el emisor consuela al receptor dirigiéndose a él con buenas palabras para tranquilizarle como vemos en (1) cuando Constantino alquila un piso en la casa de José María sin poder pagarle el alquiler. Cuando Constantino consigue el dinero y da a José María el alquiler, este último le consuela. En (2) José María y Eloísa están consolando a Carrillo, su marido. En (3) José María se simpatiza con Camila cuando le demuestra las camisas mal confeccionadas. En el último ejemplo (4) José María Consuela a Eloísa cuando está gravemente enferma.
1- No, hombre; no creí tales ideas de esa loca. No hagas caso. Sois las personas más
formales que conozco (pág. 209).
2- ¡Qué cosas tienes! No digas tonterías. Si estás bien… (pág. 217).
3- Vamos, Camililla, no te enfades. No es extraño que el primer ensayo… Ahora te
compraré más tela, y me harás otra media docena (pág. 347).
4- No te sofoques, hija. Eso pasará. Y no estás tan desfigurado como crees (pág. 359).
– Dar ánimo
Los actos de dar ánimo se realizan para entusiasmar al receptor a que haga algo que redunda en beneficio del emisor o de ambos como se deduce de (1), cuando Eloísa anima a su familia a dejar la tienda de regalos para no hacer más compras. En (2), Camila está animando a su marido a ir a comprar los billetes para ver un concierto en el teatro.
1- Vamos –ordenó Eloísa, impacientemente, desconcertada, sin dejarme acabar de ver
aquello (pág. 116).
2- Vamos…, menea esas zancas. ¿A qué aguardas? (pág. 127).
Actos permisivos
No se manifiesta el deseo del hablante de que se lleve a cabo una acción en estos actos, sino que solo comunica algo que cree que el oyente lo desea como en el caso de darle permiso de hacer algo, ofrecerle una cosa, invitarle a una comida, etc. Aquí el contenido proposicional se expresa como una acción futura y el oyente es capaz de realizarla, pero no se considera como un deseo del hablante ni induce al oyente a hacerla, porque hay una intención preexistente de este último de llevarla a cabo como se ve a continuación en las siguientes muestras.
-Dar permiso
Algunas veces el imperativo se utiliza para dar permiso en determinadas situaciones comunicativas. En estos actos el emisor permite al receptor realizar la acción verbal conjugando el verbo en el imperativo como se manifiesta en las siguientes muestras. Por ejemplo, en (1) Constantino da a su mujer Camila el permiso de aceptar algunos regalos que le ofrece José María. En (2), Camila anima a su marido Constantino aceptar el caballo que le ofrece José María como regalo cuando están en una excursión en San Sebastián. José María en (3) permite a Camila contar a su marido Constantino sus ilegales sentimientos hacia ella sin tenerle miedo. En cuanto a (4), José María da a Ramón el permiso de que abra la puerta a Constantino
1- Sí. ¿Por qué no? –Contestó Miquis, acariciándole la barba-. Acéptalo, chiquilla (pág.
263)
2- Acéptalo, no seas tonto. Si te lo quiere regalar (pág. 283).
3- Pues díselo…, cuéntale todo. En mi estado, deseo cualquier disparate… (pág. 409).
4- Sí, hombre… ábrele en canal… Quiero decir, ábrele la puerta. Que entre; veremos
por dónde tira (pág. 418).
– Ofrecer algo
Aquí el emisor ofrece al receptor un regalo o hacerle un favor como se indica en (1) donde José María da algunas sillas a su prima Camila como regalo. En (2), María Juana ofrece a José María ayudarlo para casarse.
- Tu boca será medida. Cuenta con la media docenita de sillas –manifesté a Camila (pág. 117).
2- Déjalo de mi cuenta –me dijo con cierto entusiasmo-. Yo te buscaré la novia (pág. 301)
– Hacer invitación
Como se ve en (1), el verbo ir está conjugado en el imperativo para invitar a los amigos de Camila a sentarse para comer. En (2), Eloísa invita a José María a almorzar en su casa cuando su marido estaba enfermo. Constantino en (3) invita a José María a subir a su casa para jugar con él las cartas. En (4), Eloísa está enferma, pero se recupera con el tiempo. José María le hace una visita y ella le invita a él y a todos sus familiares a almorzar en su casa.
