
Alain Delaux (AD): Rosa, tú prefieres hablar de “otro tipo de cerebro” antes que decir “trastorno”. ¿Por qué?
Rosa Amor (RA): Porque a mí “trastorno” me suena a avería, y lo mío no está roto: está configurado distinto. Es un cerebro multifuncional y divergente, con una hiperactividad mental que me lanza pelotas de tenis todo el día: ideas, proyectos, conversaciones, emociones. No paran. El reto no es “arreglarlo”, sino aprender a jugar ese partido.
AD: Para quien no sea experto: ¿cómo explicarías, en términos sencillos, ese “cableado” del TDAH?
RA: Diría que hay tres sistemas conversando todo el rato: el que detecta lo relevante (saliencia), el que decide y organiza (funciones ejecutivas) y el que imagina y divaga (modo por defecto). En mi caso, lo relevante salta más por novedad o pasión que por obligación, y la dopamina —la moneda de la atención— llega a ráfagas. Resultado: puedo pasar de cero a cien en algo que me entusiasma, y quedarme clavada en lo que me aburre. No es flojera; es un motor que responde a otro tipo de combustible.
AD: Has dicho muchas veces que te “cuesta organizarte”. ¿Cómo se vive con 20 proyectos abiertos y 30 pestañas de Google negras de tanto uso?
RA: (Ríe) Es como dirigir una orquesta sin partitura visible. Si no pongo reglas, cada instrumento toca a su bola. Lo que me salva es convertir el caos en un ecosistema: aparcaderos de ideas, rutas de aterrizaje y ritmos. Tengo un “parking” donde dejo todo lo que me distrae; listas de tres —solo tres— tareas-anzuelo al día; temporizadores cortos para arrancar; y rituales de inicio (mis cinco minutos de “encender motores”) y de cierre (dejar trazado el primer minuto de mañana). No intento ser minimalista: intento ser coreógrafa.

AD: ¿Y el famoso hiperfoco?
RA: Es mi superpoder y mi trampa. Cuando engancho algo que me importa, entro en un túnel en el que el tiempo se encoge. Es maravilloso para escribir o investigar, pero hay que ponerle puertas: alarmas, pausas obligatorias, agua y luz natural. El hiperfoco sin límites te regala páginas brillantes y luego te pasa la factura en forma de agotamiento.
AD: ¿Cómo impacta todo eso en tu escritura?
RA: Mi prosa nace de esa lluvia de pelotas. Tengo mil entradas posibles a un texto y muchas capas de relaciones que aparecen solas. Puedo encontrar metáforas raras porque mi mente conecta lejos. Lo difícil es elegir el hilo. Por eso escribo en capas: primero derramo (tormenta), luego ordeno (esqueleto), después podo (música). Y acepto que no escribo lineal: escribo por islas que luego puenteo. Los textos rápidos con principio y fin en este momento de mi vida, funcionan mejor, artículos, columnas, poemas…tengo tres novelas y dos guiones abiertos y en reposo esperando el momento.
AD. ¿Y eso te puede crear angustia?
RA. Por supuesto que sí. Aunque a mi edad ya he aprendido a conformarme, por así decir. No puedo hacerlo todo en un solo día. La escritura es renuncia a muchas cosas y también debo dedicarme a mi misma, aunque sea un poco. Con todo, he estudiado tres carreras, con sus doctorados, cinco máster, veinte cursos y más cosas, ya ni lo incluyo en mi CV. Nadie lo cree, pero tampoco lo he hecho para que me crean. Lo hago porque saber y adquirir conocimiento en personas como yo, es imprescindible. Tengo que leer, tengo que aprender…todo el rato. Saber te salva de mucho.
AD: En lo emocional, ¿qué te caracteriza?
RA: Intensidad. Las emociones llegan a toda pantalla. Aprendí a regular con tres cosas: nombrar lo que siento (ponerle etiqueta baja el volumen), mover el cuerpo cuando sube la ola y tener personas-cable a tierra con quien contrastar. También me protejo del perfeccionismo: en mí el “todo o nada” es una trampa muy lista.
AD: ¿Qué malentendidos te persiguen?
RA: Dos. Uno: “todos somos un poco TDAH”. No. Todos nos distraemos, pero no todos vivimos con este patrón de atención, memoria de trabajo y regulación. Dos: “si quisieras, te organizarías”. Querer quiero; el tema es cómo. Con el mapa correcto, funciono. Sin mapa, me pierdo en mi propio talento.
