
Observatorio Negrín-Galdós
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Ficha rápida
- Autora: Emilia Pardo Bazán (1851–1921)
- Obra: Los Pazos de Ulloa
- Año de publicación: 1886
- Movimiento: Realismo–Naturalismo (adaptación hispánica)
- Género: Novela
- Ambientación: Galicia rural, segunda mitad del siglo XIX

Escribir sobre una autora del siglo XIX obliga a situar su voz en un paisaje literario dominado por varones y por poéticas que parecían cerradas a lo femenino. En España, esa irrupción tiene un nombre insoslayable: Emilia Pardo Bazán, novelista, crítica y ensayista que polemizó con su tiempo, defendió una modernidad estética propia y situó a la mujer —como sujeto y como problema— en el centro del debate cultural. Los Pazos de Ulloa (1886) es su novela más célebre y un laboratorio donde Pardo Bazán ensaya un naturalismo a la española: atento a la herencia y al medio, sí, pero también a la dimensión moral y al libre albedrío.
Nuestra tesis es sencilla: Los Pazos de Ulloa narra la descomposición de un orden social —la nobleza rural— a través de un espacio que se derrumba (el pazo) y de unas relaciones de poder (el caciquismo) que perpetúan la violencia de clase y de género. La novela, exuberante en descripciones y precisa en su ironía, ofrece una visión aguda de cómo los cuerpos, los apellidos y los territorios quedan atrapados en un ecosistema de dominación.
La autora en su contexto
Hija de la nobleza gallega y con altísima formación autodidacta, Pardo Bazán fue una intelectual pública de primer orden: periodista, conferenciante, crítica literaria. Su ensayo La cuestión palpitante (1883) introdujo y discutió el naturalismo en España, no como copia de Zola sino como un modelo crítico adaptable a la cultura hispánica. Militó por la educación de las mujeres y aspiró —sin éxito— a entrar en la Real Academia Española, un símbolo de las resistencias de la época. Desde esa posición, su narrativa explora una modernidad periférica: la Galicia rural como espejo de un país que cambia y se resiste al cambio.
Argumento esencial (sin destripes)
El joven sacerdote Julián llega a los Pazos de Ulloa para ordenar la casa del marqués don Pedro, señor de tierras embrutecido por la caza, la bebida y el abandono. El pazo —mansión señorial y corazón simbólico de la novela— está dominado por el astuto Primitivo, capataz y cacique local, y por su hija Sabel, con quien el marqués mantiene una relación ilegítima que ha dado lugar a un niño, Perucho. En un intento de “regeneración” moral, don Pedro contrae matrimonio con una joven frágil, Nucha. La trama, que alterna episodios de vida doméstica, elecciones amañadas y fiestas brutales, muestra cómo el pazo devora a quienes lo habitan.
Temas y líneas de lectura
- Naturalismo con conciencia moral
Pardo Bazán acepta la importancia del medio y la herencia (claves del naturalismo), pero rehúye el determinismo absoluto. El paisaje y la sangre tiran, sí, pero los personajes son evaluados moralmente: hay responsabilidad, hay culpa, hay ironía. Ese matiz “ético” distingue su propuesta de la zolesca. - Decadencia de la aristocracia rural
El pazo es metáfora arquitectónica de la clase en ruina. Humedades, muros agrietados, muebles deslucidos: la casa habla el lenguaje de la decadencia. Don Pedro es señor por título, pero siervo de sus hábitos y de las redes clientelares que lo sostienen. - Caciquismo y violencia estructural
Las elecciones rurales —apenas veladas farsas— revelan un sistema donde los votos se compran, amenazan o pastorean. Primitivo encarna ese poder capilar que controla jornales, cosechas y cuerpos. La ley existe, pero no impera. - Género, maternidad y vulnerabilidad
Entre Sabel (sexualizada, pragmática, atravesada por la necesidad) y Nucha (frágil, “angelical”), la novela dibuja dos figuras femeninas presas de un orden masculino que las utiliza o idealiza. La maternidad no rescata a nadie: puede ser arma arrojadiza o condena silenciosa. - Paisaje como personaje
La Galicia húmeda, verde y hosca no adorna: condiciona. Las cacerías, los caminos enfangados, la superstición y el rumor del bosque modelan conductas. La naturaleza, en Pardo Bazán, es también fuerza social.
