
Juan Castaño Benavent
Cartas marruecas, del escritor ilustrado José Cadalso (1741-1782), es una novela epistolar que ofrece una aguda crítica de la España del siglo XVIII desde la mirada de un extranjero. Escrita hacia 1773-1774 pero publicada póstumamente (primero por entregas en 1789 y luego en libro en 1793)cervantesvirtual.com, la obra se compone de 90 cartas de tono predominantemente ensayístico e irónico. A través de la correspondencia ficticia entre tres personajes –Gazel, un joven marroquí viajero; Ben-Beley, su maestro en Marruecos; y Nuño Núñez, un noble español– Cadalso analiza con lucidez el atraso y las costumbres de su patria, abordando cuestiones sociales, culturales y morales. Gracias a la modernidad de su prosa y la vigencia de sus temas, Cartas marruecas ha llegado a ser considerada una de las obras maestras de la literatura española del XVIII.
Contexto histórico y cultural
Cadalso vivió en la España de la Ilustración, bajo el reinado reformista de Carlos III (1759-1788), en una época marcada por la pugna entre la tradición y las ideas modernas. España intentaba incorporarse a las corrientes ilustradas europeas (especialmente las francesas) tras siglos de decadencia imperial Como otros intelectuales ilustrados, Cadalso viajó por Europa empapándose del espíritu crítico y cosmopolita de su tiempo. La Ilustración española perseguía el uso de la razón frente a la tradición heredada, promoviendo la ciencia, la educación y la reforma de las instituciones. Sin embargo, estas ideas solo calaron en una élite minoritaria y toparon con la resistencia de sectores arraigados en el antiguo régimen.
En este contexto, Cadalso se erige como un pensador moderadamente ilustrado y patriota. Admiraba muchos aspectos de la cultura francesa e ilustrada, pero sostenía que ser “afrancesado” no implicaba traicionar a España, sino más bien ser progresista frente a la ignorancia y el inmovilismo del país. De hecho, Cadalso mostró opiniones favorables hacia Francia sin dejar de ser patriota, entendiendo que la asimilación de ideas modernas podía servir para regenerar España. Esta posición de patriotismo crítico se refleja plenamente en Cartas marruecas: el autor ama a su nación, pero considera un deber señalar sus defectos para corregirlos. Él mismo definió su patriotismo como “reflexivo”, buscando conservar lo útil y virtuoso de España y desechar lo nocivo.

La realidad histórica de la España dieciochesca impregna la obra. Tras la Guerra de Sucesión (1701-1714) y la instauración de la nueva dinastía Borbón, el país había iniciado ciertas reformas ilustradas, pero arrastraba todavía las estructuras y vicios del pasado. Cadalso y sus contemporáneos observaban con preocupación la decadencia de España, un tema central en las Cartas. El autor llega a comparar a la nación con “una casa grande –otrora magnífica y sólida– que se ha ido desmoronando con el paso de los años”. En la obra se enumeran las causas históricas de ese declive nacional:
- Guerras y conflictos prolongados, que habían extenuado los recursos de España.
- División interna tras la Guerra de Sucesión, que enfrentó a distintos territorios (Castilla vs. Aragón) debilitando la unidad nacional.
- Emigración masiva a América, con la consiguiente pérdida de población y energías en la metrópoli.
- Atraso científico y educativo, pues el país ignoraba los avances modernos en disciplinas como matemáticas o medicina.
- Decadencia de la nobleza, ociosa y viciosa, carente del espíritu laborioso necesario para impulsar el progreso.

Este análisis refleja las preocupaciones ilustradas por el atraso cultural de España. Cadalso, como otros pensadores de su época (Feijoo, Jovellanos, etc.), abogaba por una renovación intelectual: reclamaba una mejor educación, la difusión de las ciencias y la recuperación de virtudes cívicas que sacasen al país de su postración. Aunque evitó criticar abiertamente la religión o cuestionar directamente la monarquía para no chocar con la censura de la épocacervantesvirtual.com, Cadalso sí puso bajo la lupa numerosos aspectos de la sociedad española, tal como veremos en sus Cartas.
