
Una semblanza literaria de la historia del principio de dos siglos, el XX y el XXI
Por Andrés Cascio*
“Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades, plaga que, entre las galas y el esplendor de la cultura, corroe los cimientos morales de la sociedad; pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas, que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándoles en el círculo de una existencia mecánica, brutal y tenebrosa” Marianela. B.Perez-Galdós
Benito María de los Dolores Pérez Galdós, hombre republicano y socialista, anticlerical y liberal, con un profundo compromiso con las clases populares y los marginados, denunciando la injusticia social y las desigualdades, un escritor que destaca por la profundidad psicológica de sus personajes, pero que es ante todo reservado, discreto, sereno y tolerante, solitario y tímido, pero también mujeriego.
Vivió intensamente una relación de amantes, intensamente, con Emilia Pardo Bazán. Se veían a escondidas, en la madrileña calle de la Palma (la llama, en broma, Palmstrasse), junto a la iglesia de las Maravillas («Maravillas Church»). Moriría en Madrid el 4 de enero de 1920, arruinado y ciego con una sífilis terciaria (tardía) manifestada en sus últimos momentos con una hemiplejia, agravada además con una arterioesclerosis.
Aquel día, el silencio que inundaba la casa de Pérez Galdós se vio súbitamente roto por un grito de dolor procedente del dormitorio. Los familiares que le acompañaban, al escuchar su desgarrador quejido, corrieron hacia su habitación, donde Galdós se llevaba las manos al cuello e intentaba incorporarse. Tras un breve intento, cayó sobre la cama donde poco después falleció. *[i]
Acababa de morir, hace ahora 105 años, la pluma realista que plasmó obras que quedarían para siempre en la memoria cultural, Fortunata y Jacinta o los Episodios Nacionales, Marianela o Electra, un legado literario, al que no se le ha rendido suficiente respeto y homenaje
Su obra, llegaría a tener influencias en escritores como Honoré de Balzac, Émile Zola, Gustav Flaubert y Charles Dickens, entre otros.
Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo. B. Perez-Galdós
Con Marianela, a la que llaman la Nela, nos retrató una amarga realidad socio cultural, tal vez una verdad aprendida en una sociedad educada en estereotipos de desigualdad, desprecio o marginación, más allá del amor. Nela es huérfana, tiene dieciséis años, pero aparenta muchos menos. La muchacha, que es fea y tiene deformidades, es tratada muy mal por la familia Centeno con la que vive.
La Nela hace de Lazarillo para el joven ciego Pablo de Penáguila. Sin ver, él logra ver la belleza en su interior y convencido de que todo lo bueno debe ser hermoso, Pablo declara su amor a Marianela, pero al recuperar la vista, entonces le aparece su verdadera ceguera, la falta de visión mental.
Con Marianela, Galdós proyecta una sociedad a la que denuncia la aporofobia, por la marginación de los pobres, y desfavorecidos, aquellos, que viven sin familia y son criados como los peores animales, pero sin el cariño que se les da a las mascotas. símbolo de la injusticia y la desigualdad
La novela constituye una reflexión sobre la superficialidad de la belleza física frente a la belleza interior, y cómo aquellos que se dicen ciudadanos de bien, a menudo ignoran y maltratan a los más desfavorecidos.
¿No es triste considerar que sólo la desgracia hace a los hombres hermanos?B. Perez-Galdós
La novela trata temas como la desigualdad de la mujer o la importancia de la educación moral, critica sutilmente las actitudes de la sociedad de su tiempo y la hipocresía reinante como norma, no muy distinta a lo que podríamos observar en la supuestamente avanzada sociedad del siglo XXI. En realidad, el planteamiento plasmado es universal y atemporal, es precisamente allí donde se observa la genialidad de este escritor, a quien, como a muchos otros, (Borges, por ejemplo), se le escamoteó el Premio Nobel.
Pero en este caso tal vez no les convenia reconocer a una pluma tan comprometida y progresista. La historia lo ha reconocido, pero no le ha hecho suficiente justicia.
Marianela, tras intentar un suicido al final frustrado, extremadamente débil, turbada por el dolor, el desencanto y la mala vida, murió minutos después de confesarle a Pablo su identidad, como la forma desaparecer de aquellos desamparados, en el silencio y poco a poco, en el olvido.
Galdós, espolea al lector para mantener despierta su sensibilidad social y así también lanza un duro alegato contra la Iglesia y su falta de implicación real con los desfavorecidos, crítico incisivo contra el Vaticano que; lógicamente fue uno de los poderes influyentes para que no se le concediera el Nobel.
Por otra parte la representación de Electra (su propia versión de la tragedia griega) el 30 de enero de 1901, justo en el momento de la restauración borbónica alcanzó una gran repercusión por lo polémica que la obra que provocó, con numerosas manifestaciones y protestas por su contenido anticlerical.
El anticlericalismo de Galdós se unió a un particular acontecimiento del momento, un caso de abuso y corrupción de la iglesia, con la anuencia de los conservadores, el caso Ubao.
Adelaida Ubao e Icaza era una joven bilbaína, huérfana de padre, y heredera de una gran fortuna. Alrededor del año 1900, un cura jesuita trató de convencerla para que ingresara como novicia en un convento, con la consiguiente cercanía legal de la congregación a la herencia. Y lo consiguió. Pero a la madre de Adelaida no le gustó nada la idea, y acusó al cura de embaucar a su hija con mañas sibilinas y lengua de serpiente. La madre puso una denuncia que perdió, pero se empeñó y recurrió una y otra vez, hasta que finalmente consiguió que la causa arribara al Tribunal Supremo.