1- Váyanse sentando… Allá va la sopa (pág. 123).
2- ¿Vendrás mañana? Mira que no faltes. Ven a almorzar. ¿Te espero? (pág. 186).
3-Suba usted, y jugaremos al tute, a la brisca, al burro y a las siete y media, que son los únicos juegos que Camila consiente (pág. 210).
4-Siéntate; no hagas visita de médico. Hoy vais a almorzar todos aquí (pág. 383).
8.2.3. Actos amenazadores
En estos actos el contenido proposicional expresa el estado psicológico del hablante y demuestra su deseo de que el oyente realice o no la acción manifestada por la construcción imperativa como se aclara en los siguientes epígrafes:
– Expresar rechazo
José María es diputado, pero no cumple con las obligaciones de este cargo. La gente le envía cartas con sus quejas. Ahora bien, no les contesta y les dice “vayan ustedes muy enhoramala” como se ve en (1). Eloísa gasta mucho dinero en invitaciones, regalos y adornos de su casa. José María niega ayudarla como se aclara en (2). Camila rechaza una invitación de ir a un restaurante hecha por José María en (3). En (4), Camila no acepta algunos regalos que le ofrece José María cuando están en una tienda de telas.
1- Vayan ustedes muy enhoramala (pág. 144).
2- No cuentes conmigo. Ahógate tú sola, y déjame a mí (pág. 230).
3- Quita allá, tísico. ¿En qué estás pensando? ¡Yo a un restaurant! Por mí no me importaba (pág. 259).
4- ¡Vaya con tus regalitos…! Ya pasan de la raya (pág. 262).
– Expresar amenaza
Algunas veces el imperativo se utiliza para amenazar al receptor como se indica en (1 y 2) cuando Eloísa pide a José María que le diga si la quiere o no con sinceridad amenazándolo con los dedos. José María en (3) amenaza a Camila utilizando el imperativo para pedirle que lo quiera o la mate.
1- Dímelo, dímelo con sinceridad o te saco los ojos, pillo (pág. 247).
- Mira, canalla –gritó con repentino calor, tirándome del pelo-, no me digas que no me quieres ya, porque te corto la cabeza (pág. 308).
- ¡Quiéreme o te mato – le dije con desazón epiléptica, fuera de mí…, quiéreme o te mato! Que todo no sea para él (pág. 407).
– Expresar reproche
Todas las siguientes muestras se han dicho en situaciones en las que alguien reprocha y regaña a otro. Por ejemplo, en (1) Eloísa está riñendo a José María por no poder sacar provecho de su cargo como diputado. Aquí en (2) José María está reprochando a Camila por devolverle el dinero que le presta, diciéndole que son primos y no le hace falta. En cuanto a (3), José María se burla de Camila por haberle hecho camisas mal confeccionadas, y esta última le regaña por su mal comportamiento. En (4), José María regaña al criado Evaristo por dejar las escaleras sucias.
- Di que eres un perezoso, que no quieres molestarte. Eres diputado y no sabes sacar partido de tu posición (pág. 200).
2- Chica, no me avergüences… Guarda esa porquería de billete, y perdonada la deuda. Por algo somos primos (pág. 275).
3- La culpa tengo yo por meterme a generosa. ¡Mal agradecido! Quita allá. No vuelvo a dar una puntada por ti (pág. 346).
- Evaristo –grité-, ¿no os da vergüenza de que las personas que entran vean esta escalera? Mira cómo me he puesto las manos. ¿En qué estáis pensando? (pág. 357).