Estilo literario: formato epistolar y mirada filosófica
Cartas marruecas está escrita en forma epistolar, un recurso literario muy cultivado en la Ilustración por su aparente espontaneidad y versatilidad ensayística. Cadalso adopta el modelo de Montesquieu y sus Lettres persanes (1721), así como de otras colecciones de cartas de viajeros extranjeros (por ejemplo, las Chinese Letters de Goldsmith). Al igual que en esas obras, se presenta la correspondencia privada entre personajes de diferentes orígenes para ofrecer múltiples perspectivas sobre la sociedad. Cadalso, sin embargo, renovó este género y lo hizo muy suyo: utilizó las cartas como vehículo de reflexión moral y crítica social de manera original, sin seguir servilmente a Montesquieucervantesvirtual.com. Cada misiva funciona casi como un pequeño ensayo dialogado donde se contraponen opiniones y se retratan escenas cotidianas.
El perspectivismo es clave en el estilo de la obra. Cadalso distribuye la narración entre tres corresponsales que representan voces complementarias:
- Gazel, el joven marroquí, aporta la mirada foránea e ingenua ante España. Recién llegado al país como miembro de una delegación diplomática, Gazel observa con curiosidad y asombro las costumbres locales. Sus preguntas y descripciones, libres de prejuicios nacionales, ponen en evidencia rarezas y contradicciones de la sociedad española.
- Nuño Núñez, el hidalgo español, es el alter ego de Cadalso. Actúa como intermediario cultural: responde a Gazel explicando el trasfondo histórico o social de aquello que el extranjero no entiende, pero al mismo tiempo critica desde adentro los defectos de sus compatriotas. Nuño es un español ilustrado y escéptico, de suave ironía, que confirma o matiza las impresiones de Gazel con un tono patriótico pero autocrítico.
- Ben-Beley, el anciano mentor de Gazel en Marruecos, encarna la sabiduría filosófica distante. Desde la lejanía, sus cartas aportan un juicio sereno y universal sobre los asuntos discutidos. Representa valores morales intemporales y sirve de contrapunto reflexivo a las vivencias más inmediatas de Gazel y Nuño.
Este juego de voces epistolares le permite a Cadalso enriquecer el análisis social: confronta la visión externa con la interna, la juventud con la madurez, la experiencia con la inocencia. El resultado es un diálogo crítico polifónico y ameno, más parecido a una conversación amistosa que a una trama novelesca tradicionalcervantesvirtual.com. De hecho, la obra carece de un argumento lineal clásico: no sigue una narrativa con inicio y fin, sino que encadena cartas sobre variados temas. Esta estructura fragmentaria y libre obedece al afán de verosimilitud (asemejando cartas reales) y refleja incluso cierto caos deliberado, imitando la misma complejidad de la vida y la sociedad. Cadalso no impone un orden temático rígido, sino que los asuntos van surgiendo de forma natural a medida que los corresponsales escriben.
En cuanto al tono literario, Cartas marruecas destaca por su estilo claro, equilibrado y frecuentemente ensayístico. Cadalso escribe en un castellano sobrio, elegante pero accesible, alejado de la retórica barroca del Siglo de Oro. Prima el criterio de la claridad y la sencillez expresiva, por encima del lucimiento estético, en línea con los preceptos neoclásicos. Muchas cartas adoptan forma de pequeña disertación moral o costumbrista: por ejemplo, disquisiciones sobre la historia nacional, sobre la educación, sobre la moda, etc., siempre desde una óptica racional y crítica. A pesar de ello, el autor consigue que la lectura sea dinámica y entretenida, intercalando anécdotas, diálogos breves y un fino humor irónico. Nuño Núñez suele aportar comentarios irónicos y moderadamente satíricos que alivian la seriedad de ciertos temas. En general el tono es filosófico y reflexivo, pero no exento de emotividad: en algunas cartas se cuela un aire melancólico o pesimista ante los males de España, rasgo pre-romántico de Cadalso. La combinación de amenidad y didactismo es deliberada: como buen ilustrado, Cadalso concibe la literatura como medio para educar al lector, deleitando. Por eso Cartas marruecas tiene una evidente intención didáctica, pretendiendo señalar vicios y virtudes para corregir costumbres.
