
RAO
En 1925
En un acto sin precedentes que marcó un punto de inflexión en la ya tensa relación entre el régimen de Primo de Rivera y los círculos intelectuales de España, el Gobierno dictó una orden de embargo contra los bienes de Vicente Blasco Ibáñez, notable escritor valenciano, tras sus contundentes críticas hacia Alfonso XIII y su administración. Este incidente, ocurrido en los años veinte, resuena aún hoy como un claro ejemplo de la represión política en tiempos de agitación y cambio.
Vicente Blasco Ibáñez, cuya pluma había dado vida a obras tan emblemáticas como Los cuatro jinetes del Apocalipsis y La barraca, ya se encontraba en el exilio en Francia cuando publicó un libreto que lanzaba severas acusaciones contra la monarquía española y Alfonso XIII en particular. En su texto, el escritor acusaba directamente al rey de complicidad con la dictadura y de estar incurso en negocios económicos irregulares. La publicación de este documento en París no solo atrajo la atención internacional, sino que también exacerbó las ya tensas relaciones políticas en su país natal.
La respuesta del Gobierno no se hizo esperar. En una medida extraordinaria, se ordenó la congelación y el embargo de todas las propiedades, cuentas bancarias y activos de Blasco Ibáñez dentro de España. Este acto represivo fue interpretado ampliamente como una táctica intimidatoria dirigida no solo a silenciar a Blasco Ibáñez, sino también a enviar un mensaje claro a otros intelectuales y opositores del régimen.
El conflicto entre Primo de Rivera y los intelectuales no era nuevo. Desde el establecimiento de la dictadura, voces críticas habían denunciado repetidamente el carácter autoritario y censor del régimen, que veían como un retroceso en el camino hacia la modernización y la democratización de España. La decisión de embargar los bienes de un crítico tan prominente como Blasco Ibáñez solo sirvió para recrudecer estas tensiones, atrayendo la solidaridad y el apoyo de diversas figuras del mundo cultural y literario, tanto dentro como fuera de España.
La indignación fue generalizada. Figuras destacadas del ámbito cultural y literario expresaron su repulsa ante lo que consideraban un ataque directo a la libertad de expresión y una muestra palpable de la intolerancia del régimen hacia cualquier forma de disidencia. Este episodio reforzó la imagen de un gobierno cada vez más aislado, no solo de los sectores críticos en España, sino también de la opinión pública europea, cada vez más preocupada por la deriva autoritaria del país.
El embargo a Blasco Ibáñez resalta como un momento clave en la historia contemporánea española, un recordatorio sombrío de los límites impuestos a la libertad durante períodos de gobierno autoritario. Aunque el régimen de Primo de Rivera eventualmente cedería paso a la Segunda República, los eventos que rodearon el embargo de los bienes del escritor siguen siendo un poderoso testimonio de la lucha entre la creatividad intelectual y el poder político. Este caso subraya la eterna tensión entre los artistas que buscan explorar y criticar su sociedad y los gobiernos que, en tiempos de inseguridad, optan por reprimir en lugar de dialogar.