-Expresar condición
Se utiliza el imperativo en no pocos casos condicionado como se ve en el ejemplo (1), en el cual Carrillo, el marido de Eloísa, quiere confesarse antes de su muerte, y pide a su mujer y a José María que le traigan un cura, y si no, que se cargan ellos con la responsabilidad ante Dios. En (2), Eloísa se dirige a José María pidiéndole que la quiere mucho para dominarla bien. Aquí también en (3) José María dice a Eloísa que ella parece mucho a las francesas, Eloísa piensa que él se está burlando de ella y ve que la está insultando.
1- Si no me confieso, sobre tu conciencia va; y si me condeno, carga con la responsabilidad… (pág. 218)
2- Chiquillo, si quieres sacar partido de mí, trátame con maña; quiéreme y dómame (pág. 250).
3- Si quieres decir la mala palabra, suéltala, ten valor, ponme la cara como un tomate, pero no me insultes con rodeos (pág. 310).
Actos desinteresados
El hablante no está interesado en la realización de lo que se expresa en el contenido proposicional de este tipo de actos. Solo sugiere, recomienda, convence al oyente hacer algo sin ningún interés de su parte. Este grupo es distinto al primero en que allí hay un consejo producido tanto a favor del hablante como del oyente. Esto es, hay un objetivo común entre ambos interlocutores. Ahora bien, aquí es el oyente quien provoca al hablante a dirigirse a él con una oración imperativa que expresa las siguientes connotaciones.
– Hacer sugerencia
Aquí el protagonista es el narrador de la novela, y en (1) sugiere a los lectores dejar de hablar de la Señora Sala y hablar del señor Fúcar. En (2), Eloísa sugiere a su marido que se retire de la fiesta del jueves, y que se vaya a su cuarto porque está muy enfermo y no puede atender a sus invitados.
1- Pero dejemos las cosas que parecían personas y vamos a las personas que parecían cosas (pág. 155).
- Retírate, Pepe, no te fatigues. Estás haciendo el valiente, y no puedes, hijo mío, no puedes (pág. 160).
– Dar instrucciones
El imperativo se usa algunas veces para dar instrucciones como se ve en el ejemplo (1) en el que José María da dinero a su primo Raimundo y le da instrucciones de cómo gastarlo. En (2), Carrillo está enfermo y su esposa Eloísa está a su lado atendiéndole, pero él pide a José María decir a Eloísa que se acueste, y que la acompañe y la consuele. En (3), Camila ayuda a Constantino a bañarse y le pide que se frote bien. En (4), José María da instrucciones a Severiano para despertarle cuando le oiga decir delirios durmiendo.
- Toma mil reales –le dije, arrojándoselos desde lejos-; lárgate a la calle con viento fresco, y tarda todo el tiempo que puedas en gastarlos (pág. 206).
2- Dile que se acueste. Acompáñala, consuélala; no la dejes que se entregue al dolor (pág. 221).
3- Restrégate, chino; frótate bien, toma el jabón (pág. 277).
4- Voy a dormir; coge un bastón, ponte en guardia, y si me oyes alguna barbaridad, pega. Es el animal que gruñe (pág. 478).
– Hacer recomendación
En esta parte vemos el imperativo usado en recomendaciones como en (1), donde don Rafael recomienda a José María recorrer toda la historia de la familia para saber sus hazañas. En cuanto a (2), don Rafael recomienda a José María preguntar a Eloísa para saber porque tiene horror a las plumas y a todo lo volátil.
1- Recorre la historia de la familia en los individuos más cercanos, y verás cómo hay en ella una singularidad constitutiva que viene reproduciendo se degeneración en generación (pág. 52).
2- Pregúntale sobre esto, y te dirá que la acompaña casi constantemente (pág. 58).
– Expresar persuasión
José María en (1) intenta convencer a don Fúcar de que no preste mucha atención a lo que dice Eloísa para invertir su dinero en las contratas de tabacos. En (2), Eloísa trata de convencer a su marido Carrillo de que se vaya a su alcoba porque está enfermo.
1- No hagas usted caso, marqués-indiqué yo. Estas mujeres ven todo con la imaginación. Desconocen la aritmética: lo único que saben de ella es multiplicar (pág. 156).