Crítica social en Cartas marruecas
El núcleo de Cartas marruecas reside en su crítica social y nacional. Cadalso aprovecha la perspectiva privilegiada de Gazel –un observador neutral venido de fuera– para examinar los usos y costumbres de los españoles con objetividad implacable. Prácticamente ningún estamento o tema escapa a su análisis. Entre los ejes principales de esa crítica se encuentran:
- La decadencia y atraso de España: Como se mencionó, Cadalso estaba obsesionado con entender por qué España, antaño potencia hegemónica, se había quedado rezagada. A través de las cartas, desgrana las causas históricas y propone sutilmente soluciones. Por ejemplo, Gazel y Nuño comentan el abandono de las ciencias y la educación, lamentando que “en nuestra nación no se tomaban en consideración los avances” modernos. Se señala la necesidad de importar conocimientos y estimular el estudio para salir del atraso. Asimismo, Cadalso alude a la pérdida del espíritu emprendedor: critica que la nobleza improductiva y acomodada sea un lastre, en contraste con otros países europeos más industriosos. Esta decadencia es presentada no con derrotismo, sino con voluntad reformista: Nuño y Gazel intercambian ideas sobre los “medios para restablecer a España”, discutiendo medidas morales y prácticas para regenerar la patria (tema de la carta LXXII). En este sentido, la obra inaugura en la literatura el llamado “tema de España” –la reflexión sobre la identidad nacional y sus males– que retomarán más tarde escritores como Larra o la Generación del 98.
- Patriotismo e identidad nacional: Lejos de un patrioterismo ciego, Cadalso propone un patriotismo crítico. Nuño Núñez encarna ese amor por España combinado con honestidad intelectual para reconocer sus defectos. En varias misivas defiende el orgullo por los logros españoles pero a la vez avergüenza los vicios nacionales, buscando enmendarlos. Cadalso llega a denunciar la tendencia hispana a autoengañarse con grandezas pasadas mientras se ignora el presente decadente. Al mismo tiempo, el autor responde a las visiones extranjeras negativas sobre España. Por ejemplo, aborda la polémica de la Leyenda Negra: Gazel menciona las duras críticas que circulan en Europa sobre la conquista de América, y Cadalso las contrasta con la hipocresía de esas naciones criticonas. Señala que otros europeos condenan los excesos históricos de España (como la conquista por Cortés) mientras ellos mismos cometen atrocidades contemporáneas –por ejemplo, el comercio de esclavos africanos en el siglo XVIII, que Cadalso describe con indignación. Así, Cartas marruecas ofrece una defensa matizada de la nación: admite errores españoles del pasado, pero exige un juicio justo comparativo, desenmascarando la doble vara moral de franceses, ingleses y otros ilustrados extranjeros. En última instancia, Cadalso aboga por un amor patrio “reflexivo” y reformador: amar España no significaba ensalzar sus mitos, sino mejorarla corrigiendo sus taras.
- Educación, ciencia y cultura: Un tema recurrente es la crítica al estado de la educación española. Cadalso –siguiendo el espíritu de la Ilustración– atribuye gran parte del atraso nacional a la falta de difusión del saber. En las Cartas se censura que en España se desdeñen los avances científicos europeos y se siga anclado en viejas doctrinas. Nuño Núñez, representando la voz ilustrada, clama por la importancia de las ciencias y por abandonar la superstición y la ignorancia. Esta preocupación enlaza con otras obras de Cadalso, como Los eruditos a la violeta (sátira contra la falsa erudición pedante). En Cartas marruecas, Cadalso ridiculiza a aquellos pedantes que presumen de conocimientos sin fondo real, y ensalza por el contrario la auténtica ilustración: el conocimiento útil, contrastado y orientado al bien común. Igualmente, defiende la necesidad de reformar las instituciones educativas y academias para que fomenten la virtud y el pensamiento crítico. Se llega a decir que el estudio de las buenas artes y ciencias «suaviza las costumbres» (cita de Horacio en la carta XXVIII) –una idea clave de los ilustrados. Aunque la novela evita confrontar abiertamente a la Iglesia o la Inquisición, se puede leer entre líneas una crítica al escolasticismo anquilosado y un deseo de apertura intelectual.
- El honor y la nobleza: Cadalso cuestiona la vieja noción española del honor basada en la sangre y los títulos. A través de anécdotas y reflexiones, la obra sugiere que la honra auténtica no proviene del linaje ni de la ostentación social, sino de la virtud personal y el mérito. Nuño y Gazel comentan casos de nobles decadentes que viven de glorias heredadas mientras carecen de logros propios. En particular, Cadalso satiriza la institución de la nobleza hereditaria: considera absurdo que se leguen enormes riquezas y privilegios a “hombres incapaces” únicamente por su cuna, “basándose en una nobleza escrita en el papel, pero no refrendada por ningún hecho sobresaliente”cervantesvirtual.com. Esta denuncia de la aristocracia ociosa va muy en línea con el pensamiento ilustrado, que valoraba el mérito sobre el estatus. Por otro lado, Cadalso también toca el tema del honor calderoniano (la obsesión por la honra familiar) implicando que muchas tragedias y rigideces sociales derivan de un código de honor anacrónico. Por ejemplo, se narran incidentes de duelos absurdos o de mujeres sacrificadas al qué dirán, todo lo cual es analizado con distancia crítica por los corresponsales. En resumen, Cartas marruecas propone una redefinición ilustrada del honor: vinculado a la honestidad, el trabajo y el servicio a la sociedad, no a los títulos nobiliarios ni al orgullo vacío.
