
Francisco Massó Cantarero
Carta abierta
Excmo. Sr.
Don José Manuel Alvares Bueno
Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación
De mi consideración:
Hace unos días, en su condición de Ministro de Exteriores, reconoció dolor e injusticia ante doña Claudia Sheinbaum Pardo, a la sazón Presidente de México, por las condiciones con que se produjo la incorporación de aquellas civilizaciones a la cultura renacentista europea, en el siglo XVI. La Sra. Presidente no está satisfecha y continúa exigiendo “disculpas” formales.
Cuando Cortés inicio en Veracruz la campaña de derribo del imperio azteca, los mexicas estaban en pleno neolítico, gente de palo y piedra, los llama el Profesor mexicano Juan Miguel Zunzunegui; no conocían el hierro, eran ágrafos, sus sacerdotes sacrificaban, anualmente, a 20.000 personas, cuyos despojos daban a comer a su feligresía (15 grs.de carne, por persona), mientras las vísceras eran destinadas a las fieras (jaguares, pumas y serpientes) del corral del emperador. Naturalmente, las víctimas procedían de otras etnias diferentes, como los tlaxcaltecas y totonacas, que se aliaron a Cortés contra los caníbales.
Trescientos años más tarde, Castilla, sin tener un ejército de ocupación…, sólo en México, dejó abiertas tres universidades: la de México, fundada en 1551, con rango de pontificia, título que entonces sólo tenía Salamanca, Bolonia y la Sorbona; la de Mérida, creada en 1767 y la de Guadalajara, de 1792. Amén de varios colegios universitarios y toda la pirámide educativa desde la escuela primaria.
En el ámbito de las obras públicas, ahí canta el Camino Real de Tierra Adentro, hoy Patrimonio de la Humanidad, que unía Veracruz-México-Acapulco, de Este a Oeste, y Guatemala-México-Santa Fe (USA), de Sur a Norte, con una decena larga de edificios monumentales, alojados en los flancos del camino, que son Patrimonio de la Humanidad. Por si fuera poco, también Patrimonio de la Humanidad, es el acueducto del padre Tembleque, con sus infraestructuras y los acuerdos legales previos garantizados por los frailes.
México es el país americano que cuenta con mayor número de monumentos que son Patrimonio de la Humanidad. Algunos son arqueológicos, que España supo conservar. Y otros muchos son de nueva planta, barroco criollo la mayoría, construidos en la época virreinal.
El nahuált y el maya tuvieron gramática y diccionario antes que el francés y el inglés, obra de un etnógrafo insigne como fray Bernardino de Sahagún, español por cierto, hoy enterrado en México.
El Real de a Ocho, moneda de curso legal durante la primera globalización que experimentó el planeta, se acuñaba en Ciudad de México; evidentemente, con plata mejicana, que España no tenía minas.
Hija y nieta de españoles, floreció Sor Juana Inés de la Cruz, que hoy seguimos admirando por su cultura humanista, su creatividad y su tesón como mujer, que hubo de luchar en un mundo dominado por hombres.
Si la Sra. Sheinbaum insiste, recuérdele, Sr. Ministro, la exclamación de Herr Humbolt, que no era hispanista, ni amigo de España, cuando visitó México; o lo que escribía al presidente de EEUU, en su condición de espía.
Hay muchos argumentos más; tantos que al profesor argentino D. Marcelo Gullo le ha llevado a escribir un libro, titulado Nada que perdonar. Le sugiero que lo lea, antes de continuar la porfía con la presidente Sheinbaum.
Pero, le ruego, Sr. Ministro que, al menos en mi nombre, no siga complaciendo a la indigenista, para quien es más importante hacer reclamaciones anteriores al siglo XIX que ocuparse de los problemas reales que tiene planteados México, en el siglo XXI.
No en mi nombre, porque yo estoy muy orgulloso de la gesta española, de la generosidad y del sacrificio de nuestros ancestros. Pienso en los cerca de seiscientos pecios, que duermen en el mar, proclamando que hubo cientos de héroes españoles, ufanos de su condición, que dejaron su vida en aras de una aventura excelsa. Hónrelos, Sr. Ministro. Son nuestros compatriotas y constituyen un tesoro que cuidar.
Atentamente,
















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