Rosalía, novela inédita de Benito Pérez Galdós

Observatorio Negrín-Galdós

Rosalía es una novela inacabada (aunque casi concluida) de Benito Pérez Galdós, escrita hacia 1872 pero no publicada hasta 1983. Se trata de un relato descubierto póstumamente: el investigador Alan E. Smith halló el manuscrito parcial en 1979 en la Biblioteca Nacional de Madrid, reconstruyéndolo casi en su totalidad. Aunque apareció como la última novela publicada de Galdós, en realidad pertenece a sus primeras obras, escrita cuando el autor apenas había publicado tres novelas. Rosalía anticipa muchos temas y técnicas de la narrativa galdosiana posterior, ofreciendo una valiosa ventana al proceso creativo temprano del escritor. A continuación, exploramos a fondo su argumento, contexto, temas, estilo, personajes, recepción crítica y relevancia dentro de la obra galdosiana.

Rosalía narra la historia de Rosalía Gibralfaro, una joven cántabra de profunda fe católica, y su amor prohibido con Horacio Reynolds, un ministro protestante inglés. La trama se inicia cuando el padre de Rosalía, Don Juan Crisóstomo Gibralfaro, un hidalgo montañés tradicional, descubre que su hijo Mariano (hermano de Rosalía) lleva una vida disoluta en Madrid. Alarmado por la “conducta pervertida” de Mariano, Don Juan abandona el pueblo de Castro Urdiales y se instala en la Corte para intentar rescatar a su “hijo calavera”. Padre e hija llegan a Madrid, donde ambos sufren el choque cultural: se pierden por las calles de la capital y son blanco de burlas por su ingenuidad provinciana, reflejando el contraste entre la España rural tradicional y la vida moderna de la ciudad.

En Madrid, Rosalía conoce a Horacio Reynolds, un pastor protestante de origen inglés con amplia formación intelectual. Pese a la diferencia de credos, surge entre ellos un amor profundo. Horacio valora la inteligencia de Rosalía y la anima a pensar por sí misma, rompiendo los moldes de educación sumisa que ella había recibido. Ambos sueñan con casarse, simbolizando una unión ecuménica entre católica y protestante. Sin embargo, la relación se ve pronto amenazada por la intolerancia religiosa y el fanatismo de su entorno. Don Juan Crisóstomo, devoto católico incapaz de aceptar a un hereje en la familia, se opone con firmeza. También interviene el clero local –representado por el sacerdote Don Juan de la Puerta– que advierte a Rosalía sobre el peligro espiritual de aquella unión heterodoxa.

La trama romántica se entrelaza con episodios folletinescos y dramáticos propios de la novela por entregas decimonónica. Por ejemplo, Rosalía llega a ser víctima de un intento de rapto, situación de la que Horacio la rescata heroicamente (elemento que demuestra la mezcla de aventura melodramática en la narración). Estas peripecias añaden tensión novelesca y ponen a prueba el vínculo entre los protagonistas. A la vez, Galdós aprovecha para pintar un vívido fresco de Madrid: se muestran ambientes diversos de la capital, desde las tertulias burguesas hasta los bajos fondos, con descripciones de calles, casas de préstamos, almonedas y otros escenarios urbanos que luego serían habituales en sus grandes novelas madrileñas.

Finalmente, la historia desemboca en un clímax trágico marcado por el fanatismo. Tras recibir Rosalía una “dura advertencia contra la herejía” por parte de su padre y consejeros espirituales, la joven –atemorizada por la amenaza de condenación– renuncia definitivamente al matrimonio con el ministro anglicano. Pese al amor que los une, Rosalía decide anteponer su fe y la obediencia filial, rompiendo el compromiso con Horacio. Él, por su parte, acepta con dolor la decisión: según apunta la crítica, Horacio llega a la conclusión de que lo más apropiado es vivir “sin lazo” alguno, es decir, resignarse a una vida de soledad y servicio, sacrificando su felicidad personal. La relación queda así truncada por la intolerancia religiosa, en un final profundamente melancólico. Galdós cierra la novela con la separación de los amantes –un desenlace abierto y amargo, acorde con el hecho de que el manuscrito quedó inconcluso.


Contexto histórico y literario

Galdós escribió Rosalía en torno a 1872, en pleno Sexenio Democrático (1868-1874), un periodo turbulento en la historia de España. Estos años vieron la caída de Isabel II, el experimento liberal de la Gloriosa revolución de 1868, el breve reinado de Amadeo I y la Primera República. El clima era de intensos debates políticos y religiosos: por primera vez la Constitución de 1869 había proclamado la libertad de culto en España, permitiendo la entrada de iglesias protestantes en un país de tradición católica monolítica. En Madrid bullían las ideas krausistas, el secularismo y las tensiones entre liberales anticlericales y conservadores católicos. Galdós, recién llegado a Madrid desde su Canarias natal en la década de 1860, absorbía este ambiente de modernidad y controversia ideológica. Su propia evolución personal pasó del fervor religioso juvenil al cuestionamiento de la ortodoxia católica conforme conocía la realidad social capitalina.

Literariamente, la novela se sitúa en la etapa temprana de Galdós, antes de su madurez realista plena. Hasta 1872, Galdós había publicado solo tres novelas (La Fontana de Oro en 1870, El audaz en 1871 y La sombra en 1871), obras aún influidas por el romanticismo histórico y el folletín. Rosalía representa un intento pionero de Galdós por retratar la España contemporánea de su tiempo: de hecho, tras novelas ambientadas en el pasado o con elementos fantásticos, Galdós traslada su ficción al Madrid contemporáneo de 1872. En este sentido, Rosalía se adelanta a las “Novelas españolas contemporáneas” (como Doña Perfecta de 1876 o Gloria de 1877) con las que el autor inauguraría la gran novela realista española.

