El primer número del semanario El Socialista (1886)

María del Pino Mendigoitia

El primer número de El Socialista apareció en la primavera de 1886, en plena Restauración borbónica, un periodo marcado por la consolidación del régimen monárquico y la alternancia pactada de partidos (liberal y conservador) tras la inestabilidad del Sexenio Democrático (1868-1874). En esos años de la década de 1880, el movimiento obrero español daba sus primeros pasos firmes. Tras la disolución de la Primera Internacional (AIT) en España en 1874, el anarquismo había ganado peso entre los trabajadores, defendiendo la acción directa y la abstención política, mientras que un pequeño núcleo marxista veía la necesidad de crear un partido obrero propio. Fruto de este impulso, en 1879 se fundó en Madrid el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) liderado por Pablo Iglesias Posse, con la aspiración de organizar al proletariado español de forma centralizada y participar en la vida política para defender sus derechos.

A principios de la década de 1880, las condiciones sociales de la clase trabajadora eran muy duras: largas jornadas laborales, bajos salarios, alta tasa de analfabetismo y ausencia de leyes laborales protectoras. En el panorama político imperaban libertades limitadas (el sufragio universal masculino no se instauraría hasta 1890) y un control gubernamental que con frecuencia reprimía la organización obrera. No obstante, bajo gobiernos liberales como el de Práxedes Mateo Sagasta, se empezó a abrir cierto espacio para la legalización de asociaciones obreras (Ley de Asociaciones de 1887) y para una prensa obrera más tolerada. Este es el contexto en el que el joven PSOE buscó dotarse de un órgano de expresión propio. La idea de crear un periódico socialista venía gestándose desde 1882, cuando durante una huelga de tipógrafos en Madrid el partido decidió que era necesario fundar un medio de prensa para difundir su ideario. Se inspiraban en antecedentes como el semanario La Emancipación (1871-1873), publicación de los internacionalistas marxistas españoles, y por ello comenzaron a recaudar fondos mediante la emisión de acciones populares de 1 peseta entre los simpatizantes. Sin embargo, financiar un periódico obrero no era tarea fácil: a finales de 1884 apenas se habían vendido 1.380 acciones (unas 960 pesetas recaudadas), cantidad insuficiente para sostener la empresa. Hubo que esperar hasta 1886, cuando las condiciones económicas y organizativas mejoraron, para lanzar finalmente el periódico.

Fundadores y objetivos iniciales de El Socialista

El Socialista fue fundado por miembros del PSOE, encabezados por Pablo Iglesias Posse (1850-1925), quien asumió su dirección. Pablo Iglesias, tipógrafo de profesión y originario de Galicia, es ampliamente considerado el “padre del socialismo español” por haber fundado el PSOE en 1879 y posteriormente la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888. La puesta en marcha del semanario fue un esfuerzo colectivo: a comienzos de 1886 se convocó una junta de los accionistas del proyecto para definir el ideario de la publicación, elegir el consejo de redacción y administración, y fijar la fecha de salida. Pablo Iglesias fue designado director, acompañado por otros socialistas de la época. Un dato pintoresco es que la redacción y administración del periódico se instaló en la vivienda de Ruperto Sánchez, en la calle Hernán Cortés nº 8 de Madrid. Ruperto Sánchez, miembro de una sociedad obrera metalúrgica (El Porvenir), ofreció su casa no solo como oficina sino también como hogar para Iglesias, quien vivió allí como huésped y compaginó durante nueve años su vida cotidiana con las labores de redactor, administrador, corrector e incluso ajustador de imprenta de El Socialista. Esta anécdota ilustra los modestos orígenes del periódico y la dedicación personal de sus fundadores.