2- Retírate. José María y yo iremos después a hacerte compañía si estás desvelada (pág. 160).
– Expresar consentimiento
Algunas veces el imperativo se utiliza para expresar consentimiento como se ve en (1), en el que Eloísa se pone de acuerdo con José María y consiente lo que dice para no gastar mucho y ahorrar dinero. En (2), Camila quiere que su marido Constantino y José María tomen café fuera de casa y se pone enfadada. Su marido acepta desocupando la mesa antes de salir. En (3), José María, Camila y su esposo van en excursión a San Sebastián, pero Camila y su marido quieren ir en el tren de recreo contra la voluntad de José María que desea ir en el tren de lujo.
1- Viviremos con la mayor economía, con pobreza si es preciso. Dispón tú lo que quieras (pág. 233).
2- Bueno, mujer; no te enfades –gruñó Miquis, desocupando la mesa-. Lo tomaremos en el café (pág. 263).
3- Id en el tren que queráis, aunque sea en un tren de mercancías (pág. 274).
4- Tíralo y descalábrame –le contesté, fuera de mí; pero descalabrado y chorreando sangre te diré que te idolatro (pág. 276).
– Llamar la atención
Como se ve en las siguientes muestras, el uso de mira, oye y vea es para llamar la atención del interlocutor y no para darle una orden.
1- Pues mira; si hubiera en casa una hermana soltera, te la endosaríamos… (pág. 104).
2- Mira, tú, mi maridillo irá por el palco. Dame a mí los cuartitos (pág. 127).
3- Porque, mira, yo te podré hacer una gran habitación en el piso bajo (pág. 148).
4- Oye, Santiago, sírveme jerez (pág. 178).
5- Porque vea usted –añadía tocándome ambas solapas y haciéndome retirar un poco… si los hombres de negocios nos pusiéramos un día de acuerdo… (pág. 330).
– Expresar promesa
La promesa es una acción futura igual que la orden y se lleva a cabo por el receptor a favor del emisor. En el siguiente ejemplo, Eloísa hace muchas compras para adornar su casa, y como consecuencia, José María quiere que le promete no entrar en una tienda para hacer más compras sin su permiso.
– Prométeme no entrar en una tienda sin previa consulta conmigo (pág. 114).
– Expresar enfado
En los actos no directivos se utilizan los imperativos algunas veces para expresar enfado como se deduce de los siguientes ejemplos. En (1), José María está enfadado con su primo Raimundo porque siempre le pide dinero y vive a su costa en casa. En (2), José María quiere que Constantino se calle porque le está hablando de lo sagrado que es el matrimonio, y como él quiere a su prima Camila, esposa de Constantino, está enfadado y no quiere que Constantino siga hablando de la fidelidad conyugal. En (3), José María está enfadado pidiendo a su prima María Juana que le deje porque ha perdido mucho dinero en la Bolsa. En (4), José María está en la Puerta del Sol y se encuentra con su tío Rafael. Como consecuencia de su enfado con la familia de su tío, le dice que se vaya, y que le deje en paz.
1- No me marees –le decía yo-. Si no tienes dinero, pídelo en castellano (pág. 82).
2- ¡Quítate allá y no me vengas a mí con retumbancias! (pág. 368).
3- No sé… déjame… creo que estoy loco (pág. 449).
4- Viejo loco, vete al Limbo y déjame en paz (pág. 454).
– Expresar desafío
En lo prohibido se han encontrado muestras del imperativo no directivo que expresan desafío como se ve en los siguientes casos. En (1), Constantino está luchando contra José María, lo coge de los brazos y los sujeta con el peso de su cuerpo sin hacerle poder mover. Lo deja paralizado y lo desafía con estas palabras. En (2), Camila desafía a José María llamando a su criado Ramón para traerle las seis camisas que hizo a José María y que no le gustaban. En (3), Camila coge las seis camisas y las arregla para su marido Constantino, desafiando así a José María. En (4), Camila incita a José María a mirar cómo salta su marido Constantino los escalones de tres en tres y le dice que compara su estado cuando sube las escaleras con el de su marido.