En el nuevo juicio, los abogados de las partes eran por un lado Nicolás Salmerón, presidente en la Primera República, y Antonio Maura, futuro presidente, de corte conservador. Finalmente ganó la madre, perdió el cura, y Adelaida escapó del convento. La historia, sin lugar a duda, tenía algunos paralelismos con la tragedia griega.[ii]
Pero desde la óptica social, Electra es una chica huérfana de dieciocho años, de padre desconocido, donde se desarrolla la trama de corrupción, sobre una joven en medio de una cuestión social y un cura.
Aquella noche del estreno en Madrid, en Milán, se llevaba a cabo el sepelio de Giussepe Verdi y en la Platea del Teatro Español, se encontraban Pío Baroja, Ramiro de Maeztu o Azorín, pilares fundamentales de la Generación del 98. Baroja subió al palco más alto del Teatro Español y gritó: “¡Abajo los jesuitas!”. La mayor parte de la platea empezó a aplaudir y vitorear, la otra se indignó y se marchó.
Al término del espectáculo, Galdós fue sacado a hombros a la Plaza Santa Ana, abarrotada de admiradores del escritor canario, por miembros de la sociedad “El Porvenir del Trabajo”, quien adoptó la obra como un símbolo de sus ideas y exigencias. A su vez, la prensa conservadora comenzó una dura campaña de sabotaje contra la obra, lo cual también contribuyó a granjearle tanta fama como emblema del progresismo. Varias diócesis prohibieron la lectura de Electra, que condenaban como pecado mortal. [iii]
La obra se convertiría en el símbolo de progreso y el combate contra esa etapa de restauración monárquica, el conservadurismo gobernante y la arbitrariedad de la iglesia, aliada a las clases dominantes y haciendo bandera de la injustica social.
Representada en varios países, Galdós, llenó portadas de periódicos y una vez más su pluma convertida en espada, se batía contra la ignorancia y la injusticia social.
En cualquier caso, Don Benito, reitero y elevo la queja, no ha sido tratado por la historia con la equidad y la honestidad que le correspondía. Tras su prudencia siempre estuvo la agudeza del trazado de sus letras, sirviendo al arte literario, a la conciencia social, a la rectitud política, a la justicia y a la igualdad. Libre y certero lanzaba su mensaje y desde el silencio, alzaba su voz.
Permítanme entonces, atraer a la memoria, uno de los Episodios Nacionales en este mes de julio del 2025, tal vez, porque con la reflexión serena, pueda verse alguna concordancia o coincidencia entre lo sucedido en la narrativa entre julio del 1822 y julio del 2025 y conste que no es mi pretensión incendiar los espíritus para un levantamiento nacional progresista y republicano, aunque en el momento presente, parecería inaudito además de imposible.
Los Episodios Nacionales muestran la complejidad de la política española, con sus luchas intestinas. Se podrían encontrar entonces al igual que en el presente, ambiciones, traiciones, corrupción e incluso la demagogia del partido conservador de Cánovas, en la transición borbónica.
El 7 de julio es un episodio nacional de Benito Pérez Galdós, que forma parte de la segunda serie de los Episodios Nacionales. En este episodio narra Galdós los acontecimientos ocurridos en Madrid el 7 de julio de e822, relacionados con el levantamiento de los generales Riego y Ballesteros, y la posterior celebración de la victoria constitucional.
Galdós explora en este episodio, temas tales, como la participación ciudadana, la vida cotidiana, la política y las reacciones populares en un contexto de agitación social, hoy no se percibe agitación, solo cabezas gachas y en silencio, a la espera, tal vez, de una mayor tragedia.
«Así como de la noche nace el claro del día, de la opresión nace la libertad»B. Perez-Galdós
La sociedad que se descompone en tristes episodios que describen nuestra historia, como cualquier otra sociedad que tiene por enseña la mediocridad, la hipocresía, la dualidad humana que se balancea entre la luz y la oscuridad, blanco y negro y la tragedia de intentar matar a su propia madre, haciendo de la justicia venganza. La línea trazada, arbitrariamente, entre Marianela, Electra y los episodios nacionales, dibujan caprichosamente, el tránsito de aquel periodo de la transición entre republicas. Sin embargo, todo se enlútese al final con el dominio tiránico del nacional catolicismo.
La Iglesia mantiene hoy y desde 1979 los privilegios un estatus fiscal y educativo emparentado con el nacionalcatólico, con las salvedades obligadas en una democracia con libertad religiosa, y alejado de una verdadera libertad de creencias, de una laicidad que enarbole los principios de la razón y la libertad de pensamiento.
De alguna manera siguen vigente los estereotipos de Nela y las Adelaida Ubao, y eso genera la necesidad de que siga vigente el espíritu galdosiano.
[i] National Geográfic
[ii] por Carlos Acosta 22 marzo, 2024 Alegando Magazine
[iii] por Carlos Acosta 22 marzo, 2024 Alegando Magazine
*Andrés Cascio, Doctor, Psicólogo Clínico y Social, Conferenciante. Librepensador, Escritor y articulista Profesor retirado de la Universidad de Barcelona, experto en vinculación académica internacional, ha sido experto internacional y Catedrático de la Escuela de Especialización de la O.E.A. Director de Proyectos de UNICEF (Panamá)1976 y experto en proyectos del Fondo Social Europeo. España. 1990. Profesor invitado de distintas Universidades y Escuelas de Negocios de España y América Latina. Fundador del Club de Opinión Liber Cogitatio, en las Comarques Gironines, co-director de Suum Cuique Ius, revista del SCME
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