
Artemisa Gutiérrez

19 de agosto de 2025. No son cifras: son nombres borrados. La ONU confirma el año más letal desde que hay registros: 383 trabajadores humanitarios asesinados en 2024, un 31% más que en 2023; 181 murieron en Gaza y 60 en Sudán. A esa mortandad se suman 308 heridos, 125 secuestrados y 45 detenidos. La mayor parte eran personal nacional, gente que servía a su propia comunidad y que fue atacada en acto de servicio o en sus casas. Y la curva no baja: en 2025, hasta el 14 de agosto, ya van 265 humanitarios abatidos. Esto no es un “daño colateral”: es un patrón sostenido de violencia contra quienes intentan sostener la vida en medio del colapso. (OCHA, AP News)
La geografía del espanto tiene epicentro. Gaza concentra cerca de la mitad de las muertes de 2024 y sigue siendo, en 2025, el lugar donde más humanitarios caen. No hablamos de incidentes aislados: hablamos de una letalidad sistemática contra misión sanitaria, logística y de rescate. Uno de los casos que indignó a la comunidad internacional ocurrió en marzo de 2025, cuando 15 sanitarios y socorristas fueron abatidos y luego enterrados con sus vehículos; el propio ejército israelí lo atribuyó después a “fallos operativos” y “quebrantamiento de órdenes”. No hay semántica que blanquee eso; hay familias que ya no verán volver a su gente. (Reuters)
El dato que más delata la quiebra del Estado de derecho: la violencia contra humanitarios aumentó en 21 países respecto a 2023 y, según la base de datos de seguridad del sector citada por la ONU, las fuerzas gubernamentales y sus afiliados figuran como perpetradores más comunes. Cuando quienes deben proteger a la población atacan a quienes la asisten, la línea entre guerra y crimen se pulveriza. La impunidad no es un accidente; es una decisión política. (AP News)
El Derecho Internacional Humanitario es claro: atacar a personal y operaciones humanitarias es ilegal. Y existe un mandato específico, la resolución 2730 (2024) del Consejo de Seguridad, que obliga a las partes en conflicto y a los Estados Miembros a proteger a los trabajadores humanitarios y a investigar de forma independiente las violaciones. Si, pese a esa resolución, el conteo de muertos rompe récords, no hablamos de carencias normativas, sino de falta de voluntad para aplicar la norma y exigir responsabilidades. (Documentos de la ONU, un.org)
La propia jefatura humanitaria de la ONU lo ha dicho con palabras que deberían retumbar en cancillerías y cuarteles: “ataques de esta magnitud, con cero rendición de cuentas, son una vergonzosa muestra de la inacción y la apatía internacionales”; y “un solo ataque contra un colega humanitario es un ataque contra todos nosotros y contra las personas a las que servimos”. La violencia contra humanitarios no es inevitable. Debe cesar. No es retórica: es un pliego de cargos. (AP News)
¿Qué significa actuar y no solo conmemorar? Investigar cada caso con independencia y publicar resultados (incluido el acceso a pruebas y reglas de enfrentamiento); suspender transferencias de armas y apoyo logístico a unidades o grupos con historial acreditado de ataques a humanitarios hasta que demuestren cambios verificables; activar jurisdicción universal y sanciones específicas (viajes, finanzas, cadena de mando) contra perpetradores y mandos que consientan o encubran estas agresiones; blindar el acceso humanitario con deconflicción operativa real (coordenadas, ventanas horarias, rutas seguras) y consecuencias diplomáticas inmediatas si se viola; proteger al personal nacional —el más expuesto— con evacuaciones médicas ágiles, seguros y apoyo a familias; y financiar los planes de respuesta de la ONU sin recortes —porque menos fondos y más ataques es una ecuación letal. Ninguna de estas medidas requiere inventar nuevas doctrinas: exige aplicar las que ya existen. (Documentos de la ONU)
Este 19 de agosto, #WorldHumanitarianDay, la ONU relanza la campaña #ActForHumanity. No es un eslogan: es un ultimátum cívico para presionar a quienes tienen mando sobre armas, fronteras y cielos. Proteger a quienes protegen es el mínimo ético de una comunidad internacional que pretende llamarse civilizada. Y es también una deuda con el perfil más silenciado de estas estadísticas: las y los trabajadores locales, los que no pueden “rotar” a otra misión porque su misión es su propio barrio. Que su memoria no se reduzca a un cuadro en una pared: que sea la palanca que mueva decisiones. (un.org)
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Fuentes clave consultadas: datos y comunicado de OCHA por el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria (19/08/2025); cobertura de AP y Reuters; texto de la resolución 2730 del Consejo de Seguridad. (OCHA, AP News, Reuters, Documentos de la ONU)
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