Desde el inicio, El Socialista nació con unos objetivos muy claros. En su cabecera figuraba el lema “Órgano del Partido Obrero”, dejando patente que la publicación era la voz oficial del PSOE. Sus fundadores la concibieron como herramienta de propaganda y difusión del ideario socialista, un medio para “transmitir sus ideas y servir de vínculo de comunicación entre sus seguidores”. En una España con alto analfabetismo, el semanario también cumplió una labor educativa: frecuentemente se leía en voz alta en reuniones de obreros y campesinos analfabetos, sirviendo como medio de instrucción básica para ellos. En resumen, los objetivos iniciales de El Socialista eran: difundir las ideas socialistas, formar políticamente a la clase trabajadora, dar noticias del movimiento obrero y fortalecer la organización del partido creando conciencia de clase. Pablo Iglesias y sus compañeros perseguían con el periódico la “emancipación completa de los trabajadores” mediante la abolición de las clases sociales, tal como proclamaba el programa del partido.

Los recursos eran escasos: El Socialista arrancó con una tirada de 4.000 ejemplares en su primera edición, y pronto enfrentó dificultades económicas. Para agosto de 1886, el capital inicial se había agotado y se contrajeron deudas, obligando a reducir gastos al mínimofpabloiglesias.es. Los tipógrafos voluntarios ayudaron trabajando gratuitamente en la composición, y el partido abrió una suscripción permanente para sostener el periódico. Estas penurias económicas evidencian el enorme esfuerzo militante detrás de El Socialista, sostenido más por convicción que por medios materiales.

El primer número de El Socialista (12 de marzo de 1886): contenido y enfoque

Aunque en la pregunta se cita la fecha del 12 de mayo de 1886, las fuentes históricas indican que el primer número de El Socialista salió a la luz el viernes 12 de marzo de 1886. Hubo un ligero retraso respecto a la fecha prevista (inicios de marzo) debido a trámites administrativos de última hora, tal como explicó la propia redacción en la página 2 de esa primera edición. Aquel número inaugural constaba de cuatro páginas impresas en tres columnas. Su contenido puede describirse como un prospecto-programa del socialismo español: un compendio de los principios, denuncias y propósitos del PSOE, combinado con noticias obreras nacionales e internacionales.

En las primeras líneas de la primera página, el periódico deja claras sus bases ideológicas. Se expone una crítica frontal a la sociedad de clases, afirmando que “esta sociedad es injusta porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una, la burguesía […] clase dominante, y dos, el proletariado, la clase dominada”. A continuación, El Socialista adopta un tono marcadamente reivindicativo, enumerando las demandas y derechos por los que debían luchar los trabajadores. En ese primer número se reclamaba a la clase obrera que luchase por la conquista del poder político y por el reconocimiento de una serie de derechos fundamentales:

  • Derecho de asociación y reunión, y libertad de manifestación públicapsoe.es.
  • Sufragio universal (recordemos que en 1886 el voto estaba restringido; la exigencia era dar voto a todos los varones adultos, lo que finalmente se logró en 1890)psoe.es.
  • Abolición de la pena de muerte, en consonancia con los ideales humanitarios del movimiento obreropsoe.es.
  • Justicia gratuita, para que los obreros pudieran defender sus derechos ante los tribunales sin impedimentos económicospsoe.es.
  • Reducción de la jornada de trabajo, alineándose con la campaña internacional por las ocho horas laborales que precisamente agitaba el movimiento obrero mundial en 1886psoe.es.
  • Protección al trabajador asalariado, es decir, legislación social que amparase a los obreros frente a los abusos patronales (accidentes laborales, despidos arbitrarios, etc.)psoe.es.

(El periódico menciona “entre otros” objetivos además de los listados, lo que indica un programa amplio de reivindicaciones sociales y políticas).

Después de ese programa de demandas, el primer El Socialista lanza un llamamiento al despertar de los trabajadores. Se subraya que allí donde los obreros permanecen pasivos o “dormidos” políticamente, los gobiernos –“verdadera efigie de la clase burguesa”– les ignoran por completo. Por ello, la nueva publicación insta a las masas proletarias a organizarse y pelear en el terreno político para disminuir su explotación y aliviar sus penuriaspsoe.es. Este mensaje refleja la estrategia del socialismo marxista frente al apoliticismo anarquista: Pablo Iglesias y sus compañeros instaban a usar la lucha política (partidos, elecciones, leyes) como vía de emancipación, sin confiar únicamente en la acción espontánea.

