Antonio Cánovas según Galdós: historia y novela entrelazadas

RAO

La Restauración: Cánovas y el regreso de la monarquía. El pronunciamiento de Sagunto (29 de diciembre de 1874) marcó el fin de la agitación del Sexenio Revolucionario y el regreso de los Borbones al trono de España, con Alfonso XII como rey. Este acontecimiento dio inicio a la Restauración borbónica, un periodo de relativa estabilidad política tras años de revoluciones y guerras civiles. En el centro de esta etapa estuvo Antonio Cánovas del Castillo, un político e historiador malagueño considerado el arquitecto del nuevo sistema político. Cánovas organizó la vuelta de la monarquía y diseñó un modelo de gobierno bipartidista, conocido como turno pacífico, en el que su Partido Conservador y el Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta se alternaban en el poder mediante elecciones pactadas. Bajo su influencia se aprobó la Constitución de 1876 y se creó una aparente estabilidad democrática, aunque sostenida en prácticas poco transparentes como el caciquismo (manipulación electoral). Cánovas fue varias veces presidente del Consejo de Ministros de España y dominó la política de la Restauración hasta que, en 1897, un anarquista le asesinó en el balneario de Santa Águeda. Su muerte conmocionó al país y simbolizó las tensiones ocultas bajo la aparente paz de la época: el descontento social de obreros y anarquistas, y las crisis coloniales (como la inminente guerra de Cuba) que marcarían el final del siglo XIX.

Galdós y sus Episodios Nacionales. Portada original de la novela Cánovas (1912), sexta y última de la serie final de los Episodios Nacionales de Galdós. Benito Pérez Galdós (1843-1920) fue uno de los grandes novelistas españoles del siglo XIX, autor prolífico conocido por su estilo realista y su compromiso con reflejar la sociedad de su tiempo. Entre sus obras más célebres destacan los Episodios Nacionales, una colección de 46 novelas históricas que narran, de forma novelada y amena, la historia de España desde la batalla de Trafalgar (1805) hasta los primeros años de la Restauración (1880). Galdós comenzó a publicarlos en 1873, y a lo largo de cinco series de novelas fue cubriendo los grandes acontecimientos del convulso siglo XIX español: la Guerra de Independencia contra Napoleón, las guerras carlistas, revoluciones, cambios de gobierno y, finalmente, la Restauración borbónica. Cánovas es precisamente la última novela de la quinta serie de Episodios Nacionales. Galdós la escribió ya en su madurez, en 1912, cuando su vista enferma le obligaba a dictar sus textos a un secretario. De hecho, “Cánovas” sería su canto de cisne literario: Don Benito no pudo completar más Episodios Nacionales debido a su casi ceguera. (Había planeado novelas posteriores dedicadas a Sagasta y otros temas, pero nunca llegaron a escribirse). Aun así, el conjunto de Episodios Nacionales quedó como una espléndida síntesis novelada de la historia de España, donde Galdós mezcló personajes ficticios con figuras reales para recrear guerras, intrigas políticas y también la vida cotidiana del pueblo español. Gracias a estas obras, muchas generaciones han aprendido historia de forma entretenida, viviendo los hechos a través de los ojos de personajes cercanos y humanos.

Contexto de la novela. “Cánovas” (publicada en 1912) nos sitúa en los años decisivos de la Restauración, entre 1874 y 1880, es decir, desde el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto hasta la consolidación del sistema político ideado por Cánovas. En esos años se asentó en España la monarquía de Alfonso XII tras el fallido experimento republicano, se terminó la Tercera Guerra Carlista (1876) y los partidos Conservador y Liberal iniciaron su pacto de alternancia en el poder. Galdós, con su maestría habitual, intercala personajes de ficción en medio de estos eventos reales para contar la historia “desde dentro”. El narrador protagonista de la novela es Tito Liviano, un joven historiador imaginario que sirve de alter ego del propio Galdós. Tito relata en primera persona las aventuras políticas y sociales de la época, lo que permite al autor mostrarnos tanto los grandes hechos históricos como los detalles de la vida cotidiana con un tono cercano. Acompañan a Tito algunos personajes alegóricos, como “la Madre” (una figura casi mítica que representa a la Madre Patria o la Historia, y que guía al protagonista en momentos clave) y Mariclío (un guiño a Clío, la musa de la Historia, a la que Galdós convierte en personaje dentro de su novela). Estos elementos fantásticos agregan un toque creativo a la narración, haciendo que la historia cobre vida con voces simbólicas que aconsejan o advierten al héroe.

