
Eduardo Montagut
François Poullain de La Barre (1647-1723) fue un sacerdote y escritor que, basándose en el cartesianismo, propuso la igualdad entre hombres y mujeres. Sin lugar a dudas, aunque no es muy conocido del público actual, fue un personaje harto interesante.
Poullain de La Barre nació en el seno de una familia acomodada y comenzó la carrera eclesiástica por decisión de su padre. Con 16 años obtuvo el grado de maestría, y luego en la Sorbona se hizo bachiller para comenzar sus estudios de doctorado en Teología. Pero Poullain de La Barre no se escondió en los libros sino que decididamente participó en los debates intelectuales de la Universidad, y en los más mundanos fuera de los muros de la misma. En los distintos salones y en las calles vio y disfrutó un espíritu nuevo y más libertad. En ese momento conoció el cartesianismo y abandonó sus estudios de doctorado.
Aunque se ordenó sacerdote se convirtió al calvinismo en 1688, y eso le costó su relación con su familia. Después de la revocación del Edicto de Nantes por parte del rey Luis XIV en 1685 tuvo que huir y marcharse a Ginebra. Allí se casaría y formaría una familia. En Suiza se dedicó a la enseñanza hasta su fallecimiento.
Poullain tuvo dos preocupaciones intelectuales en su vida. En primer lugar, le interesaba mucho la cuestión de la libertad religiosa, pero también, en plena época del preciosismo, entró de lleno en la polémica sobre la naturaleza y situación de las mujeres. El preciosismo fue un movimiento cultural, pero con gran dimensión social por el que buscando una elevación y refinamiento de las costumbres y usos sociales, incluyó un primer feminismo al surgir lo que se ha conocido como la querella de las mujeres. Efectivamente, en ese ambiente de elevación intelectual un grupo de aristócratas cultas comenzaron a cuestionar la autoridad de los esposos, y exigían que la mujer pudiera acceder a la cultura, al estudio, a las Academias. Pero, además, hicieron un gran esfuerzo en favor de la lengua francesa frente a las lenguas muertas porque su empleo excluía del saber a muchas personas, y especialmente a las mujeres. En esta cuestión, Poullain publicó en 1672, Rapports de la langue Latine avec la François, donde realizó una defensa del francés.
Pero la obra más importante de nuestro protagonista fue la que apareció en 1673, y de forma anónima, titulada, De l’égalité des deux sexes, discours physique et moral où l’on voit l’importance de se défaire des préjugez. En la misma demostró que la desigualdad que padecían las mujeres no tenía ningún fundamento natural, sino que procedía de un prejuicio cultural, basándose en su exposición en el racionamiento cartesiano.
Otra obra, y también publicada de forma anónima, fue De l’éducation des dames pour la conduite de l’esprit dans les sciences et dans les mœurs. En la misma defendía un cambio profundo en la educación de las mujeres, en el sentido, realmente, de que recibieran educación.
Curiosamente, unos años después sacó De l’excellence des hommes contre l’égalité des sexes. Ahora defendía con ironía los puntos de vista de la desigualdad, del sexismo de la época. Pero, seguramente, lo que pretendía era, empleando esa ironía, ridiculizar los argumentos patriarcales. En todo caso, hay autores que sí consideran que fue una refutación de su feminismo.
En todo caso, tenemos que tener en cuenta que Poullain escribió en plena época del Antiguo Régimen, donde la desigualdad era el principio básico de organización social, basada en la existencia del privilegio. Por eso, era complicado defender la igualdad de la mujer ante la ley cuando este principio no se aplicaba en el conjunto social, es decir, a la mayoría de los hombres. Por eso, en realidad, el feminismo, con todos estos antecedentes, no podría surgir hasta que las revoluciones liberales abolieron los estamentos, es decir, el privilegio y la desigualdad ante la ley. Efectivamente, los liberales no lucharon por la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, pero éstas, las de condición burguesa, se basaron este concepto fundamental del cambio para luchar con el fin de que realmente se aplicara a toda la sociedad.