1- Muévete ahora –me decía, apretando más las argollas de hierro de sus dedos (pág. 292).
2- Y en prueba de ello, mira lo que voy a hacer. ¡Ramón! (pág. 347)
3- Mira tú por dónde he salido ganando… Chúpate ésa y vuelve por otra (pág. 347).
4- Sube los escalones de tres en tres… Compara, hombre, compara contigo, que cuando subes llegas aquí ahogándote, medio muerto (pág. 409).
– Expresar broma
Algunas veces el imperativo da matices humorísticos entre los amigos como se ve en los siguientes ejemplos. En (1), Constantino y José María están nadando en el mar y el primero intenta ahogar al último. Camila dice a su marido riendo a carcajadas que ahogue a José María. En (2), José María ofrece a Camila comprarle algunos regalos como abrigos, sombreros, corbatas, vestidos, etc. Ella, por su parte, le dice en broma que no repita la oferta dos veces para que no gaste mucho dinero.
– Constantino, ahógale (pág. 294).
– No me lo digas dos veces –contestaba entre carcajadas-: mira que te arruino (pág. 296).
– Expresar lástima
Aquí el protagonista de la novela se dirige al lector con esta estructura imperativa para compartirle los sentimientos cuando Camila le cuenta sus intimidades domésticas.
– Ved mi tontería… Estaba yo embelesado oyéndole estos cuentos de su intimidad
doméstica (pág. 297)
– Expresar asombro
En esta muestra José María está muy asombrado por las ideas de su prima Eloísa. En (2), Constantino y su mujer Camila están enfadados, se reconcilian abrazándose el uno al otro en presencia de todos. José María critica este comportamiento y lo niega. Dice que estas intimidades deberían hacerse en casa. Camila se asombra y le dice que lo que hacen es cosa natural.
– Estoy admirado de tus ideas. ¡Vaya, que tienes una manera de ver las cosas…! Lo que digo, estás hecha una parisiense… (pág. 308)
– ¡Miren el tísico este…! ¿Pues qué hacemos de malo? Si es cosa natural… (pág. 387).
– Expresar afirmación
El imperativo se usa a veces para afirmar una situación real. En el siguiente ejemplo, Camila afirma a José María su pobreza cuando la crítica por ir a San Sebastián en un tren de recreo como sardinas en una lata.
– Di que somos pobres (pág. 274).
– Expresar ironía
Camila alquila un piso en la casa de José María, y cuando está allí le pide que haga muchas reformas en el piso. Él le dice en broma que ella mande construir de nuevo toda la finca.
– Di de una vez que mande construir de nuevo la finca –repuse, tomando a broma sus reformas (pág. 208).
– Expresar impaciencia
María Juana en (1) quiere dar malas noticias a José María, pero no puede. Introduce al tema largo rato. José María le mande impacientemente que diga de una vez lo que sabe. En (2), Raimundo dibuja un mapa de la península con indicaciones de cordilleras, ríos y ciudades, y desea enseñarlo a José María. El mapa está enrollado y José María lo quiere ver impacientemente. Manda a Raimundo que dispare y que lo desenrolle de una vez.
1- Dímelo de una vez… No me mates a fuego lento (pág. 445).
2- Algún dibujillo –indiqué, deseando que acabase pronto, pues tenía que hacer-. Dispara, dispara de una vez (pág. 304).
– Expresar renegación
Aquí Camila reniega que su marido Constantino le engaña con otra mujer y se dirige a José María diciéndole que son bobadas estos rumores.
– Déjate de bobadas, José María. Este animal no quiere a nadie más que a mí (pág. 302-303).
– Uso exclamativo
Algunas veces se usa el imperativo no directivo con valor exclamativo en situaciones de ira, alegría, sorpresa, maldición, etc. como se ve en los siguientes ejemplos:
1- ¡Qué tonterías haces!… ¡Un gasto tan enorme! Vaya, que ahora se han trocado los papeles (pág. 117).
