por Rosa Amor del Olmo
El mobbing laboral, ese sutil y persistente viento helado que sopla a través de los pasillos de las oficinas modernas, recuerda a la soledad que enfrentó Vincent van Gogh en su tiempo. Así como el pintor postimpresionista se vio marginado y menospreciado por la sociedad, hoy muchos empleados experimentan un tormento similar en sus lugares de trabajo. Este fenómeno, envuelto en acciones repetitivas y sistemáticas, busca desestabilizar y humillar a la víctima, erosionando silenciosamente su bienestar psicológico y físico. En el lienzo de la vida laboral, el mobbing dibuja trazos de aislamiento y desesperanza, forzando a los trabajadores a navegar por un mar de ansiedad y miedo, similar a los oscuros y tumultuosos cielos que Van Gogh plasmaba en sus obras durante sus momentos más turbulentos.
Pero el caso de Van Gogh no es ni mucho menos un caso aislado, pues las propias vidas de muchos compositores, artistas, pintores o escritores/as han sufrido por parte de la sociedad la degradación del maltrato o acoso social por parte de los ciudadanos, pues estos representan hoy los los “jefes” del trabajo de un artista.
No solo en personas de carne y hueso, personajes de la novela realista representan claramente el sufrimiento por esta prepotencia empresarial o institucional. En “Miau”, por ejemplo, Benito Pérez Galdós nos presenta a Ramón Villaamil, un funcionario que, al borde de la jubilación, es despedido injustamente, de manera que nunca podrá cobrar su pensión, lo que le llevará al suicidio. Esta narrativa no solo es un reflejo de las políticas laborales de la época, sino que también resuena con el acoso laboral moderno, un fenómeno que persiste en las dinámicas de muchas empresas actuales.
El desamparo y la desolación que experimenta Villaamil es comparativamente similar al trato que reciben algunos empleados en el entorno corporativo contemporáneo, donde el mobbing se manifiesta en la exclusión, la degradación de responsabilidades, la invisibilidad del trabajador y la injusticia sistemática hacia empleados específicos.
El acoso laboral, o mobbing, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), involucra acciones psicológicas repetitivas y sistemáticas que buscan desestabilizar, humillar o aislar a un empleado. Esta problemática se ve claramente reflejada en la vida de Villaamil, quien sufre de aislamiento y subvaloración profesional, llevándolo a un estado de impotencia y desesperación. La narrativa de Galdós no solo critica las estructuras burocráticas de su tiempo, sino que, de la misma manera con su perspectiva única y genial ante el futurl de España, ilustra como nadie, el impacto devastador que tiene el acoso en la salud mental y física del individuo, un tema de gran relevancia en el ámbito laboral actual.
En la actualidad, con leyes y reglamentos que intentan proteger a los trabajadores del acoso laboral, aún se reportan numerosísimos casos donde las prácticas de mobbing siguen siendo una realidad, aún más con conceptos como el edadismo o discapacidades. El problema del racismo, laas ideologías políticas o la religión forman parte de la actualidad en los trabajos y ambientes laborales.
La legislación, como el Estatuto de los Trabajadores y el Código Penal español, proporciona un marco para combatir este acoso, pero la aplicación efectiva de estas leyes sigue siendo un desafío, aunque no podemos decir que sea imposible. El personaje de Pérez Galdós, se encuentra desamparado al no poder probar nada de lo que le sucede aunque los estudios “psicológicos” o psiquiátricos comenzaban a tener su peso en los escritores como es el caso, no se tenía en la misma consideración la salud mental de los entornos tal y como como se tiene en la actualidad. Pero es un tema en cierto modo recurrente de la narrativa galdosiana, cuya confrontación directa con el maltrato por edad, género o circunstancia social tuvo su mayor alcance por ejemplo en obras como El amigo Manso, El abuelo, Toquemada...entre otras.
La historia de Villaamil nos invita a reflexionar sobre la importancia de crear ambientes laborales éticos y justos, donde la dignidad y el respeto sean la norma, no la excepción. Este paralelismo entre la ficción galdosiana y la realidad moderna subraya la urgencia de seguir luchando contra el acoso laboral y de garantizar que ningún empleado deba sufrir lo que Villaamil experimentó, aunque en la actualidad haya mayores recursos para combatirlo, en su caso, todo llegó tarde.
16/9/2024