Cabe destacar que Galdós finalmente no publicó Rosalía en su época, presumiblemente por temor a las repercusiones. Según un testimonio recogido años después, un amigo estadounidense le advirtió que “francamente no podía permitirse la introducción de un personaje protestante” en su novela, ya que “no sólo mataría ese libro, sino que además estaría arriesgando la pérdida de [sus] lectores”. En la España de la Restauración, un protagonista protestante virtuoso hubiera escandalizado a muchos. Este contexto explica que el joven Galdós decidiera archivar Rosalía y esperar tiempos mejores o reformular la historia (como hizo en Gloria).


Análisis de los temas principales

El tema central de Rosalía es la intolerancia religiosa y sus trágicas consecuencias. Galdós plantea una relación amorosa heterodoxa –una católica y un protestante enamorados– para denunciar los prejuicios y fanatismos de la sociedad española del siglo XIX. A través del destino de Rosalía y Horacio, el autor explora el conflicto entre el amor individual y las barreras impuestas por la religión tradicional.

Otro tema importante es el conflicto entre la tradición y la modernidad. Don Juan Crisóstomo lleva consigo los valores del mundo rural, patriarcal y profundamente católico, mientras que Madrid simboliza la modernidad laica, el progreso y la corrupción. La novela ilustra el contraste campo-ciudad: Rosalía y su padre experimentan “una dolorosa extrañeza en la Corte”, perdidos en el laberinto urbano y escandalizados por costumbres más liberales.

Relacionado con lo anterior surge el tema social del ascenso de la clase media urbana y la hipocresía de las apariencias. Horacio Reynolds, aunque clérigo, es también un hombre moderno e ilustrado. Por otro lado, la novela retrata ambientes de clase media y pequeña aristocracia en proceso de transformación.

Otro tema presente es el papel de la mujer y su emancipación (o falta de ella). Rosalía, pese a su educación religiosa que la empuja a la sumisión, muestra destellos de intelecto y personalidad propia. Horacio reconoce en ella esa inteligencia y “la anima a tomar sus propias decisiones”, a diferencia de Don Juan que la trata con paternalismo. Aquí Galdós toca el tema incipiente de la autonomía femenina: Rosalía se debate entre seguir la voluntad de su padre/iglesia o afirmarse según su corazón y razón.

En suma, Rosalía aborda grandes temas decimonónicos –religión, tradición vs. modernidad, clase social, género– desde una óptica progresista.


Estilo narrativo y estructura

El estilo narrativo de Rosalía refleja a un Galdós en proceso de maduración, combinando elementos de novela folletinesca con rasgos del realismo. La crítica ha señalado que en Rosalía Galdós ensayó con múltiples voces narrativas y perspectivas diferentes.

El tono de la novela oscila entre el folletín y la novela costumbrista. Por un lado, se aprecian ingredientes folletinescos: coincidencias dramáticas, revelaciones sorprendentes, situaciones límite. Por otro lado, conviven pasajes de observación realista y pintura de costumbres, donde el autor describe con minuciosidad ambientes sociales, mobiliario y lenguaje coloquial de los personajes.

Aunque incompleta, la novela despliega ya el colorido humano y social que será señero en el autor, a la vez que muestra su esfuerzo consciente por pulir su estilo hasta alcanzar la naturalidad que lo consagraría.


Personajes principales

Rosalía Gibralfaro: protagonista que encarna la inocencia religiosa y la virtud femenina tradicional. Su desarrollo consiste en la lucha entre el corazón y el deber, entre el amor sincero y la obediencia a su fe.

Horacio Reynolds: clérigo protestante de origen inglés. Es culto, tolerante y bondadoso. Representa el ideal de religiosidad ilustrada que Galdós contrapone al dogmatismo católico.

Don Juan Crisóstomo Gibralfaro: padre de Rosalía, símbolo de la autoridad patriarcal y la intolerancia religiosa. Su mentalidad cerrada conduce al desenlace trágico.

Mariano Gibralfaro: hermano de Rosalía, joven ocioso y disoluto cuyo comportamiento motiva la llegada de la familia a Madrid.

Don Juan de la Puerta: sacerdote que refuerza la postura conservadora y fanática del padre. Es el antagonista ideológico de Horacio.


Recepción crítica

Durante la vida de Galdós, Rosalía permaneció inédita y no tuvo recepción pública. Probablemente el autor previó la reacción adversa que habría causado una historia protagonizada por un protestante virtuoso en la España católica del XIX.

Tras su publicación en 1983, la novela fue recibida como un hallazgo importante. Los estudiosos destacaron su valor documental y su función como eslabón entre la primera y la segunda etapa creativa de Galdós. Aunque su calidad literaria es irregular, la crítica coincidió en considerarla una pieza clave para entender la evolución del autor.


Relevancia dentro de la obra galdosiana

Rosalía funciona como un boceto temprano de Gloria (1877): ambas comparten la trama del amor interconfesional y la crítica al fanatismo. También anticipa temas y ambientes de obras posteriores como Doña Perfecta, La desheredada o Fortunata y Jacinta.

La novela revela además el proceso creativo del joven Galdós, sus vacilaciones y búsquedas estilísticas. Su estudio filológico ha permitido conocer mejor el “taller” del autor.

En conjunto, Rosalía ocupa un lugar pequeño pero significativo en el corpus galdosiano. No es una obra maestra, pero sí una semilla de su genio narrativo y moral. Su publicación póstuma amplió el mapa de su evolución literaria y confirmó que el espíritu crítico y moderno de Galdós estaba presente desde sus primeros pasos.

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