- Costumbres y vida cotidiana: Fiel al género satírico-costumbrista, Cadalso pinta un vivo fresco de las costumbres españolas del XVIII, muchas veces para ponerlas en entredicho. Las cartas describen escenas de la vida diaria, desde tertulias y bailes hasta corridas de toros, y siempre se extrae alguna lectura crítica de ellas. Un blanco frecuente es la frivolidad y el lujo excesivo de cierta alta sociedad. Cadalso critica la creciente afición a la moda francesa superficial, el derroche en ostentaciones y la relajación de las costumbres morales. Por ejemplo, Gazel se sorprende del fasto en algunas fiestas mientras el pueblo llano vive en pobreza, lo que da pie a reflexionar sobre la desigualdad y la vanidad social. Otro tema es la situación de la mujer en la sociedad española. Aunque de forma limitada, Cadalso aborda la falta de libertad de las mujeres de su época: comenta cómo están relegadas al papel doméstico y sujetas al control masculino. Al mismo tiempo, censura ciertos comportamientos fomentados por esa situación, como la coquetería y la obsesión por la apariencia, viéndolos como resultado de la educación deficiente que reciben. En una de las cartas, Nuño señala que la mujer, siendo por naturaleza tan capaz como el hombre, solo necesita mejor educación y autonomía para contribuir virtuosamente a la sociedad (eco de las ideas protofeministas ilustradas). Cadalso también dedica duras palabras a espectáculos populares que juzga brutales, especialmente la corrida de toros. La tauromaquia es calificada de costumbre cruel e incivilizada, indigna de un pueblo ilustradocervantesvirtual.com. Gazel, horrorizado tras presenciar una corrida, escribe a Ben-Beley incapaz de comprender cómo un pueblo “humano” puede disfrutar con la tortura de un animal, lo que le sirve a Cadalso para contrastar la barbarie de ciertas tradiciones con la humanidad ilustrada. Asimismo, se reprueban otras prácticas sociales como las peleas callejeras, el abuso de poder de caciques locales, la charlatanería de curanderos y la picaresca enquistada en la sociedad –todas presentadas a través de ejemplos concretos en las cartas y luego discutidas por los corresponsales.
En suma, Cadalso hace en Cartas marruecas un diagnóstico crítico de la España de su tiempo. Sus cartas funcionan como espejos donde se reflejan, unas tras otras, las virtudes que aún subsisten y los muchos defectos que lastran al país. Pero esa crítica nunca cae en la burla destructiva; al contrario, está animada por un profundo afán reformador y patriótico. Cadalso propone, implícitamente, enmendar la decadencia mediante la virtud cívica, la educación y la apertura de miras. Su obra, con fina ironía y lucidez, invita a los españoles a mirarse desde fuera para conocerse mejor por dentro. Por eso se considera Cartas marruecas un texto pionero en plantear la cuestión nacional española de forma seria. De hecho, puede decirse que Cadalso inaugura en la literatura el debate sobre la identidad nacional española –sus flaquezas y su regeneración– que luego retomarán escritores del siglo XIX como Mariano José de Larra, y mucho más tarde los autores del 98, preocupados también por “el problema de España” Con Cartas marruecas, José Cadalso legó una obra emblemática de la Ilustración hispana: una sátira elegante y profunda que combina el análisis crítico con el amor a la patria, y que todavía hoy sorprende por la permanente actualidad de muchos de sus planteamientos
Muy interesante exposición de las Cartas Marruecas del coronel Cadahalso.personaje cuasi olvidado de la literatura española y no por ello de menor importancia por su exhaustivo análisis de la decadente sociedad dieciochesca. Época de gran sufrimiento para intelectuales de la talla de JOVELLANOS,enviado a presidio 7
Años por envidias centralistas