El personaje de Cánovas en la novela. Aunque la novela lleva por título el nombre del famoso estadista, no se trata de una biografía detallada de Cánovas, sino más bien de una pintura crítica de su tiempo. Cánovas aparece como personaje histórico, y Galdós lo presenta de manera muy humana y real, pero la trama abarca mucho más: muestra el ambiente político y social de la Restauración, con sus luces y sombras. A través de los ojos de Tito Liviano, conocemos a un Cánovas estadista en la cúspide de su poder, moviendo los hilos de la política tras bastidores. Por ejemplo, Galdós describe cómo, tras el triunfo de Sagunto, don Antonio forma gobierno “como quien cambia los títeres de un retablo”, colocando a sus leales en cada ministerio. Esta frase ingeniosa nos sugiere que para Cánovas la política era casi un teatro de marionetas donde él dirigía la función – una imagen un poco caricaturesca y crítica, acorde con el tono satírico que Galdós emplea en esta última serie.

Ahora bien, Galdós no demoniza a Cánovas; al contrario, le reconoce sus cualidades. En la novela, Tito inicialmente siente impresión y nervios al tener que entrevistarse con tan ilustre figura. Había oído la “leyenda” de su gran orgullo y de las frases irónicas con que Cánovas a veces humillaba a sus interlocutores. Sin embargo, cuando al fin Tito conoce en persona al político, se lleva una sorpresa: «apenas cambiamos las primeras frases de saludo, empezó a disiparse la leyenda del empaque altivo, pues me encontré frente a un señor muy atento y fino, y de una llaneza que al punto ganó mi voluntad». Galdós muestra así a un Cánovas afable, educado y carismático, capaz de ganarse a la gente con su trato cercano. Tito incluso confiesa que admira a don Antonio “por su elevado entendimiento, su saber de historia y política, y su palabra enérgica y sugestiva, esmaltada con los donaires de un ingenio sutil”. En una escena memorable, Cánovas invita a Tito a su despacho y conversa largamente con él: el Presidente le comenta que ha leído con gran interés unos escritos de Tito sobre la rebelión del Cantón de Cartagena (la insurrección federal ocurrida en 1873). Don Antonio se revela como un apasionado de la Historia –«me llegan papeles interesantes, trozos de la Historia viva… Yo los leo con avidez; los ordeno, los colecciono»–, y utiliza esa información para gobernar con perspectiva histórica. Incluso le confía a Tito que planea conceder una amnistía a los antiguos revolucionarios cantonales exiliados, pues los considera “ilusos más románticos que criminales” que actuaron por pasión política y merecen otra oportunidad. Este diálogo imaginado por Galdós nos pinta a un Cánovas inteligente, culto y astuto, que prefiere la reconciliación pragmática antes que la persecución vengativa. Sin duda, la admiración personal del narrador hacia Cánovas es palpable; pero Galdós, a través de Tito, también mantiene cierta independencia crítica: el joven historiador respeta a Cánovas, “pero no quería de ningún modo entregarme a la Restauración”, es decir, no desea convertirse en un paniaguado del régimen. Con esto, el autor nos deja ver que, aunque Cánovas como persona resulte magnético, el sistema político que encarna podría ser cuestionable.

Reflejo de las tensiones políticas. La novela Cánovas no oculta las contradicciones y problemas de la España de la Restauración. Galdós escribe esta obra con un tono más pesimista y desencantado que en sus Episodios anteriores, reflejando quizás su propia desilusión a comienzos del siglo XX. A través de distintos personajes y alegorías, va dibujando una crítica del sistema canovista. En el capítulo final, la enigmática Madre (figura alegórica que podría verse como la voz de la conciencia histórica) le dirige a Tito –y al lector– un discurso profético sobre el futuro de España. En él, Galdós lanza duras verdades: «Los políticos se constituirán en casta, dividiéndose hipócritas en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares… No harán nada fecundo; no crearán una Nación». Esta sentencia resume la crítica de Galdós: bajo Cánovas, los partidos turnantes (Conservador y Liberal) se habían convertido en grupos cerrados que se repartían el poder sin verdaderas soluciones para el país. Las grandes cuestiones sociales quedaron aparcadas; de hecho, la Madre advierte que aquellos gobernantes «fomentarán la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que… la industria», es decir, gastarán más en ejércitos y boato real que en educación o desarrollo económico. Galdós sugiere que esa paz de la Restauración era engañosa, pues debajo latían problemas sin resolver: la pobreza de los campesinos, el analfabetismo, la cuestión religiosa, el descontento de obreros… Por eso en la novela se llega a insinuar que, si nada cambiaba, quizá en el futuro haría falta una “Revolución” para revivir la nación adormecida. Esta visión crítica convierte a Cánovas en un episodio nacional muy especial: no es solo una novela histórica, sino también un comentario social y político. Galdós estaba juzgando su propio presente (los años previos al Desastre de 1898 y la crisis de fin de siglo) a la luz del pasado de Cánovas.