2- ¡Dale! Se lo dije a usted el mes pasado, yendo juntos a la bolsa en mi coche (pág. 447).
3- ¡Maldita sea mi suerte!
4- ¡Vaya con lo que sabes ahora! –Exclamó, diciendo por la risa-. Tú estás chocho (pág. 261).
5- ¡Dale!… Me enfada eso más que si me dijeras una mala palabra (pág. 310).
6- ¡Vaya unas bromitas de mal gusto! (pág. 381).
Conclusiones
Hemos intentado en el presente trabajo aprobar la hipótesis de que no todas las estructuras imperativas se realizan para dar órdenes en Lo prohibido de Benito Pérez Galdós. Se han encontrado muchas muestras que han manifestado el uso del imperativo en distintas situaciones comunicativas que no están pragmáticamente relacionadas con el mandato. Las ocurrencias de los imperativos directivos han aparecido con un porcentaje de 51.57 % con respecto a los no directivos. En el seno de la novela arriba citada se han identificado muchas muestras de construcciones imperativas que se refieren a dar consejos, instrucciones, permiso, ánimo, buenos o malos deseos, llamar la atención, expresar imprecaciones, consentimiento, consolación, persuasión, condición, reproche, rechazo, ironía, impaciencia, renegación, asombro, lástima, broma, desafío, enfado, promesa, hacer sugerencia, recomendación, invitación, etc. Las estructuras imperativas no directivas que representan las anteriores funciones pragmáticas se han figurado en Lo prohibido con un porcentaje de 48.43 %, comparándolas con los imperativos directivos. Los imperativos no directivos se han clasificado, a su vez, en cuatro subgrupos identificados con los títulos de actos desiderativos (9.95), actos permisivos (13.85), actos amenazadores (19.92) y actos desinteresados (56.28). Para poder realizar esta clasificación pragmadiscursiva de las construcciones imperativas, hemos especificado las propiedades formales del imperativo buscando su relación con los actos de habla, la cortesía verbal y los marcadores discursivos.
Durante nuestro análisis de las estructuras de naturaleza directiva y no directiva, hemos tropezado con construcciones imperativas subordinadas (2.66 %), actos directivos indirectos (3.23 %), y algunas ocurrencias no oracionales del imperativo (2.09 %) que dan los mismos matices pragmáticos de las estructuras imperativas plenas. Estos enunciados no oracionales pueden ser un terreno muy fértil para futuras investigaciones en el ámbito de la pragmática lingüística.
Bibliografía
– Alarcos Llorach, Emilio (2000): Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe.
– Brown, Penelope y Levinson, Stephen (1987): Politness. Some Universals in Language Usage, Cambridge, Cambridge University Press.
– Calsamiglia Blancafort, Helena y Tusón Valls, Amparo (1999): Las cosas del decir: Manual de análisis del discurso, Barcelona, Ariel.
– Garrido Medina, Joaquín (1999): “Los actos de habla. Las oraciones imperativas”, en Violeta Demonte e Ignacio Busque (1999): Gramática descriptiva de la lengua española, entre la oración y el discurso, Morfología, vol. (3), Madrid, Espasa Calpe.
– Gili Gaya, Samuel (1998): Curso superior de sintaxis española, Barcelona, (15ª edición) Biblograf.
– Pérez Galdós, Benito (1971): Lo prohibido, Madrid, Editorial Castalia.
– Real Academia Española (2001): Diccionario de la lengua española, (22ª ed.), Madrid, Espasa Calpe.
– ………………………….. (2009): Nueva gramática de la lengua española: Sintaxis II, Madrid, Espasa Libros.
– Searle, John R. (1976): “The classification of illocutionary acts”, Language in Society, vol. 5, págs. 1-24.
– ……………… (1986): Actos de habla, Madrid, Cátedra. Título original Speech Acts, Cambridge, Cambridge University Press, 1969.
















Axiebet888 is where I go when I want a safe bet I like the feeling, great promotions. Feeling great! axiebet888
Loving the info on this website , you have done outstanding job on the blog posts.