
Antonio Arroyo Almaraz (UCM)
La guerra en sus distintas manifestaciones: como tema o motivo literarios, como fondo histórico…, está presente en el conjunto de la obra de Benito Pérez Galdós; principalmente creemos que es en los Episodios Nacionales donde más se prodiga, lógicamente como un claro reflejo de lo que fue el ochocientos español. A la hora de abordar este tema, nos hemos querido centrar en el episodio Aita Tettauen, novela central de la serie galdosiana dedicada a la Guerra de Tetuán de 1859. Un relato distinto a otros que también tienen un marcado carácter épico: Gerona, Zumalacárregui…, ya que refleja una narración más moderna y experimental, donde incorporó una estructura de perspectivas complementarias que aportaron mayor complejidad a la trama, así como mayor riqueza en los personajes, en los temas y la incorporación igualmente de un enfoque diferente sobre la contienda, desde la coexistencia pacífica como eje fundamental. Pese a ello es común a algunos episodios teniendo en cuenta su proceso de composición, como señaló en torno a 1910: ―Ahora estoy preparando el
cañamazo, es decir, el tinglado histórico… Una vez abocetado el fondo histórico y político de
la novela, inventaré la intriga‖. Sobre la complejidad de la misma, añadió: ―No puede usted
figurarse lo difícil y desesperante que es para el escritor colocar forzosamente dentro del
asunto novelesco la ringla de fechas y los sucedidos históricos de un episodio‖.
Para ello el bagaje bibliográfico en ocasiones era significativo, como en la composición de esta novela,
aunque no lo era todo en la técnica del escritor, más atento a la realidad cotidiana, a la búsqueda de testigos vivientes de los acontecimientos, en muchas ocasiones. En ese sentido señalaba J. Martínez Ruiz (1977: 146-147), sobre la aparición de los sefardíes en la novela: La técnica galdosiana de superponer realidades minuciosas, fotográficas, observadas aquí y allá, nos permite formular nuestro pensamiento y explicar cómo el novelista fue reuniendo todas las impresiones y datos observando en los judíos comerciantes de Madrid, y en su viaje a Tánger.
La estructura narrativa de algunos episodios marca un modelo galdosiano, como señaló P. Palomo (2004: 602-633), basado en el realismo histórico; en la creación de personajes conductores de la acción, la progresión temporal de vidas e Historia paralelas, así como la continua interrelación de esas vidas que semejan un gran friso histórico en donde la ficción —en primer plano— discurre paralela al acontecer real. En esta obra hizo la autopsia al pretendido imperialismo que representó la guerra contra Marruecos de 1859/60; con los acontecimientos de 1898 por medio condicionando su visión sobre ello, ya que escribió la obra a finales de 1904 y se publicó al principio del año siguiente. A este respecto recordemos, entre otros, el artículo escrito por él en Vida Nueva, el 19 de junio de 1898, titulado ―Fumándose las colonias‖, donde irónicamente caricaturizó la pérdida de las mismas.
Aita Tettauen es también la novela en la que aparece la dualidad entre Oriente y Occidente, dos mundos, espacios de diferentes culturas y religiones: la cristiana, la judía y la musulmana. El orientalismo, como señalaron Vega y Carbonell (1998: 139, n5), fue también un discurso de representación cultural, igualmente literario, en el que apareció un ―Otro‖ oriental inferior que precedió a la expansión colonial y que la legitimó intelectualmente, es decir, se creó una dicotomía entre el discurso hegemónico occidental y la opresión del otro orientalizado; sin embargo Galdós dio la vuelta a esta visión, y esto creemos que es uno de los grandes logros del Episodio. La relación entre Oriente y Occidente ha sido muy fecunda en el arte, y la Galdós y la guerra de África… modernidad no se ha sustraído a ella, en parte se desarrolló al constituirse en tema literario; actualmente se viene concediendo gran importancia al multiculturalismo en el marco de la literatura comparada. Escritores como P. A. de Alarcón, G. Núñez de Arce,5 A. Ros de
Olano,6 B. Pérez Galdós, entre otros, han reflejado ese vínculo desde acontecimientos vividos por ellos o próximos al menos, como en el caso de Galdós, separado tan sólo cuarenta y cinco años de la contienda hispano-marroquí, entre el ejército español dirigido por L. O’Donnell (1809-1867), jefe de Gobierno entonces que vio en esos sucesos la oportunidad de distraer a un país enfrentado con serios conflictos políticos —con los antecedentes de la situación de Cuba, la intervención en Méjico…—, y las tropas moras dirigidas por Muley-elAbbas, a partir de los hechos sucedidos en Ceuta, sobre la base de los distintos y frecuentes litigios que se sucedieron en años anteriores, desde 1843, entre Marruecos y España. En esta
ocasión, la destrucción de una fortificación por la kabila de Anyera sirve de pretexto para iniciar la guerra con Marruecos, declaración que hizo el Congreso en octubre de 1859.
En el marco de estos acontecimientos, nos planteamos hacer una lectura literaria de Aita Tettauen, que incida más en el ámbito de ficción que en el de realidad, desde una visión comparativa, reflejando unas estructuras que definen un estilo épico, que representan una inflexión más en la evolución de un género que arrancó del mito y llegó a la novela, y que fueron comunes a otros relatos sobre la guerra de 1859. Esos otros relatos son, desde el punto de vista occidental, igual que el texto galdosiano en una primera parte: Diario de un testigo de la guerra de África de Pedro Antonio de Alarcón. Desde el punto de vista oriental: Versión árabe de la Guerra de África (años 1859-1860) por el historiador y jurisconsulto musulmán Xej Ahamed ben Jaled En-Nasiri Es Selaui y la traducción de Reginaldo Ruiz Orsatti de un
texto árabe, de autor anónimo, que tituló: La Guerra de África de 1859-1860, según un marroquí de la época.
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