Un estilo cercano, entre la historia y la literatura

La pluma de Galdós: realismo y amenidad. Para jóvenes lectores de hoy, Cánovas ofrece una experiencia doblemente enriquecedora: por un lado, es una novela de aventuras históricas, y por otro, un texto literario lleno de ironía, emoción y enseñanzas. Galdós escribe con un estilo realista y vívido, pintando escenarios detallados de Madrid y España en el siglo XIX, e introduciendo multitud de personajes de todas las clases sociales. Sus diálogos tienen el sabor auténtico de la época, a veces salpicados de humor y sátira. De hecho, la quinta serie de los Episodios (a la que pertenece Cánovas) se caracteriza por un tono casi caricaturesco en algunos retratos: Galdós no teme exagerar levemente ciertos rasgos para hacer crítica con gracia. Por ejemplo, a políticos pomposos los ridiculiza con motes o situaciones cómicas, mientras que al pueblo llano lo muestra con sus hablas y costumbres genuinas. Esta amenidad hace la lectura muy llevadera, incluso cuando se tratan asuntos serios.

El valor histórico y humano de la novela. Galdós logra que el lector aprenda historia casi sin darse cuenta. Al seguir las peripecias de Tito Liviano –un joven curioso, apasionado pero también crítico– el público juvenil puede identificarse con sus dudas y emociones ante hechos históricos. ¿Cómo se vive un golpe de Estado, o la llegada de un nuevo rey? ¿Qué siente la gente común cuando cambian los gobiernos? Cánovas responde a esto mezclando grandes eventos con anécdotas íntimas. Vemos, por ejemplo, la proclamación del rey en las calles, pero también las charlas de café en las tertulias madrileñas donde la gente comenta los rumores políticos. Conocemos a figuras ilustres (reyes, generales, ministros) pero también a personajes humildes (estudiantes, periodistas, señoras, sirvientes) que dan sus perspectivas. Este enfoque múltiple proporciona una visión muy rica de la época – lo que Unamuno llamaría la “intrahistoria”, la historia vivida por la gente común bajo la superficie de los grandes acontecimientos. Galdós fue pionero en mostrar esa intrahistoria, haciendo que sus novelas enseñen tanto o más que los manuales académicos. No en vano, se suele decir que los Episodios Nacionales son “novela y crónica a la vez”. Además, Cánovas tiene un valor especial porque Galdós la escribió ya con la perspectiva que dan los años: entre los hechos de 1874-1880 y la publicación de la novela pasaron más de tres décadas, y España había cambiado. El autor, envejecido y casi ciego, volcó en Cánovas no solo datos históricos, sino reflexiones maduras sobre el destino del país. Por ejemplo, la crítica al bipartidismo estéril de la Restauración anticipa debates que siguen vigentes sobre la calidad de la democracia. Saber que Galdós dictó esta novela palabra por palabra en lugar de escribirla con sus propios ojos, debido a su enfermedad, le da un matiz conmovedor: parecía tener prisa por legarnos su visión de aquella España antes de que la oscuridad de la ceguera (y de la muerte, que le llegó en 1920) lo silenciara.

Una novela para entender el pasado. En Cánovas, los jóvenes lectores encontrarán escenas llenas de vida y algunas anécdotas sorprendentes. Por ejemplo, la carta misteriosa que Tito recibe de su mentora “la Madre” anunciándole que se acerca “un hecho histórico” importante –adelantándose a la conspiración para proclamar a Alfonso XII–, escrita con metáforas ingeniosas que comparan el cambio político con el giro de un gran gozne oxidado. O la descripción de Madrid en fiestas tras la Restauración, con sus cafés repletos y paseos por el Prado, donde el protagonista se cruza con todo tipo de personajes, desde damas de alta sociedad hasta bohemios y revolucionarios disfrazados. Galdós sabe alternar esos momentos costumbristas amenos con pasajes de profunda reflexión. Al final, Cánovas nos deja una doble imagen: por un lado, la figura histórica de Antonio Cánovas del Castillo –el “hombre fuerte” que logró pacificar España tras años de caos–, y por otro lado, la crítica a un sistema que, si bien dio paz, también adormeció al país con una paz engañosa. Para un joven lector, la novela ofrece una lección de historia envuelta en las vivencias de personajes entrañables. Benito Pérez Galdós, con su estilo claro y emotivo, consigue que comprendamos mejor quién fue Cánovas y qué significó la Restauración, a la vez que nos invita a pensar sobre la política, la honestidad de los gobernantes y la importancia de los ideales. Cánovas, en suma, es una novela histórica de gran valor literario y educativo, donde la literatura y la historia se dan la mano para narrar el pasado de España de forma apasionante.

Referencias: Las citas numeradas provienen de fuentes verificadas sobre la obra de Galdós y la época de Cánovas, incluyendo estudios críticos, ediciones comentadas de Cánovas, así como datos históricos de la enciclopedia y archivos oficiales. Estas referencias respaldan los hechos y análisis presentados, y pueden consultarse para profundizar en el tema. ¡Te animamos a leer la novela Cánovas de Galdós y descubrir por ti mismo cómo cobra vida la historia en sus páginas!

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