Personajes clave
- Julián: Joven cura de conciencia escrupulosa. Su candor lo vuelve testigo ideal: intenta poner orden, pero aprende —dolorosamente— los límites de la moral en un entorno adverso.
- Don Pedro Moscoso: Marqués embrutecido. Oscila entre la inercia de clase y el arrebato. No gobierna su casa ni su deseo.
- Primitivo: Capataz y cerebro del caciquismo local. Es cálculo frío y poder práctico.
- Sabel: Hija de Primitivo. Su sensualidad es leída por el entorno como culpa; la novela sugiere el peso de la necesidad y la coacción.
- Nucha: Esposa legítima del marqués. Representa la idealización burguesa de lo femenino; su fragilidad evidencia la violencia que el orden social ejerce sobre las mujeres “respetables”.
Estilo y técnicas
Pardo Bazán combina descripción minuciosa (sensorial, concreta) con una ironía sutil que desnuda la hipocresía social. La focalización a menudo se pega a Julián, lo que permite un juego de distancia: vemos el mundo con sus ojos ingenuos, pero escuchamos la ironía de la narradora. El léxico incorpora giros y voces gallegas que localizan el relato sin folklorizarlo. Las escenas de caza y de comida, de una materialidad poderosa, funcionan como rituales del poder.
Pardo Bazán frente a sus contemporáneos
Situada junto a Galdós y Clarín en el canon realista español, Pardo Bazán descentraliza la mirada: lleva la gran novela a una periferia donde lo político, lo económico y lo íntimo se trenzan con fuerza nueva. A diferencia de Zola, su naturalismo reconoce fisuras morales por las que se cuela la posibilidad —a menudo frustrada— de la elección. Frente a la ciudad-registro de la modernidad, Los Pazos de Ulloa demuestra que la ruralidad es también escenario de modernidad conflictiva.
Recepción y legado
La novela consolidó a Pardo Bazán como narradora mayor y abrió una línea de lectura sobre el caciquismo y la violencia de género que hoy resulta especialmente fértil. En diálogo con su “continuación”, La madre naturaleza (1887), el libro articula una genealogía de la dominación que anticipa preguntas contemporáneas: ¿quién controla el cuerpo de las mujeres?, ¿cómo circula el poder en lo cotidiano?, ¿qué significa “civilizar” un espacio cuando las estructuras que lo habitan son salvajes?
Por qué leerla hoy
- Porque muestra, con precisión casi forense, cómo funcionan las redes informales de poder.
- Porque radiografía la masculinidad aristocrática y su violencia.
- Porque rescata una mirada femenina que no es decorativa ni sentimental, sino analítica y política.
- Porque su prosa, plástica y exacta, recuerda que la gran novela piensa al tiempo que narra.
Claves para un comentario o trabajo académico
- El pazo como símbolo: analiza su deterioro material y relaciónalo con la decadencia de la estirpe.
- Estructura de poder: mapea las relaciones entre don Pedro, Primitivo, Sabel, Nucha y Julián. ¿Quién manda realmente?
- Naturalismo “híbrido”: identifica pasajes donde el medio condiciona la acción y otros donde pesa la valoración moral.
- Lenguaje y perspectiva: estudia cómo la ironía de la narradora corrige o matiza la mirada de Julián.
- Género y maternidad: contrasta los destinos de Sabel y Nucha y discute el control de los cuerpos.
Bibliografía mínima sugerida
- Emilia Pardo Bazán, Los Pazos de Ulloa (edición anotada en Cátedra o Alianza).
- Emilia Pardo Bazán, La cuestión palpitante (para el marco teórico).
- Estudios críticos sobre naturalismo español y caciquismo en la novela decimonónica (manuales de Realismo/Naturalismo y artículos académicos recientes).
Conclusión
Los Pazos de Ulloa es mucho más que la crónica de un linaje en ruinas: es una anatomía de la domesticación fallida de un mundo y de la ferocidad que late bajo los modales. Con una técnica narrativa segura y una inteligencia crítica fuera de duda, Pardo Bazán escribe una novela que interroga su presente y todavía interpela el nuestro. Leerla hoy es aceptar que la modernidad, en España, también se jugó en un pazo húmedo, bajo la mirada atenta —y nada complaciente— de una mujer que supo ver lo que muchos no querían mirar.