AD: Has dicho “mapa”. Dame tu kit de navegación, concreto.
RA: Vale:
- Lista de tres (máximo tres tareas clave). Complicado a veces.
- Cronómetro de 10–15 min para arrancar cosas que me dan pereza.
- Parking de ideas siempre a mano (cuaderno físico en mi caso mental o si estoy cansada en blog de notas del móvil) para soltar pelotas sin perseguirlas.
- Bloques por tema: agrupar tareas gemelas para no pagar peaje de cambio.
- Ritual de cierre de 8 minutos: recoger, anotar siguiente primer paso y apagar pestañas. Pensar que por hoy ha estado bien y no creer en mis ideas de frustración porque no he hecho todo lo que pensaba porque tal vez eso no sea posible.
- Compás externo: alguien a quien contarle, en dos frases, qué haré hoy. La palabra dada ordena.
AD: ¿Y la tecnología? ¿Amiga o enemiga?
RA: Es un bisturí: corta fino o te corta. Tengo reglas simples: notificaciones en mínimo vital, pestañas en grupos por proyecto, y “modalidad sala limpia” cuando escribo (una sola ventana, pantalla completa). Si no, acabo viajando por Internet “para investigar” y vuelvo con diez artículos y cero páginas propias. Pero esto es lo que más trabajo me cuesta al tener una revista propia y al trabajar para otros como columnista, luego está el correo profesional respondiendo a alumnos…Pero que tengo muchas cosas que hacer cada día es un hecho fundamental para mí. No puedo escapar.
AD: Volvamos al lenguaje. ¿Insistes en no llamar “trastorno” a lo tuyo?
RA: Clínicamente se llama así y respeto el término. Yo, para vivir, prefiero llamarlo divergencia. Cambiar la palabra me cambia la postura: dejo de pelearme con quién soy y diseño entornos donde brillo. No niego las dificultades; elijo un relato que me permite trabajar con ellas.
AD: ¿Qué te habría gustado oír de niña?
RA: “Tu cabeza es rápida y curiosa; vamos a enseñarte a aterrizar”. Menos “si no estuvieras tan distraída” y más “vamos a darle forma a tu talento y esfuerzo aunque no necesites mucho”. Cuando algo no nos engancha, todo el mundo se distrae y tiene déficit de atención, es un tostón, vamos. Cuidamos la compostura por educación pero nos aburrimos. Eso es evidente para todo el mundo y no pasa nada. Muchos profesores no se dan cuenta de que lo que hacen en clase aburre a las ovejas. Por ello, hay muchos niños que simplemente son niños, son movidos, no les interesa nada lo que escuchan y tienen necesidad de moverse, por eso les medican con metilfenidato hidrocloruro.
AD. Háblanos de esto.
RA. Bueno, es una medicación que obviamente funciona muy bien, pero detrás de esa medicación tiene que haber obligatoriamente un proyecto pedagógico, una AC, es decir una adaptación curricular, unas metas…y no, vamos a darle esta medicación a este niño/a para que esté sentado mirando al techo. No funciona así en absoluto. Un trabajo directo con la persona y unas herramientas.
AD: Si alguien que se reconoce en lo que cuentas te está leyendo, ¿qué le dirías en una sola línea?
RA: Ser o tener un cerebro con “tdah” puede llegar a provocar un sufrimiento muy grande en la persona y tal vez en los que le rodean porque no comprenden que tu cerebro sigue pensando y creando todo el rato, que esté activo hasta altas horas de la noche y que no puedas dormir, que quieras hacer mil cosas más. Que no lo vas a solucionar tomándote cervezas.
No domestiques tu luz: encuádralo para que alumbre. Y, cuando la lluvia de pelotas empiece, no las devuelvas todas; elige con cuál jugar hoy.
2 respuestas a «“Mi cerebro funciona como un frontón de ideas”: entrevista de Alain Delaux a Rosa Amor»
Está mujer tiene todo muy enlazado como escritora y como persona. Es admirable.
Me gustaría saber más sobre éstas cosas, son muy interesantes y me gustaría comprar su último libro. Como tengo que hacerlo?????No veo ningún ningún problemas ni falla, al contrario, es una ventaja contar con un cerebro tan activo que facilita las capacidades intelectuales y la Dra. Rosa Amor del Olmo lo prueba con sus múltiples títulos universitarios, sus múltiples talentos, sus distintas actividades como pedagoga, periodista, editora, escritora, poeta, políglota, traductora y paremos de contar y en todas destaca con brillantez.
Deja una respuesta