El primer número también incluyó el Programa oficial del PSOE de la época, cumpliendo así el objetivo de dar a conocer de forma clara los principios e ideas del partidopsoe.es. En esas páginas iniciales El Socialista explica los “hechos y razones” que fundamentan dicho programa, justificando la propia fundación del partido como instrumento para lograr la transformación socialpsoe.es. En concreto, se divulgaba la propuesta socialista de reorganizar la sociedad sobre nuevas bases económicas y educativas: la edición inaugural abogaba por “la federación económica, la organización científica del trabajo y la enseñanza integral para todos los individuos” como pilares de una futura sociedad justapsoe.es. Esto refleja la influencia de las ideas socialistas de la Segunda Internacional: cooperación económica en lugar de competencia, planificación racional del trabajo y educación universal como motor de igualdad.

A partir de la segunda página, aquel número inicial estrenó secciones que luego serían habituales en el semanariopsoe.es. Por un lado, se reportaban noticias de la actividad del partido en distintos puntos de España: mitines, creación de sociedades obreras locales, campañas de afiliación, etc. De hecho, se anunció la organización de “excursiones de propaganda” por distintas localidades de la geografía española, delegando a varios militantes (entre ellos el propio Pablo Iglesias por Madrid) la tarea de difundir la doctrina socialista en personapsoe.es. Esto muestra la combinación de prensa escrita y activismo directo que caracterizaba al movimiento. Por otro lado, El Socialista daba información sobre la marcha del movimiento obrero internacional, conectando así a sus lectores españoles con las luchas de trabajadores de otros paísespsoe.es. En ese primer número, por ejemplo, se comenta la huelga minera de Decazeville (Francia), explicando que “los obreros estamos sumidos en la misma profunda miseria […] y en las luchas contra nuestros explotadores, la burguesía gubernamental, que interviene siempre en favor de nuestros enemigos”psoe.es. Al mencionar una huelga extranjera, el periódico enfatizaba la solidaridad internacionalista: la causa obrera trascendía fronteras nacionales.

Finalmente, un detalle interesante del contenido fue la convocatoria que El Socialista realizó para un acto conmemorativo: proponía la celebración de un banquete obrero la noche del 18 de marzo de 1886 para conmemorar el 15º aniversario de la Comuna de París (1871). Invitaba a los interesados a inscribirse en la redacción del periódico y abonar 1,5 pesetas para el cubierto. Esta iniciativa simbólica enlazaba la naciente organización socialista española con la tradición revolucionaria internacional, honrando a los mártires de la Comuna.

En suma, el enfoque temático de ese primer número de El Socialista fue programático y agitativo: presentó el diagnóstico socialista de la sociedad (la división en clases y la injusticia resultante), difundió el programa político del PSOE con demandas concretas, exhortó a la movilización obrera y cubrió tanto la actualidad nacional del partido como la internacional obrera. Todo ello en un lenguaje accesible pero firme, buscando, como decía el editorial, “cumplir lo prometido” al fundar el periódico: poner al alcance de los trabajadores españoles las ideas y principios del socialismo científico.

Impacto y legado en el desarrollo del socialismo español

La aparición de El Socialista en 1886 tuvo un impacto profundo en el devenir del socialismo español. En primer lugar, proporcionó al PSOE y al incipiente movimiento obrero una plataforma estable de expresión. Hasta entonces, las ideas socialistas circulaban de forma muy limitada; con el semanario, por fin existía un foro regular para difundir las ideas del socialismo español e internacional de manera sistemáticapsoe.es. Gracias a El Socialista, miles de obreros pudieron familiarizarse con conceptos como la lucha de clases, la organización sindical o los derechos laborales, aunque no supieran leer (recordemos que muchas veces el periódico era leído en voz alta en los ateneos obreros y círculos socialistas)fpabloiglesias.es. Esto contribuyó a forjar una cultura obrera socialista y a consolidar una base militante más consciente y unida en torno al PSOE.

