Isidra de Guzmán

Eduardo Montagut

Isidra de Guzmán nació en Madrid el 31 de octubre de 1768, en el seno de una familia nobiliaria de primer rango dentro del estamento, ya que sus dos progenitores eran grandes de España. Su padre era Don Diego Ventura de Guzmán y Fernández de Córdoba, a la sazón marqués de Aguilar de Campoo, conde Oñate y marqués de Montealegre, muy vinculado al servicio de Carlos III y Carlos IV, ya que fue gentilhombre y mayordomo mayor a principios del siglo XIX, además de ser miembro de la Orden de Carlos III y contar con el Toisón de Oro. Tenía cuatro grandezas de España, y era Canciller Mayor de Castilla. Por su parte, su madre era María Isidra de la Cerda, duquesa de Nájera y condesa de Paredes de Nava.

Nuestra protagonista tuvo la suerte de pertenecer a una familia donde consiguió contar con una formación poco común para una mujer del Antiguo Régimen, aunque fuera de la alta nobleza. Una antepasada suya, la condesa de Paredes, fue una mujer muy culta, autora de seis volúmenes del Año Cristiano, que fueron impresos en Madrid en 1654. María Isidra de la Cerda, por su parte, tuvo con un preceptor de altura, Antonio de Almarza. Aprendió las lenguas vivas y muertas, Bellas Artes y Filosofía.

Isidra de Guzmán fue nombrada socia honoraria de la Real Academia Española a una tempranísima edad. Pronunció un discurso, que se conserva, titulado (Oración del género eucarístico que hizo a la Real Academia Española la Exc.ma Señora… en el día 28 de diciembre del año de 1784 en que fue incorporada por socia de dicha Real Academia Madrid, y que fue publicado por Ibarra en 1785. También sería admitida con la misma categoría por la Real Academia de la Historia.

Su tía, Luisa Manrique de Lara, monja y escritora también, se dirigió al rey para conseguir la autorización correspondiente para que se le otorgara el grado de doctora a su sobrina, pasando previamente por los ejercicios correspondientes en la Universidad de Alcalá de Henares. No cabe duda, que esta petición, y la elevadísima posición de los padres, cerca de la Casa Real, fueron decisivas para conseguir lo que se pretendía, sin olvidar, por supuesto, el gran talento de la jovencita. Carlos III tuvo que dar otra Real Orden para modificar el ceremonial académico. La intervención real y de Floridablanca fueron determinantes porque el claustro de profesores de la Universidad se había opuesto a la pretensión de Isidra de Guzmán. Por otro lado, el hecho fue muy comentado, provocando una gran expectación.

El día 4 de junio de 1785 se agolpó un nutrido grupo de vecinos y estudiantes para recibir a Isidra de Guzmán cuando entró en Alcalá de Henares, siendo acompañada hasta donde se alojaría, en el Palacio Arzobispal. Posteriormente, se presentó en la Universidad para hacer el examen, recibida por todo el Claustro y con discurso incluido del Consiliario López de Salazar.

Isidra de Guzmán expuso una tesis sobre un capítulo del Libro De ánima de Aristóteles el día 5 de junio. Lo hizo ante el Rector y demás miembros del Claustro, asistiendo su familia y mucho público. Su defensa fue latín, y se dedicó al rey. Después vino el examen en sí, es decir, las preguntas. Demostró un gran dominio en la parte de lenguas (latín, griego, francés, italiano y castelllano). También fue brillante en relación con las preguntas de la tesis en sí, en Teología, y en otras asignaturas. Fue aprobada cum laude. Fue investida en el teatro académico con la pompa propia de aquella época. Hubo fiestas por la noche en la propia Alcalá.

Ingresaría en la Junta de Damas de la Real Sociedad Económica Matritense, la parte femenina de esta corporación ilustrada, que se creó después de una intensa polémica en su seno, y en la que participarían personajes tan importantes como Campomanes, Cabarrús y Jovellanos. También ingresaría en la Real Sociedad Bascongada. En la Matritense hizo un trabajo en relación con la obra agrícola de Columela.

Pero nuestra protagonista no volvió a tener una vida intelectual. Se casó y fue madre, pero no publicó nada. Parece extraño, y es complicado aventurar hipótesis que expliquen este silencio. ¿No se atrevió a perseverar y aceptó una vida familiar tradicional en el seno de su estamento? Pero su familia había demostrado su inclinación favorable al trabajo intelectual femenino. Por otro lado, se puede aventurar que el acto académico y toda la pompa que se generó podría haber sido una estrategia real para ir rompiendo los inmensos obstáculos que las instituciones y estamentos del Antiguo Régimen levantaban tradicionalmente hacia la mujer, en línea con las ideas ilustradas. No olvidemos lo que costó que las mujeres entraran en la Sociedad Matritense, y eso que era una corporación ilustrada donde, en principio, habría un clima favorable hacia los cambios, pero las resistencias seguían siendo muy fuertes y lo seguirían siendo. Por fin, hay que tener en cuenta que no disfrutaba de muy buena salud.

Un Instituto en Alcalá de Henares recuerda su figura, un Instituto muy vinculado a este autor que les escribe.

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