Asimismo, El Socialista actuó como un “vínculo insustituible entre la militancia y el partido”, en palabras de historiadores del PSOE. Mantuvo cohesionados a los núcleos socialistas dispersos por España, informándoles de las directrices del partido, de las luchas en distintas regiones y de las campañas internacionales. En una época sin radio ni televisión, la prensa escrita era crucial: este semanario sirvió para coordinar acciones (por ejemplo, impulsar la celebración del Primero de Mayo una vez instituido), y para dar visibilidad pública al proyecto socialista. Su influencia se notó pronto en el crecimiento organizativo: apenas dos años después de su fundación, en 1888, el PSOE impulsó la creación de la UGT, central sindical hermana del partido, y El Socialista seguramente jugó un papel en difundir esa convocatoria y articular a los trabajadores que dieron vida al sindicato.

No obstante, el camino no fue fácil. La prensa obrera frecuentemente chocaba con la censura y la hostilidad de las autoridades. El Socialista no fue la excepción: en sus primeros años sufrió numerosas denuncias y procesos judiciales promovidos por autoridades civiles e incluso militares, incómodas con sus denuncias y críticas. Pablo Iglesias, como director, llegó a ser condenado a un mes y 21 días de cárcel a finales de 1904 por un artículo considerado injurioso hacia la Guardia Civil. Estos conflictos evidencian tanto la represión vigente como la combatividad del periódico, que se mantuvo firme como voz de los trabajadores pese a las presiones. Lejos de silenciarlo, tales incidentes le dieron más notoriedad entre la clase obrera, que veía en El Socialista un referente dispuesto a decir verdades incómodas al poder.

A largo plazo, El Socialista contribuyó a afianzar al PSOE como fuerza política. Si bien en las décadas de 1880-90 el socialismo español era minoritario en comparación con el anarquismo, la labor constante de propaganda y organización dio frutos en el nuevo siglo. En 1910, Pablo Iglesias logró obtener un escaño en las Cortes (Parlamento), convirtiéndose en el primer diputado socialista de la historia de España, hito impensable sin los años de siembra ideológica que supuso el periódico y la acción del partido. Durante las primeras décadas del siglo XX, El Socialista pasó a periodicidad diaria y siguió acompañando el auge del movimiento obrero: fue testigo y portavoz de huelgas generales, campañas por reformas sociales y del crecimiento electoral lento pero firme del socialismo español.

El legado de El Socialista perdura en la memoria histórica. A lo largo de sus más de 135 años de existencia (con interrupciones durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, etapas en las que incluso se editó en el exilio) ha sido “un medio esencial en la difusión de las ideas del socialismo” y un portavoz de las reivindicaciones obreras en Españapsoe.es. Su primer número, aquel humilde folleto de cuatro páginas de mayo (en realidad marzo) de 1886, marcó el comienzo de una tradición periodística de izquierda que contribuyó de forma decisiva al desarrollo del socialismo español. Gracias a El Socialista, las ideas de igualdad, justicia social y organización obrera encontraron un cauce para propagarse en la sociedad española de finales del siglo XIX, sentando las bases para las conquistas y avances que el movimiento obrero y socialista lograría en el siglo XX. Las páginas de El Socialista fueron, en definitiva, semilla y voz de una clase trabajadora que empezaba a tomar conciencia de su fuerza y de su destino histórico.

Fuentes consultadas: Documentos históricos del PSOE y de la Fundación Pablo Iglesias, incluyendo el relato del propio partido sobre el primer número de El Socialistapsoe.es, así como investigaciones sobre el movimiento obrero español del siglo XIXes.wikipedia.org y el contenido concreto de aquella edición fundacionalpsoe.espsoe.es. Estas fuentes permiten contextualizar rigurosamente la aparición de El Socialista en 1886 y valorar su impacto en la evolución posterior del socialismo en España.

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